jueves, 21 de agosto de 2008

Las calles para la libertad, Juan González Febles


Lawton, La Habana, agosto 21 de 2008, (SDP) El respeto a la libertad de expresión constituye una difícil asignatura, aún pendiente para el gobierno cubano. Nunca este gobierno se ha sentido inclinado a respetar este derecho. Las justificaciones siempre han transitado por la variante de la fortaleza sitiada. El diferendo con los Estados Unidos sirve al régimen militar cubano, para enquistarse en posiciones de fuerza frente a las crecientes demandas y exigencias de respeto a derechos civiles y políticos conculcados desde un tiempo que ya parece eterno.

Uno de los puntos que el régimen militar cubano se niega a discutir, es el relacionado con el derecho ciudadano a manifestarse en contra del gobierno, pacífica y ordenadamente en las calles.

Es aleccionadora la forma terminante en que el casi finado Fidel Castro, en su momento cerró toda posibilidad de diálogo en este sentido, cuando afirmó: “Las calles son de los revolucionarios”.

Cada vez que los opositores trataron y en algunas ocasiones escenificaron protestas pacíficas, estas fueron duramente reprimidas con fuerza policial excesiva y con empleo de fuerzas paramilitares, integradas fundamentalmente por elemento lumpen.

El régimen cubano ha sido brutal en su enfrentamiento a las aspiraciones de libertad de su principal, aunque no su único enemigo: el pueblo. Aquellos que se han atrevido a enfrentar su ira y salir a las calles que son de todos, han sido brutalmente reprimidos y en muchos casos enviados a presidio y condenados a largas penas de prisión.

Los nombres de Ángel Moya Acosta, Oscar Elías Biscet y Orlando Zapata, entre otros, han sentado un sano precedente de lucha. Estos hombres cumplen injustas penas de prisión por resistir la opresión de forma pacífica. Pero esto no ha sido óbice para que su ejemplo sea seguido en la actualidad por hombres y mujeres que asumen la aprensión y el peligro que esto representa y desde las calles de Cuba, reclaman libertad y derechos para todos.

Lázaro Joaquín Alonso Román milita en la organización que preside Jorge Luís García Pérez ‘Antúnez’. El Presidio Político Pedro Luís Boitel (PPPLB), ha sido la escuela de desobediencia civil de Lázaro Joaquín, ‘Lazarito’ para sus amigos y hermanos de lucha, cuenta con una interesante historia personal.

Nació en La Habana Vieja, en el barrio de Belén, en un solar (ciudadela) y en una zona clasificada como de alta marginalidad. Nos cuenta que conoció del movimiento opositor, mientras extinguía una sanción penal por una causa común en el centro penitenciario de Quivicán.

“Llevaba seis años preso. Entonces conocí a dos presos políticos en la Prisión de Quivicán. Los admiré por su postura y por la forma con que se comportaban con la población penal común. Ellos enseñaban y yo me acerqué. Comprendí que los que eran verdaderamente guapos, (valientes) eran los presos políticos. Los que luchaban y compartían el ideal de la libertad. Cuando salí de la cárcel en 1999, tomé una decisión: Si volvía a la cárcel, sería por ser como ellos. Yo tenía que crecerme para ser un luchador por la libertad como Antúnez. Lo sigo intentando”.

En la actualidad, vive en compañía de su esposa en la calle Francos, en Centro Habana, en el antiguo barrio La Victoria, rebautizado como ‘Pueblo Nuevo’. Esta es también una zona con un alto índice de marginalidad. Belinda Salas Tápanes, la compañera en la vida de Alonso Román, es además su hermana de lucha y de ideales libertarios. Belinda es presidenta de Flamur, la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales.

Ambas organizaciones, el PPPLB y Flamur han adoptado el estilo de desobediencia civil en las calles, como forma de lucha pacífica por el restablecimiento de la libertad y la democracia en Cuba.

En compañía de Antúnez, Lazarito ha sido golpeado y arrestado brutalmente por la policía de Seguridad del Estado. Los agentes y otras ‘cajas de resonancia’ al servicio de la Seguridad del Estado, les calumnian en un vano intento por descalificar este estilo de lucha. Variante que les confronta en las calles y para la que no tienen otra respuesta que la fuerza.

Flamur lleva adelante una campaña popular anti gubernamental: “Por la misma moneda”, sus activistas apoyados por PPPLB, han escenificado actos públicos de desobediencia civil. En ellos, luego de consumir en establecimientos consagrados a la moneda dura (cuc), los activistas pagan su consumo con la moneda devaluada con que el gobierno paga a los trabajadores el peso cup. Acto seguido y antes de ser arrestados, explican a los curiosos que acuden a ser testigos de estas asonadas, las razones que validan su lucha.

Lázaro Joaquín Alonso Román, es uno de los valientes empeñados en convertir ‘calles para revolucionarios’ en las Calles para la libertad de todos, para el bien supremo de todos.
jgonzafeb@yahoo.com

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