Lawton, La Habana, agosto 14 de 2008, (SDP) El comienzo de las Olimpiadas de verano en 2008, ha puesto sobre el tapete el macro desarrollo económico de China sin democracia. Para muchos analistas, el sueño del general presidente y de algunos de sus ancianos oligarcas sería llegar a esta panacea: Sin democracia y sin peligro para sus privilegios y su posición histórica. No será fácil. Hay quien afirma que para llegar hasta allí, será necesario esperar que la muerte se los lleve.
Se remiten a que cuando Mao Zedong murió, la vieja guardia que dejó, fue defenestrada por los reformistas. Su viuda y sus más cercanos colaboradores fueron encarcelados. En Rusia, Gorbachov acabó con el Partido Comunista. Los advenedizos de KGB, oficiales jóvenes y ambiciosos, se encargaron de mantener las estructuras anti democráticas, pero sin los viejos militantes comunistas. Estos fueron sacrificados. Se quemaron en aquel fuego fatuo que fue la Perestroika.
La gerontocracia gobernante, eso que llaman dirigencia histórica, teme por su posición y sus prerrogativas. Es lógico que así sea. Sólo dos entre tales ancianos con poder, cuentan con un aval de realizaciones exitosas: Uno de ellos, Raúl Castro, el otro, Ramiro Valdés.
Uno fue el formador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y animador de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Se distinguió en la organización de las guerras coloniales en África y convirtió al ejército en la institución mejor organizada y más rentable. El otro, articuló el Ministerio del Interior (Minint) y la temida policía de Seguridad del Estado (DSE), uno de los pocos arquetipos de organización eficiente que queda en la Isla. Desde el punto de vista ciudadano, dos sinvergüenzas con un talento fuera de serie para incinerar sueños y fosilizar primaveras.
El resto, nos referimos a Juan Almeida, José Ramón Machado Ventura, Guillermo García Frías, Abelardo Colomé Ibarra, son sólo comparsas sin ilustración, talento, creatividad o cualquier otra cualidad que les distinga del resto, en una forma más o menos positiva. Su talento indiscutido ha sido sobrevivir a los cambios de humor de Fidel Castro y el hecho de haber sido distinguidos por este, a lo largo de su ya concluida ruta.
Pero sería muy loable respaldar estas afirmaciones con algunos datos. Juan Almeida, entre todos los ancianos es sin dudas, el más popular. Su fórmula para el éxito fue sencilla: No mató ni encarceló. Compuso canciones mediocres y otras malas. El resto del tiempo se dedicó a un donjuanismo muy del gusto popular machista en Cuba. Lo hizo claro está, luego de ocupar su lugar en el ataque a los cuarteles de Oriente, en el yate Granma y en la Sierra Maestra. Desde 1959 ha vivido su vidita.
Guillermo García Frías es el ejemplo más contundente de incompetencia y nepotismo que se conoce en Cuba. No cuenta con una tarea exitosa que le respalde. No consiguió hacer algo relevante o al menos correcto, en los últimos cincuenta años. Un perdedor y un fracasado total. Sólo cuenta con su lealtad a toda prueba a los dos hermanos. Sin lugar a dudas, esto ha sido suficiente.
En relación con Abelardo Colomé Ibarra y José Ramón Machado Ventura, otro es el cantar. Han trabajado duro. Ninguno ha escrito canciones ni obras de teatro. Son junto a Raúl Castro y Ramiro Valdés, personas que han demostrado una valía a partir de éxitos y lealtad probada. Pero lo han hecho en el anonimato y a la sombra de eso que llaman modestia. Ambos, en determinados y señalados momentos no han vacilado en adoptar posiciones que les han ganado el respeto de Fidel Castro y la protección, además del respeto y el reconocimiento de Raúl Castro.
Mientras los cambios que anhela el pueblo de Cuba, amenacen la posición de estos seis ancianos, en un futuro previsible, no habrá cambios. Cuando ya no estén, quizás hasta sean calificados como ‘Banda de los seis’ y se les culpe de todo lo malo que ha pasado y pasa en Cuba.
Mientras, en las esferas afines al poder verdeolivo se vive en el deslumbramiento del resplandor chino y las lecciones derivadas de Putin y la Rusia que articuló sin democracia. Para ellos, esta es la perspectiva real de futuro inmediato: Resplandor chino, aviones y policías secretos de Putin.
jgonzafeb@yahoo.com
Se remiten a que cuando Mao Zedong murió, la vieja guardia que dejó, fue defenestrada por los reformistas. Su viuda y sus más cercanos colaboradores fueron encarcelados. En Rusia, Gorbachov acabó con el Partido Comunista. Los advenedizos de KGB, oficiales jóvenes y ambiciosos, se encargaron de mantener las estructuras anti democráticas, pero sin los viejos militantes comunistas. Estos fueron sacrificados. Se quemaron en aquel fuego fatuo que fue la Perestroika.
La gerontocracia gobernante, eso que llaman dirigencia histórica, teme por su posición y sus prerrogativas. Es lógico que así sea. Sólo dos entre tales ancianos con poder, cuentan con un aval de realizaciones exitosas: Uno de ellos, Raúl Castro, el otro, Ramiro Valdés.
Uno fue el formador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y animador de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Se distinguió en la organización de las guerras coloniales en África y convirtió al ejército en la institución mejor organizada y más rentable. El otro, articuló el Ministerio del Interior (Minint) y la temida policía de Seguridad del Estado (DSE), uno de los pocos arquetipos de organización eficiente que queda en la Isla. Desde el punto de vista ciudadano, dos sinvergüenzas con un talento fuera de serie para incinerar sueños y fosilizar primaveras.
El resto, nos referimos a Juan Almeida, José Ramón Machado Ventura, Guillermo García Frías, Abelardo Colomé Ibarra, son sólo comparsas sin ilustración, talento, creatividad o cualquier otra cualidad que les distinga del resto, en una forma más o menos positiva. Su talento indiscutido ha sido sobrevivir a los cambios de humor de Fidel Castro y el hecho de haber sido distinguidos por este, a lo largo de su ya concluida ruta.
Pero sería muy loable respaldar estas afirmaciones con algunos datos. Juan Almeida, entre todos los ancianos es sin dudas, el más popular. Su fórmula para el éxito fue sencilla: No mató ni encarceló. Compuso canciones mediocres y otras malas. El resto del tiempo se dedicó a un donjuanismo muy del gusto popular machista en Cuba. Lo hizo claro está, luego de ocupar su lugar en el ataque a los cuarteles de Oriente, en el yate Granma y en la Sierra Maestra. Desde 1959 ha vivido su vidita.
Guillermo García Frías es el ejemplo más contundente de incompetencia y nepotismo que se conoce en Cuba. No cuenta con una tarea exitosa que le respalde. No consiguió hacer algo relevante o al menos correcto, en los últimos cincuenta años. Un perdedor y un fracasado total. Sólo cuenta con su lealtad a toda prueba a los dos hermanos. Sin lugar a dudas, esto ha sido suficiente.
En relación con Abelardo Colomé Ibarra y José Ramón Machado Ventura, otro es el cantar. Han trabajado duro. Ninguno ha escrito canciones ni obras de teatro. Son junto a Raúl Castro y Ramiro Valdés, personas que han demostrado una valía a partir de éxitos y lealtad probada. Pero lo han hecho en el anonimato y a la sombra de eso que llaman modestia. Ambos, en determinados y señalados momentos no han vacilado en adoptar posiciones que les han ganado el respeto de Fidel Castro y la protección, además del respeto y el reconocimiento de Raúl Castro.
Mientras los cambios que anhela el pueblo de Cuba, amenacen la posición de estos seis ancianos, en un futuro previsible, no habrá cambios. Cuando ya no estén, quizás hasta sean calificados como ‘Banda de los seis’ y se les culpe de todo lo malo que ha pasado y pasa en Cuba.
Mientras, en las esferas afines al poder verdeolivo se vive en el deslumbramiento del resplandor chino y las lecciones derivadas de Putin y la Rusia que articuló sin democracia. Para ellos, esta es la perspectiva real de futuro inmediato: Resplandor chino, aviones y policías secretos de Putin.
jgonzafeb@yahoo.com
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