jueves, 21 de agosto de 2008

El hijo de una negra contrarrevolucionaria, Guillermo Fariñas Hernández.


Santa Clara, agosto 21 de 2008, (SDP) La opositora pacífica cubana Iris Pérez Aguilera está en huelga de hambre. Realiza una protesta cívica y pacífica en reclamo de justicia. Esa es la noticia que ha podido trascender al mundo a través de los poquísimos medios internacionales que se interesan por los que sufren en la isla de Cuba.

Pero esa joven madre disidente, de 32 años de edad, languidece por una venganza racista y fascista en una casa de Placetas. Es una de las últimas víctimas del castrismo como sistema político-social. A los ojos de los cubanos encargados de reprimir a sus compatriotas, no es más que una negra conflictiva y provocadora.

Ella se atrevió a defender de una golpiza a un ciudadano. Los que golpeaban eran los entrenados y forzudos agentes de la Brigada Especial de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). Iris solo reclamó que el apaleado y casi desangrado Melquíades Hernández fuese llevado hacia un hospital.

Por pedir un gesto de humanidad a la policía, fue golpeada en un seno y lanzada como un saco dentro de un auto patrullero. Resultó arrestada por cuatro largas horas al exigir el cumplimiento del Artículo # 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La multaron con 500 pesos, que ella percibe como un chantaje.

Varias son las teorías, del por qué las huestes represivas actúan así con Iris. La primera es que ella tiene la piel negra y no respalda al socialismo. Esto es prácticamente una falta de lesa humanidad para los cánones gubernamentales. Los negros sólo son iguales a sus compatriotas blancos mientras apoyen el castrismo.

Los partidarios de la segunda teoría consideran que se debe a que esta fémina está casada con Jorge Luís García Pérez (Antúnez). El reconocido ex – prisionero político por 17 largos años, tiene un carisma emblemático y hasta místico dentro de la disidencia. Por eso, al atacarla a ella, tratan de presionarlo para que se exilie.

Una tercera posición sería reverdecer las protestas en el exterior, para dar continuidad a los pasos de su exiliada cuñada, Berta Antúnez Pernet. Tratan de atajar a tiempo la consolidación de esta valerosa mujer como figura pública influyente en los ámbitos opositores.

La cuarta causa es la venganza. Un castigo por el hecho de que Iris Pérez Aguilera se robó el corazón del Negro Antúnez. Iris ocupó el sitio destinado a una agente afectiva del tipo “Julieta”, nombrada Xiomara Ocanto Herrera. Bajo el falso manto de opositora, se logró hasta casar con Jorge Luís, hasta ser descubierta por los Antúnez.

De estar ahora esa espuria disidente junto a Antúnez, una de sus labores sería tratar de moderarlo para que no realizara actividades cívicas callejeras. Así el que llaman con admiración El Diamante Negro hubiera perdido su razón de ser: hacer oposición en las calles, en el estilo de este sui generis, luchador no violento.

Los más paranoicos piensan que con esta medida represiva se persigue dejar aislado familiarmente a Antúnez. Si colocan a Iris tras las rejas, ellos saben que aumentaría la vulnerabilidad afectiva del incansable civilista. Incluso pudieran romper el matrimonio de opositores, acercándole apetitosas “balas perfumadas”.

Hay un trío conformado por los altos oficiales encargados de la represión en Cuba: el General de Cuerpo de Ejercito Abelardo Colomé Ibarra, el General de División Carlos Fernández Gondín y el Vicealmirante Julio Cesar Gandarilla Bermejo. Todos se caracterizan por ser portadores de concepciones altamente racistas.

Iris Pérez Aguilera no ha obtenido una respuesta a su demanda de justicia. Los órganos punitivos marcan la indiferencia más absoluta, pues una negra tan confrontativa no merece atención. Nada importa que su hijo Yedier Ariel Rodríguez Pérez, de 14 años, quede huérfano, que sufra, pues al final, es el hijo de una negra contrarrevolucionaria.
cocofari62@yahoo.es

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