Ernesto Guevara no podrá celebrar su ochenta cumpleaños en las pantallas cubanas. Por lo menos esa es la opinión de Ernesto López, presidente del ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión).
López, otrora camarógrafo de los estudios fílmicos del Ejército, ha emitido una resolución que prohíbe portar, en espacios televisivos, vestuarios con "la imagen Che". Esto, a pesar de haber servido el icono por años para engrosar las arcas de la familia del guerrillero argentino.
La medida se origina precisamente en momentos en que el linaje de Ernesto Guevara, propietario de "la imagen Che" en todo el mundo, se ha visto obligado a ceder ante las protestas populares, debido a los exorbitantes precios de estos artículos en las tiendas cubanas "recaudadoras de divisas". Ahora se pueden adquirir los productos a un 30% menos de su valor original, pero los herederos de Guevara han puesto una condición: "no será más utilizado el símbolo" en los medios de comunicación de la Isla.
Pulóveres, gorras, fosforeras, mochilas, relojes, sacacorchos, humidores, pegatinas, pañuelos, discos, bolígrafos, agendas, almanaques, vasos… El Che parece estar en todas partes, a lo largo y ancho del país, pero siempre en divisas. Fuera del círculo en "moneda dura", sólo la Unión de Jóvenes Comunistas y el Partido Comunista tienen permiso de los herederos de Guevara sobre los efectos publicitarios relacionados con el guerrillero argentino-cubano.
En los actos políticos, la autocracia comunista se asegura de entregar un diploma plastificado con una fotografía de Fidel Castro y algún "recuerdo" guevariano, sobre todo de aquellos modelos y tallas que no han tenido salida en el mercado turístico.
El más próspero negocio
La contradicción más importante, que ahora es tema de debate en los centros estudiantiles, es por qué no pueden exhibirse en la televisión nacional los atributos relacionados con el Che.
Recientemente, en la Universidad de La Habana, saltó el tema en uno de los foros organizados por la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Estudiantes de Comunicación Social preguntaron por qué está permitido usar pulóveres de Metallica o de algún paraje exótico hawaiano, mientras se prohíbe a los invitados de los programas televisivos llevar "la imagen Che".
La respuesta cuelga en la estática. Los ciudadanos escuchan cada día, desde hace casi cincuenta años, los mismos discursos en los noticieros, pero ahora con nuevas imágenes, sin la presencia del Che, como en la época de Robertico Robaina.
Aleida March y el resto de su equipo de publicidad están al tanto de cada piedra relacionada con el guerrillero que se mueva en el mundo. Aquellos ataques de "revolución" protagonizados en los noventa por su hija, Aleida Guevara March, han sido reemplazados por los complejísimos mecanismos de marketing.
Ahora se trata de otra revolución, la de los precios y las demandas judiciales. Se vela y actúa con precios coordinados, tanto por utilizar una fotografía en una etiqueta de vodka, en la escenografía de una película pornográfica o en los documentos por revelar sobre la vida del argentino.
Así de complejo resulta el mundo publicitario vinculado a la imagen de Ernesto Guevara. Millones de personas en el mundo acuden a manifestaciones con su rostro como estandarte, otros miles lo llevan tatuado y hay quienes lo asocian con la canonización o el terrorismo. Sin embargo, en el país del comunismo guevariano, no se puede exhibir. Primeramente, por los precios prohibitivos y, ahora, por el acuerdo entre el gobierno y los dueños del más próspero negocio que haya existido jamás en la Cuba castrista.
Tomado de Encuentro en la Red
jueves, 12 de junio de 2008
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