jueves, 12 de junio de 2008

SOCIEDAD El parque de los negros, Oscar Mario González







La imaginación popular lo identificó, desde el mismo día de la inauguración, en la década de l950, como “Parque de la Fuente”, pero al influjo de la “Batalla de Ideas” decretada por el gobierno comunista en l999, fue rebautizado con el nombre de “Parque de los Próceres Africanos”. El habla popular, amiga de lo simple y directo e influenciada por la ley del menor esfuerzo, le llama: “Parque de los Negros”.

Nada había en él que lo distinguiera de cualquier otro humilde parque propio de un barrio residencial, excepto la hermosa fuente redonda de estilo asiático situada en el centro, lo cual motivó su denominación original.

Entre las avenidas Once y Trece y las calles 64 y 66 del reparto Almendrares de la capital cubana, fue un sitio más de los de su tipo hasta que una década atrás, resultara elegido para conmemorar y perpetuar la memoria de líderes africanos fallecidos. Por supuesto, en la galería de mártires, cuyas estatuas adornan el parque, sólo están presentes algunos de los líderes más prominentes del pensamiento “filocomunista” africano y de amigos de la difunta Unión Soviética.

Muchos vecinos del lugar de pensamiento libre piensan que, teniendo Cuba tantos patricios independentistas de la raza negra, héroes eternos de la patria, no es justo acudir a una región tan distante como lo es África para homenajear a los negros. Otros, simpatizantes del gobierno, argumentan que la revolución es “internacionalista” y que somos descendientes de africanos. Los primeros exaltan los nombres de Antonio y José Maceo, Quintín Banderas y Guillermón Moncada. Los pro castristas, las figuras de Aghostino Neto y Patricio Lumumba.

Pero todos coinciden en la delicia de sus casuarinas, bajo cuya sombra, el caminante alivia el ardiente calor del verano mientras los muchachos juegan a la quimbumbia, lanzan piedras contra las farolas y contra la frondosa majagua, y, los más pequeños se divierten apostando a ver quien echa más lejos el chorro de orines y así ganar la competencia del que más “mea”.

Ni que decir de las parejas que prefieren los asientos del sector más oscuro del parque y las noches de un pedacito de luna, para liberar las calenturas de amor que como bestia al galope, se desbocan dentro del cuerpo y al adueñarse del cerebro, hacen perder la cabeza. Después de perdida la mollera, todo se alborota y descontrola. Un banco de cemento o madera es delicioso sustituto de la mejor cama de la mejor de las posadas que cerró el gobierno para convertirlas en albergues vecinales.

Y todo bajo la mirada inconmovible de l4 próceres africanos cuyas estatuas se yerguen sobre el césped a la entrada del emplazamiento: el angoleño Aghostino Neto, Marien Ngouabi del Congo y el mozambiqueño Samora Moisés Machel, aparecen entre los más compadrados con el Comandante para regar por las sabanas, aldeas y ciudades del continente negro, la bandera ideológica de facturación soviética. Otros como Gamal Abdel Nasser de Egipto y Patricio Lumumba del Congo, valiosas fichas del ajedrez geopolítico soviético en su competencia con las naciones libres. Carrera emprendida para convertir al mundo en un establo ideológico al servicio de la nueva clase auto comisionada para hablar en nombre de los humildes.

Algunos mucho menos conocidos como el doctor Kwame Nkhruma (l909-l972), de Ghana u Omar el Moukhtab (l859-l93l) de Libia, de quienes apenas hemos encontrado referencias.

Así pues, próceres africanos fallecidos cuyas mudas estatuas se levantan sobre el césped, son frecuentemente elogiados por la dirección del gobierno y por el cuerpo diplomático africano. Estos acuden con coronas y ofrecen sus discursos durante las conmemoraciones. Hasta el Comandante ha participado en tales festejos en más de una ocasión, pese a lo cual, la fuente permanece seca. Los vecinos más viejos recuerdan con nostalgia los días en que sobre esta fuente, resplandecía un arco iris. Antes de que bajaran los guerrilleros de la Sierra con el comunismo y se secara la alegría, los sueños y hasta la fuente.
osmagon@yahoo.com









1 comentario:

Anónimo dijo...

Claro que por eso, Cuba tiene que estar bien "jodía". Solamente a un genio comunista cubano podía habersele ocurrido la idea de eregir estatuas a esos negros delincuentes.