Lawton, La Habana, agosto 7 de 2008, (SDP) Para los que esperaron cambios sustanciales del general presidente Raúl Castro, llegó la decepción y llegó para quedarse. No habrá cambios y se apagaron aquellos bombillos, curiosamente rojos. Más que eso, el general piensa estrenar un régimen tan duro y tan represivo como el que caracterizó el mandato de Fidel Castro. El caso es que tendrá que hacerlo sin carisma, sin discursos y sin ilusiones. Así de sencillo.
Ya el general hizo la sucesión como la había planeado. Ahora vendrán las medidas más crueles, injustas e impopulares que Cuba haya conocido jamás. Lo peor de Stalin y Mao Zedong, combinado de forma armónica con las más descocadas fantasías fascistas y falangistas del casi difunto Comandante.
Raúl Castro y su equipo de gobierno preparan un paquete de medidas completamente impopulares. Para que estas sean instrumentadas con éxito, es menester sublimar la excelencia represiva, esta ha de ser inteligente, pero implacable.
Desde aumentos de precios hechos a capricho por una tecnocracia militar que desprecia al pueblo, hasta la más desoladora ausencia de derechos políticos, económicos y civiles. Con cárcel y paredón incluidos. Con muerte blanda para presos políticos y comunes molestos. En ocasiones ‘y como lo decida el mando’ llegará como tuberculosis, como hepatitis o como cualquier otro padecimiento antiguo renovado por nuestros eficientes ‘doctoras y doctores Mengele’, con y sin uniforme. Quizás hasta llegue en esa versión post moderna de KGB representada por las digoxinas y la intoxicación por metales pesados.
La sucesión ha concluido. La perspectiva política que la élite verdeolivo depara al pueblo de Cuba, no podría ser peor. Hablan de cincuenta años más de castrismo. El último discurso, (ya no tan breve) del general presidente el pasado 26 de julio, fue una apología culposa de todos los errores y las crueldades gratuitas de Fidel Castro en el poder.
Resulta ilustrativo, porque no hay ni habrá rectificaciones. Se trató de una reivindicación de antiguos errores que no han sido ni serán reconocidos como tales. Errores para los que la élite de gobierno no se siente obligada a pedir perdón. En parte porque se trata de que implícitamente se sienten habilitados para volverlos a cometer si tienen la necesidad y la oportunidad para ello.
Los bombillos rojos que una ilustre lista de nulidades vio encenderse, se apagaron definitivamente. Ahora pueden pensar en otra ‘tormenta de e-mail’ o mejor en una ‘depresión moderada de cuchicheos de pasillo’.
Los más optimistas hablan de ‘oposiciones toleradas’ y de ‘disidentes orgánicos’. Para morirse de risa. Llegó el momento para la elasticidad infinita de todos los arcos y de todos los oportunistas del mundo.
El gobierno de Raúl Castro se prepara para lo que será sin dudas la mayor prueba de fuego para su mandato: Es posible que el ‘imperialismo yanqui’ le imponga a Raúl Castro una convivencia sin restricciones de viajes y de envíos de remesas. En un futuro previsiblemente cercano, tendrán que mantenerse hasta sin embargo económico.
Concluida la sucesión, los demócratas cubanos enfrentarán la prueba más difícil entre todas. Algunos tendrán que vencer el cansancio, otros la vanidad y otros, el dolor y hasta la muerte. Los finales siempre están presididos por turbulencias.
jgonzafeb@yahoo.com
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