La Habana, 7 jun (EFE).-
Brasil se presentó como candidato a ser el principal socio de Cuba, apuesta cargada de contenido político y reflejada en la apertura de créditos a las exportaciones, pero que despierta interrogantes para dimensionarla en términos reales, opinan diplomáticos y empresarios.
El canciller brasileño, Celso Amorim, fue rotundo la semana pasada durante una visita de dos días a La Habana, al afirmar que su país, "en este momento nuevo" que vive la isla, "no quiere ser el socio número dos o número tres", sino "el socio número uno de Cuba".
El guante fue recogido de inmediato por Cuba y, en boca de su vicepresidente Carlos Lage, respondió que ante "el reto de que Brasil sea el socio número uno" los cubanos están "favorablemente dispuestos a ese objetivo".
El optimismo de unos y otros ha sido alimentado por un crédito de 200 millones de dólares a las exportaciones brasileñas de productos agropecuarios, diversos acuerdos en sectores como el níquel o el petróleo, y la perspectiva de cerrar en breve un crédito de otros 600 millones de dólares para infraestructuras.
Tras la operación están empresas del peso de la petrolera estatal Petrobras, que ya llegó a un acuerdo para instalar una planta de lubricantes en La Habana y tiene una oferta para la exploración en aguas profundas cubanas en el Golfo de México.
Algunas constructoras brasileñas también podrían llegar, pero hasta ahora lo único concreto, aparte de la planta de Petrobras, es un acuerdo para asesoría en la producción de 40.000 hectáreas de soya que ya trajo a la empresa pública Embrapa a la isla.
Empresarios, diplomáticos y analistas consultados por Efe en La Habana coinciden en que un acuerdo de Brasil y Cuba conviene a ambas partes, pero tienen diferencias al pronosticar un escenario que no acabe en un nuevo fiasco comercial, y al calcular la importancia de una relación comercial apoyada en crédito público.
Un representante de un conglomerado empresarial brasileño indicó que el plan "camina", aunque las compañías están aún en el "proceso de identificación de oportunidades".
"No (se trata) sólo de la proyección del mercado, sino de identificar oportunidades relacionados con proyectos del gobierno", precisó.
Aparte de las carreteras, las empresas brasileñas ven oportunidades en el sector petroquímico o en el área del cemento.
Destacan como avales para el negocio el proceso político que abrió en enero en La Habana el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el capital derivado del sector turístico cubano y la posición geopolítica de la isla.
Para el citado ejecutivo brasileño, el plazo máximo para que la diplomacia se traslade a los negocios "es de un año", aunque -aclaró- "todo esto va a depender de cómo el Gobierno cubano va a explotar esos recursos".
"Si alguien puede ayudar a Cuba, Brasil está en la lista de cabeza", indicó a su vez un analista occidental, para quien el "comercio a crédito siempre es fácil", pero no tanto "ver cómo funcionan los pagos y ver si los cubanos están dispuestos a hacer empresas mixtas".
Un diplomático europeo subrayó a Efe que ésta "es una apuesta política personal del presidente Lula y eso trae a empresas con importante capital del Estado, como Petrobras", y beneficia a "empresas agrícolas medianas que pueden encontrar unos ingresos importantes para ellos".
Sin embargo, añadió, "no se ve una oportunidad de negocios más allá de la ligada al crédito oficial".
"En la soya (...) la pregunta es por qué Embrapa y no uno de los grandes grupos soyeros brasileños, que podría hacer además una inversión para producir, cosa que Embrapa no puede hacer", agregó el diplomático.
En lo político, un analista dijo que es "indudable" que Brasilia tiene una "mentalidad expansionista" y que Cuba juega un papel fuera del ámbito suramericano.
"Sobre todo -explicó- pensando que Brasil trata de conseguir un escaño fijo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y eso no se consigue con once votos".
La apuesta brasileña permite a Cuba continuar su diversificación de socios para romper la excesiva dependencia comercial de Venezuela, con un intercambio de más de 7.000 millones de dólares.
En esa cantidad pesa sobre todo la factura petrolera, que permite a la isla recibir unos 100.000 barriles diarios a cambio de servicios en salud, educación y deporte.
Para otro analista, la búsqueda de nuevos socios es para Cuba perentoria a medio plazo porque el presidente venezolano, Hugo Chávez, "saldrá del poder en algún momento", pero descartó que Brasil pueda desplazar a Venezuela.
"Al menos, no por el momento, porque no hay ninguna necesidad y porque, mientras Venezuela siga enviando el petróleo en las cantidades y condiciones que lo hace, va a seguir siendo el primer socio", agregó.
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