jueves, 5 de junio de 2008

Hace falta un aguacero de limones , Oscar Mario González




Playa, La Habana, junio 5 de 2008 (Semanario Digital Primavera) En los dos últimos años, la presencia del limón ha sido cada vez menor en los estantes y tarimas de los puestos de viandas y agro mercados. Al respecto publicamos un trabajo hace algo menos de un año; mas, nunca pensamos que este fruto desapareciera de los mercados.

El fenómeno ha sido objeto de análisis a través de la prensa escrita, radial y televisiva. No es para menos, pues este agrio no sólo está presente en casi todo lo que el hombre consume en su dieta alimenticia sino en bebidas y en todo tipo de infusiones.

Esta frutita de cáscara verdosa se ha hecho, en mayor o menor medida, indispensable al hombre moderno para beneplácito de doctores y técnicos nutricionistas, quienes le atribuyen propiedades beneficiosas para casi todo tipo de enfermedades.

Lo más trágico del asunto, por calificarlo de la manera más justa, es que en el propio municipio de Jagüey Grande, orgullo citrícola de la revolución, no se encuentra el producto. Según un vecino del pueblo interrogado por un periodista del rotativo Granma, “no hay un limón en todo Jagüey Grande, y ahora para colmo escasea hasta la naranja agria”.

Este agrio, a pesar de su incalculable valor, no costaba nada antes de 1959 y durante los primeros años de la revolución. Semejante al aire y al sol no se concebía la vida sin su presencia pero la abundancia lo hacia desestimable. No valer un limón significaba no valer nada.

El fruto crecía silvestre en las cunetas de caminos y carreteras, en las guardarrayas, en el valle y la manigua, en medio del monte y del potrero. Pero sobre todo en patios y jardines. Era casi inconcebible un hogar campesino sin un limonero.

Sobre todo si en el hogar había muchachas solteras, pues era proverbial la idea de que la presencia del azahar ayudaba a las jóvenes casaderas a conseguir buenos maridos.

Dicen que de tanto abundar, nuestros antepasados los utilizaban, junto con las piedrecitas, para enamoramientos y conquistas. De ello parecen dar cuenta aquellos versos tan simples como hermosos:

Ayer pasé por tu casa
Y me tiraste un limón
El limón me dio en la frente
Y el zumo en el corazón.


Pero llegó el Comandante y empezaron a escasear los limones sin guardar proporción con el decursar del tiempo. Así pues, hubo tiempos cuando se les encontraba en el mercado con relativa abundancia aunque siempre caros, y etapas en que escaseaban; pero nunca llegaron a desaparecer del todo.

El Granma no explica las razones de la actual crisis limonera. Ello hace pensar que en el “gato encerrado” debe haber gente de “nivel” involucrada.

Pero hace falta un aguacero de limones para que el turista extranjero no tenga que beber el daiquirí con zumo de limón importado, que nunca es tan sabroso como el criollo. Para que la mujer del general pueda darle un tonito agridulce a su enchilado de langosta, lo cual no se logra con el fruto extranjero y, para que el hombre humilde de a pie, haga más llevadero su desayuno de periodo especial porque no es lo mismo el agua con azúcar prieta “na’má” que cuando se le agregan unas gotas de limón.
osmagon@yahoo.com

No hay comentarios: