jueves, 29 de mayo de 2008

SOCIEDAD, Amar a una ciudad, Juan González Febles




Si no fuera periodista y si no sintiera la necesidad adictiva por escribir, sería taxista. Andar por La Habana puede ser casi un afrodisíaco. La mejor forma de ganar un sustento y obtener algo de placer, para mí, sería hacerlo desde el volante de un taxi.

Andar La Habana en un desplazamiento continuo por todos sus barrios y rincones, resulta muy edificante. Alguien muy apegada a lo mejor de mí, me confesó que le gustaría ser ‘chevista’. Fue en un tiempo en que el gobierno cubano compró en Argentina autos norteamericanos ensamblados allí, marca Chevrolet. Los autos, fueron bautizados por el pueblo como ‘chevis’. Aquella niña quería ser ‘chevista’ o sea taxista de chevis, cuando fuera mayor. Tenía razón, a la vuelta de los años y algunas decepciones, creo que el único oficio que desempeñaría con placer, si no escribiera, sería el de taxista.

La Habana es una ciudad muy especial para la nación cubana. Hace años, ingresó varios miles en una embajada en menos de 36 horas. La primera asonada popular contra la dictadura de Fidel Castro tuvo lugar en La Habana en 1994. El ‘Maleconazo’, marcó una referencia.

En 2003, más cerca en el tiempo, la dictadura asesinó legalmente a tres jóvenes negros habaneros. Lo hizo para escarmentar al resto, que es decir, amedrentar.

La Habana ha estado siempre en la mira del dictador y su dictadura. Fidel Castro nunca se sintió aceptado por la capital. Mantuvo la distancia y una reserva, completamente justificadas con la ciudad. ¿Cómo comprender a la urbe que llena una plaza y una embajada con la misma facilidad? ¿De qué están hechos los capitalinos y que los mueve? ¿Qué les hace especiales y diferentes? ¿Cómo afirman su cubanía?

Al cabo de casi cincuenta años, ni él ni nadie dispone de respuestas adecuadas.

Pero La Habana seduce a los viajeros y recibe a cubanos de toda la Isla. Asume la condición de capital de todos los cubanos; a unos les abre sus brazos, mientras a otros, las piernas. Pero acoge a todos, les hace suyos y en poco tiempo les concede carta de paisanaje.

No son pocos los extranjeros que han escogido La Habana como destino final de su peregrinaje. Aquí forman familia y crían hijos. Siempre fue así. En la actualidad, el régimen vició la relación de amor entre La Habana y las gentes venidas de lejanos y encontrados rincones del mundo.

Los extranjeros que llegan en la actualidad, lo hacen en algunos casos ensoberbecidos. Las prácticas de apartheid impuestas por el régimen de Fidel Castro, enrarecen la relación del extranjero con los discriminados cubanos. Surge la desconfianza entre los relegados y los privilegiados. Pero en no pocos casos, el amor se impone.

En La Habana velan por las familias que formaron, españoles, norteamericanos, vietnamitas, rusos, mexicanos, etc. Desde tenebrosos terroristas musulmanes, del IRA y ETA, hasta rusas aplatanadas con hijos y hasta nietos. Fugitivos, jubilados, inversionistas y diletantes, todos han encontrado refugio, amor y solaz en La Habana.

Aunque según cifras oficiales, el 75% de las edificaciones de la ciudad están en mal estado, La Habana continua siendo una hermosa ciudad. Las últimas medidas cosméticas emprendidas por el gobierno del general Castro, sólo beneficiaron a menos del 1% de los habaneros. En el interior del país, la cifra puede ser aun inferior. Los habitantes del 75% de viviendas en mal estado o los que simplemente no disponen de vivienda, aun no han notado que ‘pueden’ hospedarse en hoteles de lujo o comprar un teléfono móvil. A ellos les gustaría para empezar, pongamos por ejemplo, comer satisfactoriamente y sin sobresaltos. Sencillo como la verdad.

Producto de medidas discriminatorias nunca vistas en la historia de Cuba, La Habana dejó de ser la capital de todos los cubanos. Puede hablarse de un movimiento migratorio sin precedentes hacia la capital. Esto es el resultado de políticas fracasadas emprendidas por el régimen de los Castro. La solución para esta situación, no está dada en medidas represivas o discriminatorias contra cubanos provenientes del interior del país, mayoritariamente de la zona oriental. La solución estaría dada en liberalizar la economía y permitir el desarrollo de las fuerzas productivas internas. El caso es que el régimen teme perder control y se apoya en lo que más conoce: La represión policial.

Crucemos los dedos para que la capital de todos los cubanos renazca como tal de entre sus ruinas. Para que la libertad y la bendición de Dios caigan como lluvia gratificante en cada barrio, de una ciudad sin zonas congeladas ni aberrantes discriminaciones.
Lawton, La Habana, 07/03/2008
jgonzafeb@yahoo.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo, cuando se estudien las letras cubanas, como deben ser estudiadas, tú serás asignatura obligatoria en todas las escuelas de nuestro país. Entre los recuerdos más preciados de mi vida miserable está lo que sentía al caminar desde la Esquina de Tejas al Muelle de Luz. Cuantos amigos... cuantas caras conocidas...cuantos fantasmas risueños entonces y cabizbajos hoy. Solamente en la Habana se podía oir un grito de "nagüeee" y un saludo con la mano, desde la acera opuesta en la calle Monte. ¿Dónde se podía encontrar mas amigos y gente de Lawton que en Concha y Luyanó? Pudiera ser en el Paradero de la Vibora, pero no estoy seguro...Averigua entre los viejos, si alguien en la Habana se acuerda de Mr. Smith. Que Dios te bendiga.