jueves, 19 de junio de 2008

SOCIEDAD: Los valores autóctonos, las ‘soberanías’ y los socialismos, Juan González Febles





Lawton, La Habana, junio 19 de 2008 (SDP) Sobran trampas para creyentes en nuestro mundo de hoy. Le escuché decir a un buen amigo que quiere hacer cine a la sombra de la dictadura y en esas condiciones sentirse libre, que era menester respetar los valores y las tradiciones ‘autóctonas’. Discutíamos el filme Apocalipto de Mel Gibson. Mi amigo me dijo que Gibson exageró. Afirmó que las doncellas y el resto de los que los que iban a ser sacrificados, aceptaban su destino y se enorgullecían del mismo, por razones idiosincrásicas y de cultura.

Mi amigo dijo que en los Estados Unidos eran ejecutados anualmente más reclusos, que los que sacrificaron en igual periodo de tiempo los sacerdotes aztecas. Insistió que esas ejecuciones judiciales eran tan crueles como los sacrificios humanos de los sacerdotes aztecas. Cuestión de culturas y enfoques, me dijo.

En una cena compartida con abogados negros estadounidenses, uno de ellos me rectificó porque me referí a los negros cubanos, como negros. –Afrocubanos- me dijo. Yo le miré sorprendido y exclamé: -Yo no tengo parientes en África, él tampoco-dije mientras señalaba al ingeniero Bonne. ¿Por qué al abogado René Gómez Manzano no se le llama euro cubano?

De inmediato comprendí que un estereotipo acuñado con fines evidentemente políticos se había convertido en una categoría sociológica. Producto de circunstancias históricas y políticas propias del medio estadounidense, una parte de la población de ese país establece diferenciaciones con el resto. Se llaman a si mismos afro americanos. Según mi amigo: ‘Cuestión de identidad, valores y tradiciones autóctonas’.

Fue en la década del 50 del pasado siglo XX que el poeta martiniqués de orientación izquierdista, Aimee Cessaire, acuñó y definió la “negritud”. Digamos que a partir de esa condición mental, un ser humano se separa de los demás con carácter voluntario. Asume desde otra perspectiva el mismo criterio segregacionista que otro grupo de poder esgrimió para mejor explotar a toda una etnia.

Esa “negritud” sirvió de base programática para hasta cierto punto desvirtuar el sueño magnífico de Martin Luther King, que sólo vio estadounidenses blancos y negros, unidos en una nación fuerte, democrática y con oportunidades para todos: Negros, indios y blancos, todos simple y maravillosamente, estadounidenses con los mismos derechos.

En Cuba, José Martí en el siglo XIX escribió en memorable ocasión, algo que poco más, poco menos expresaba, peca el negro que dice mi raza, peca el blanco que dice mi raza. Martí veía sólo cubanos. Estos eran blancos o negros, ricos o pobres, el valor fundamental estaba en que se trataba de hombres. Los hombres a escala martiana, no se desgastan en ser blancos o negros, ser hombre es de por si, una tarea a tiempo completo.

Por suerte, entre las pocas cosas que el pueblo llano de Cuba ha resuelto, está el problema racial. El pueblo cubano no se desgasta en ser negro, mestizo o blanco. En el estado llano, todos somos cubanos y todos tenemos el mismo problema. Se trata de una dictadura que nos priva a todos por igual de nuestros derechos. Es cierto que existe racismo entre las altas esferas de poder político. ¿Para qué desgastarse en pedir que dejen de ser racistas? Es más rentable empeñarse en eliminarles como grupo de poder.
Es más justo quitarles el país que mantienen secuestrado y devolverlo a un pueblo que ya dejó de pensar en razas y colores y ahora merece ser libre y feliz. Afortunadamente en Cuba y racismos aparte, los negros se ocupan junto a los blancos en ser hombres y en ser cubanos.

La izquierda anti democrática de las Américas, la antinorteamericana y pro castrista, usa los mismos argumentos de Cessaire, con alguna que otra reforma. Ha surgido el indigenismo reivindicador de falsos valores únicamente sostenidos porque se dice que son autóctonos. Este carácter falsamente autóctono es reivindicado por el llamado ‘socialismo del siglo XXI. Este elemento sumado a la traída y llevada ‘soberanía nacional’ es la base para justificar la existencia y convivencia con dictaduras totalitarias corruptas. Con decir que se afirman en países ‘soberanos’ y ‘valores autóctonos’, es suficiente. Con esgrimir el argumento racista de que la democracia política no va con algunas culturas y tradiciones, les basta.

Algunos justifican el trato horrible que el fundamentalismo islámico depara a las mujeres. Basta con llamar a esa canallada, ‘característica cultural’. Esperemos que no surja alguna corriente que resucite la cultura del Antiguo Egipto, o los espectáculos con fieras devorando personas de la Roma clásica. Pudieran ser interpretados como valores culturales autóctonos, tan tradicionales y respetables como cualquier otro.
jgonzafeb@yahoo.com


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nagüeeeee... González Febles, coño cuando yo sea grande quiero aprender a escribir como tú. Cuando vayas a Lawton, dale un abrazo de parte mía todos los que veas por la calle.

Anónimo dijo...

Hombre blanco, hombre negro. Para los cubanos lo importante es ser hombre, no importa la raza. El sustantivo es más importante que el adjetivo. HOMBRE ______, escribe en esa raya lo que quieras. La aspiración que une a los cubanos es superior a todas las disquisiciones filosóficas.
LA FUERZA ESTA EN EL PAIS.