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Santa Clara, agosto 7 de 2008, (SDP) Cuba, tras la caída de la Unión Soviética, dejó de tener importancia estratégica. El sistema político-social denominado Revolución Cubana, ya no se usó más para chantajear a los pueblos en vías de desarrollo. Ese papel de actor privilegiado por ser el peón favorito de una de las superpotencias, cesó. Cerró el teatro donde exhibían la obra titulada Guerra Fría.
Las personas cuerdas en el mundo se aterrorizaron con el anuncio del diario ruso Izvestia. Se informó que Rusia como estado, desplegaría bombarderos estratégicos en Cuba y Venezuela. Seria la respuesta a la colocación de radares anti-misiles yanquis en la República Checa y a la ubicación de cohetes interceptores en Polonia, para protegerse de un ataque de Irán.
Todo se volvió de pronto sospechoso y creíble. El presidente electo de Venezuela, el inefable Hugo Rafael Chávez Frías, se encontraba casualmente de visita en la Federación Rusa. Realizaba un intercambio gubernamental para lograr acuerdos económicos. En estos, se incluía la compra de sofisticados armamentos al gigantesco país euroasiático.
Ninguna de las principales partes involucradas en el asunto, deseaban volver a los dramáticos sucesos de la Crisis del Caribe. Momento del mes de octubre de 1962 del pasado siglo XX, cuando la instalación de cohetes nucleares soviéticos en Cuba, puso al mundo al borde de una guerra atómica. Afortunadamente, todo abortó con la retirada de las armas rusas.
Pero hubo un acuerdo secreto entre las dos superpotencias, en el cual Estados Unidos de América se comprometió a no invadir la isla. Lo que trajo al uso, una increíble patente de corso por parte del Dr. Fidel Castro Ruz para implementar la subversión guerrillera y violenta en África, Asia y América Latina.
Los instantes culminantes fueron las ocupaciones de países completos, con extensiones territoriales enormes comparados con Cuba. La permanencia durante 16 años de gran número de tropas armadas en Angola y Etiopia, junto a los indiscutibles éxitos militares de generales y soldados cubanos, conllevó la elevación desmesurada de la autoestima de los gobernantes.
En sus cotidianas Reflexiones, el más enfermo de los hermanos Castro, publicó una titulada ‘La Estrategia de Maquiavelo’. En su escrito el Comandante en Jefe, crea un sentimiento de incertidumbre, tanto en la opinión pública nacional como internacional. Dio a entender a los lectores interesados que puede ser que se coloquen en Cuba esos superaviones.
Mientras hacía una gira de estado por algunos países de Europa, el gobernante Hugo Chávez se puso a tono con la situación. Realizó declaraciones provocativas y ambiguas. En sus palabras ni aseguró y mucho menos desmintió que se situarían bombarderos rusos con armas nucleares en su país o en Cuba. Tampoco si esos temas se habían tocado en las conversaciones.
Los gobernantes de Rusia vieron el peligro del asunto. Las declaraciones del general norteamericano Norton Schwartz, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, fueron lapidarias: “Si Rusia despliega bombarderos estratégicos en Cuba o cualquier país de América Latina, estaría cruzando la raya roja, lo cual sería inamisible para la seguridad de Estados Unidos”.
El Kremlin desmintió el satánico juego de los caudillos latinoamericanos. Lo comunicó a través de todos los medios diplomáticos y mediáticos posibles. Por si quedaban dudas, dejó claro que se percató de la manipulación de Fidel Castro y Hugo Chávez para crear una confrontación entre las grandes potencias militares. Algo muy conveniente al actual populismo latinoamericano.
Fidel Castro ha hecho sufrir a los cubanos casi 50 años, pues los odia. Todo por ser habitantes de una pequeña isla sin grandes recursos naturales. Hugo Chávez por el contrario, no posee la capacidad intelectual de su par, pero tiene un ego muy elevado. En sus manos está un país con alto valor por sus reservas de petróleo, pero sin importancia militar global hasta ahora.
Todo quedó en un aventurero bluff, atribuible a la necesidad de reconocimiento de estos caudillos izquierdistas. Fidel Castro antes de morir, quiere poner al mundo a punto de desaparecer, como ya lo hizo una vez. Mientras que Chávez, sueña con ser el protagonista de una nueva crisis atómica. Ambos padecen de nostalgia por tener valía estratégica.
cocofari62@yahoo.es
Santa Clara, agosto 7 de 2008, (SDP) Cuba, tras la caída de la Unión Soviética, dejó de tener importancia estratégica. El sistema político-social denominado Revolución Cubana, ya no se usó más para chantajear a los pueblos en vías de desarrollo. Ese papel de actor privilegiado por ser el peón favorito de una de las superpotencias, cesó. Cerró el teatro donde exhibían la obra titulada Guerra Fría.
Las personas cuerdas en el mundo se aterrorizaron con el anuncio del diario ruso Izvestia. Se informó que Rusia como estado, desplegaría bombarderos estratégicos en Cuba y Venezuela. Seria la respuesta a la colocación de radares anti-misiles yanquis en la República Checa y a la ubicación de cohetes interceptores en Polonia, para protegerse de un ataque de Irán.
Todo se volvió de pronto sospechoso y creíble. El presidente electo de Venezuela, el inefable Hugo Rafael Chávez Frías, se encontraba casualmente de visita en la Federación Rusa. Realizaba un intercambio gubernamental para lograr acuerdos económicos. En estos, se incluía la compra de sofisticados armamentos al gigantesco país euroasiático.
Ninguna de las principales partes involucradas en el asunto, deseaban volver a los dramáticos sucesos de la Crisis del Caribe. Momento del mes de octubre de 1962 del pasado siglo XX, cuando la instalación de cohetes nucleares soviéticos en Cuba, puso al mundo al borde de una guerra atómica. Afortunadamente, todo abortó con la retirada de las armas rusas.
Pero hubo un acuerdo secreto entre las dos superpotencias, en el cual Estados Unidos de América se comprometió a no invadir la isla. Lo que trajo al uso, una increíble patente de corso por parte del Dr. Fidel Castro Ruz para implementar la subversión guerrillera y violenta en África, Asia y América Latina.
Los instantes culminantes fueron las ocupaciones de países completos, con extensiones territoriales enormes comparados con Cuba. La permanencia durante 16 años de gran número de tropas armadas en Angola y Etiopia, junto a los indiscutibles éxitos militares de generales y soldados cubanos, conllevó la elevación desmesurada de la autoestima de los gobernantes.
En sus cotidianas Reflexiones, el más enfermo de los hermanos Castro, publicó una titulada ‘La Estrategia de Maquiavelo’. En su escrito el Comandante en Jefe, crea un sentimiento de incertidumbre, tanto en la opinión pública nacional como internacional. Dio a entender a los lectores interesados que puede ser que se coloquen en Cuba esos superaviones.
Mientras hacía una gira de estado por algunos países de Europa, el gobernante Hugo Chávez se puso a tono con la situación. Realizó declaraciones provocativas y ambiguas. En sus palabras ni aseguró y mucho menos desmintió que se situarían bombarderos rusos con armas nucleares en su país o en Cuba. Tampoco si esos temas se habían tocado en las conversaciones.
Los gobernantes de Rusia vieron el peligro del asunto. Las declaraciones del general norteamericano Norton Schwartz, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, fueron lapidarias: “Si Rusia despliega bombarderos estratégicos en Cuba o cualquier país de América Latina, estaría cruzando la raya roja, lo cual sería inamisible para la seguridad de Estados Unidos”.
El Kremlin desmintió el satánico juego de los caudillos latinoamericanos. Lo comunicó a través de todos los medios diplomáticos y mediáticos posibles. Por si quedaban dudas, dejó claro que se percató de la manipulación de Fidel Castro y Hugo Chávez para crear una confrontación entre las grandes potencias militares. Algo muy conveniente al actual populismo latinoamericano.
Fidel Castro ha hecho sufrir a los cubanos casi 50 años, pues los odia. Todo por ser habitantes de una pequeña isla sin grandes recursos naturales. Hugo Chávez por el contrario, no posee la capacidad intelectual de su par, pero tiene un ego muy elevado. En sus manos está un país con alto valor por sus reservas de petróleo, pero sin importancia militar global hasta ahora.
Todo quedó en un aventurero bluff, atribuible a la necesidad de reconocimiento de estos caudillos izquierdistas. Fidel Castro antes de morir, quiere poner al mundo a punto de desaparecer, como ya lo hizo una vez. Mientras que Chávez, sueña con ser el protagonista de una nueva crisis atómica. Ambos padecen de nostalgia por tener valía estratégica.
cocofari62@yahoo.es
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