jueves, 5 de junio de 2008

CULTURA, El rock en la cárcel, Juan González Febles







Lawton, La Habana, junio 5, 2008 (Semanario Digital Primavera) La Agencia Cubana de Rock, de muy reciente creación, promovió para el 31 de mayo a las 4 PM, un mega concierto de 10 bandas cubanas cultoras de lo que denominan ‘metal extremo’. Se trata del ‘Brutal Fest’ y se convocó para el Salón Rosado de La Tropical. Dadas las dimensiones del local, parecería que los organizadores del evento no tienen claro el concepto de lo que es en esencia un concierto y muchísimo menos lo que es un concierto de rock.

El Salón Rosado de La Tropical, ha sido escenario de fiestas de 15. Resulta adecuado para celebraciones sociales de determinado carácter, pero no para conciertos de música ligera, muchísimo menos para el concierto de una o más bandas de rock.

El Stadium La Tropical, donde se ubica el Salón, es un espacio muy especial de La Habana. Un lugar emblemático que un habanero prominente, Julio Blanco Herrera, regaló a su país. Alguien lleno de amor por su tierra y por su gente. Alguien que legó un espacio a la posteridad de La Habana y de los habaneros.

Las diez bandas citadas fueron las que participaron en el CD compilatorio ‘Not Salsa, just brutal music, Cuba’s hardest’, del sello Brutalbeatdown records. Con un título como este para un CD y para una promotora discográfica, uno se prepara para ir al encuentro de masas juveniles aullantes, espera enfrentar una energía diferente a la energía de frustración y reticencia de todos los días, pero no fue así. Primero, fue pospuesta la hora de inicio porque algunas bandas cancelaron su participación a última hora.

Junto con los organizadores y las bandas que por fin asistieron, estaban los inevitables policías. Policías con maracas que pretendieron vender como concierto de rock su pequeño y ruidoso recital, en espacio controlado y con todas las prohibiciones que usted no podría tan siquiera imaginar. A pesar de todo, los rockeros del patio asistieron con sus melenas, atributos y abalorios para sentirse un tantito así más felices, menos frustrados y quizás más libres.

Para comenzar: Estuvo prohibido tirar fotografías. Dicen que por orden del ministro de cultura, el melenudo Abel, que se guía por las orientaciones de sus hermanos, los Caines verdeolivo. Pude saber que esperaban a ‘la disidencia’. Cuando pregunté, dijeron que ‘los disidentes’ vendrían a ‘poner malo’ el evento.

También estaban irritados por un despacho de AFP. Según ellos, AFP ‘tergiversó’ las declaraciones de los que fueron entrevistados. Para que tengan una idea sobre como es concebido un concierto de rock en un espacio carcelario, como lo es hoy Cuba, veamos la restricción de las fotografías.

Para usted tomar esas fotografías que a lo largo y ancho del mundo libre, toma la gente en los conciertos de sus artistas favoritos, en Cuba, usted debe pedir permiso. Los policías de maracas y tambores necesitan saber quien es usted. Tiene que pedir autorización al Ministerio de Cultura (léase Ministerio del Interior) y esperar a que se le otorgue. Las autoridades precisan saber cuales son sus afinidades políticas y otros rasgos más o menos interesantes de su currículo. Necesitan protegerse de las peligrosas cámaras fotográficas.

El CD compilatorio que dio pie al concierto, me refiero a ‘Not Salsa, just brutal music, Cuba’s hardest’, cuenta con un fragmento instrumental interpretado con un lirismo salvaje por la tecladista Jennifer Hernández. Ella es hija de alguien que fue una personalidad en aquellos tiempos en que el rock rompía códigos y trasgredía conceptos. En ella vemos a su madre, La Loba revivida. Una rubita con mucho talento que unas décadas atrás cantaba y jugaba con el teclado, que no tuvo su concierto, se dio un aire a Stevie Nick y sufrió mucho…

El sonido áspero y desgarrador de los riffs y las interpretaciones vocales del metal cubano actual, se destacan por una agresividad mal contenida. Rezuman ira y frustración estos cultores cubanos del rock metálico. Algunos de ellos llevaban en sus pulóver la efigie de Che Guevara. Me pregunto que habría hecho en sus días tan siniestro personaje en su guarida de La Cabaña, con los muchachos y muchachas del heavy metal de ‘Brutal Fest’ o con los gay y las lesbianas de la fiesta de Mariela, en el día mundial contra la homofobia, o el día de la homofilia oportunista verdeolivo.

Con sus atuendos negros, reforzados aquí y allá con tatuajes y piercings. Con los elementos castrenses como botas, pantalones y pulóver de camouflage ceñidos, que yuxtaponen a elementos de culturas iniciáticas místicas y en muchos casos a emblemas maoístas y de la extinta Unión Soviética. Con la ira, que compartimos en el contenido, aunque no en la forma, también son nuestros jóvenes. Un recordatorio de lo que fuimos el día nunca olvidado que soñábamos y nuestro rock era trasgresor.

Mis respetos a los rockeros cubanos que consiguieron tener su día a medias. Sé por propias y amargas experiencias cuanto les costó hacer un ‘concierto’ de heavy metal. A fin de cuentas es rock, aunque sea, rock en la cárcel.
jgonzafeb@yahoo.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Escribe David, del sello Brutal Beatdown. Debo aclarar que fue UNA SOLA banda que cancelo su participacion, no varias bandas. Tambien debo decirle que este concierto no fue exactamente como se describe en su comentario; si quiere leer criticas mas justas del evento, les recomiendo de leer esas dos :
http://www.cuba-metal.com/lightbox/images/bfest/bfest.htm
http://club.telepolis.com/elpuntoge/bfest/bfest.htm

Nosotros, Metaleros, estuvimos aqui por la Musica, no por otra cosa y la hemos pasado de maravilla.
Saludos.
David CHAPET