jueves, 8 de mayo de 2008

Tocar el fondo del asunto, Laritza Diversent.




Aumentan los anuncios de nuevos cambios dentro de la isla. A nosotros los cubanos nos parece bien. Estamos contentos de que ya podamos hacer ciertas cosas. Sin embargo, son muchas las limitaciones que nos impiden en la práctica realizarlas. Principalmente, las de tipo económico.

Esto no es lo fundamental del asunto. Hasta ahora, los medidas solo benefician a pequeños sectores de la sociedad. No llegan al fondo de las reformas que necesita nuestro pueblo para vivir en democracia.

Tenemos que resolver los problemas principales que golpean nuestra realidad. Debemos primeramente preguntarnos: que le permitió a este gobierno tener la facultad de restringir a tal extremo nuestros derechos ciudadanos.

La ley suprema cubana le ha dado el poder absoluto a la elite gobernante, por más de 49 años, para que tome decisiones importantes. Las más trascendentales que afectan a la ciudadanía en general, sin tener la necesidad de pedir el consentimiento del pueblo.

Para tener la seguridad de que en el futuro estas discriminaciones y restricciones jamás se vuelvan a repetir, debemos saber bien cuales son los cambios que queremos para tener una democracia.

Necesitamos ante todo una representación democrática. Las medidas discriminatorias y dictatoriales que tomo el gobierno fueron gracias a que nuestros diputados no representaron dignamente los intereses del pueblo cubano.

El compromiso fue con la cúpula burocrática que los propuso y nominó. Los que en definitiva decidieron su mandato. Nosotros solo le hicimos el favor de reafirmar por medio del voto unido.

En correspondencia, ellos solo deben mantener la boca cerrada. Levantar la mano y por unanimidad, validar las autocráticas medidas del gobierno, aunque dudo mucho que tan siquiera se las hayan consultado.

Necesitamos un estado de derecho. Muchas de las restricciones impuestas iban en contra de preceptos constitucionales. Ignoraron completamente los principios de la ley que ellos mismos crearon para tener todo el poder y gobernar indefinidamente. Por eso, la necesidad de reformarla.

Necesitamos garantías constitucionales. Ninguno de los derechos reconocidos en la Carta Magna podemos en la práctica defenderlo. Las medidas no estaban legalmente prohibidas y lo que la ley no prohíbe se puede hacer. No obstante, estábamos atados de pies y manos.

Sin embargo, nuestros derechos fundamentales fueron vulnerados por la actuación de los órganos de los poderes públicos. Si hubiese existido esa protección constitucional, el gobierno jamás hubiese podido tomar tales decisiones.



Necesitamos evitar que el gobierno, en un futuro, se arrogue el derecho de restringir las libertades ciudadanas nuevamente. Debemos exigirle que haga cambios medulares. Hay que limitar constitucionalmente el poder que hoy tiene la dirección política cubana.


La historia en casi 50 años de socialismo en Cuba nos ha demostrado que el mando centralizado, en un solo órgano o en una figura, no es otra cosa que una dictadura.

Es necesario crear una constituyente que nos dote de una nueva Ley Suprema.

Esa clase de reforma, ellos no la van a pensar siquiera. Mucho menos considerar. Sin embargo, es imprescindible exigirla. Es la única forma de que en nuestro país se instituyan un estado de derechos, las garantías ciudadanas necesarias y una representación popular digna.


Independientemente de las posiciones ideologicas que podamos tener, es necesario que se introduzcan cambios que beneficien a todos por igual. Cambios que toquen el fondo del asunto. Cambios que en el futuro respondan a las necesidades de desarrollo de nuestro pueblo.
Arroyo Naranjo, 2008-04-24
laritzadiversent@yahoo.es
http://prolibertadprensa.blogspot.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

"La fiebre no está en la sábana". Si de verdad vamos a ir al fondo del asunto, lo inminentemente necesario es desmantelar el gobierno comunista. Muchos cubanos dentro de Cuba piensan de esa forma, aunque no lo pregonen.