jueves, 12 de junio de 2008

Demasiado optimismo, José Antonio Fornaris







Managua, La Habana, junio 12 de 2008 (Semanario Digital Primavera) Desde hace meses la presencia de Barak Obama se siente en algunas zonas del espectro social y político de Cuba.

Y desde que tiene posibilidades de ser el próximo Presidente de Estados Unidos –no parece haber dudas de que será el candidato por los demócratas- ya algunos se aventuran a afirmar que su presencia en la Casa Blanca será algo con lo que el régimen de La Habana no está acostumbrado a lidiar.

Eso proviene de las declaraciones de Obama respecto a que de obtener la presidencia, permitirá libremente el envío de remesas familiares a la isla, y de dejar sin efecto la disposición vigente que sólo permite una visita a Cuba cada tres años a los cubanos con residencia en Estados Unidos.

Exteriorizando demasiado optimismo esas personas piensan, en algunos casos lo han alegado, que la benevolencia de Obama puede traer en poco tiempo visibles adelantos democráticos para la antigua Perla de las Antillas.

Los que eso alegan olvidan, entre otras cosas, que del triunfo de los barbudos en 1959 a la fecha han ocupado la Casa Blanca unos cuantos Presidentes. Obama no había nacido cuando los Castros y sus seguidores arribaron al poder.

Y no todos esos presidentes fueron, en relación con el gobierno comunista cubano, como Ronald Reagan o George W. Bush.

Los hubo amables, y entre ellos estuvo uno que fue más que amable, fue muy buena gente: Jimy Carter.

Con Carter fue que se crearon las oficinas de intereses en las capitales de los dos países. Y las cosas marchaban tan bien, que Fidel Castro se sintió obligado a decir que si en Estados Unidos llegara incluso a existir un gobierno socialista, Cuba no podría dejar de ocuparse de los asuntos de la defensa, porque China siendo un país socialista había atacado a Viet Nam que también era socialista.

Y como eso no fue suficiente, a través del puerto del Mariel, en el éxodo de 1980, le fueron enviados a Cárter para que los abrazara, presos comunes sacados de las cárceles y gente con problemas psiquiátricos. Esa era una “prueba” de que sólo la escoria de la sociedad deseaba estar en la nación que el bueno de Carter presidía.

Este cinco de mayo, el periódico oficial Granma, reprodujo una carta que cincuenta años atrás, Fidel Castro le envió a Celia Sánchez, donde le aseguraba estar convencido que su destino era permanecer en guerra con Estados Unidos. En ese punto los comentarios no son necesarios.

Puede alegarse que ahora está en el poder el general Raúl Castro y que este es realista. Sí, puede que en algunas cosas sea pragmático, pero es un comunista igual que su hermano.

Las especulaciones, llevadas y traídas durante años, de que el levantamiento del embargo estadounidense y una normalización de relaciones entre los dos países obligaría o ayudaría notablemente a que la democracia llegué a Cuba, se pueden despejar si Estados Unidos ofreciera directamente, para eso no habría que esperar a que Obama llegue a la Oficina Oval, el levantamiento del embargo a cambio de que en Cuba se institucionalizara el multipartidismo y la prensa libre.

Se puede apostar – y deseo enormemente perder la apuesta- que el régimen de La Habana nunca aceptaría una propuesta semejante.

Los comunistas son solo demócratas cuando no están en el poder. Lo de intereses patrióticos, apego a la independencia, preocupación por la humanidad y bienestar del pueblo, no es ni siquiera retórica, es agresiva demagogia.

Sus interese son más mundanos. Nadie conoce, al menos en Cuba, que un hijo de alguno de los jerarcas del régimen haya estado en la primera línea de combate en alguna de las aventuras bélicas o de desestabilización armada que La Habana ha emprendido, que no tenga auto, vivienda, que haya recibido la comida a través de la libreta de racionamiento, o que haya tenido dificultades para salir al extranjero de paseo.

Aparte del placer de sentirse obedecidos, y de tener en sus manos el destino de millones de personas, está la realidad de vivir decenas de veces, o quizás cientos de veces, por encima del nivel de la población cubana, y eso no desean perderlo.

Ni Obama ni nadie va a lograr que la democracia llegue a Cuba con medidas de contemporización, y menos actuando de forma solitaria, porque los gobernantes de la isla no son altruistas, ni cristianos, y mucho menos amantes de la libertad individual. Son comunistas atrincherados en los privilegios que otorga el poder absoluto.
fornarisjo@yahoo.com


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