jueves, 7 de agosto de 2008

SOCIEDAD, Deserciones y decepciones , Amarilis C. Rey



Managua, La Habana 7 de agosto de 2008 (SDP) El derecho a estudiar, de los ciudadanos en Cuba y la posibilidad de convertirse en profesionales, es uno de los pilares de exhibición del gobierno comunista.

Sin embargo, después de casi medio siglo, esta propaganda se ha revertido en la desilusión de muchos que reniegan de sus títulos universitarios y buscan en otras actividades la remuneración que no encuentran por sus conocimientos.

Este fue el criterio de un grupo de estos profesionales, residentes en Ciudad Habana, quienes coincidieron en un mercado de esta urbe capitalina.

Ana, una de las que opino sobre su situación, tiene 42 años y más de quince de graduada de ingeniera Química, laboro varios años vinculada al Ministerio del Azúcar. Ahora vende el yogurt que le suministra un campesino.

“Claro, que eso es ilegal, afirma. Él no puede hacer yogurt pues debe entregar toda la leche a los recolectores estatales, y mucho menos yo venderlo. Pero mientras no me descubran me va bien”.

Esta ingeniera que percibía por su empleo cerca de cuatrocientos pesos (unos veinte dólares) mensuales, asegura que con eso apenas podía comprar alimentos para ella y su pequeño hijo.

De su niño con tristeza comenta: “Él quiere estudiar informática, pero yo quisiera que se fuera con su padre a vivir fuera de Cuba para que no pase por todo lo que yo he tenido que pasar”.

Gloria estudió filología, pero también vende yogurt. Tiene 35 años, su padre es campesino, vive con su familia en una zona rural de la provincia habanera. “Pasaba muchas agonías con el transporte para llegar a mi trabajo, comenta. Y al final de mes, con lo que me pagaban, no me alcanzaba ni para comprarme un par de zapatos”.

Ana y Gloria visitan a diario las casas de sus clandestinos clientes, vendiéndoles un producto que sólo se puede comprar en las tiendas recaudadoras de divisas.

Alicia, otra de las que opinó, es licenciada en matemáticas; pero prefiere impartir clases particulares y clandestinas de canto a niños que la visitan de forma discreta en su casa.

Ella es aficionada a la música, y aprendió desde muy temprano a tocar la guitarra. También, junto a su esposo, confecciona cestos de mimbre que venden para aumentar los ingresos del hogar.

Mayra, es psicóloga, tiene treinta años y dos hijos. Hace algún tiempo dejó su profesión, dice que prefiere dedicarse a su familia y a su casa, que su empleo no le representaba nada económicamente. “Mi esposo tiene un trabajo por cuenta propia, con eso nos va bien”, aseguró.

Wualdo es médico, especialista en pediatría. Hace muchos años que ejerce su profesión, pero afirma que si no fuera por las remesas que le envía su familia desde Estados Unidos, no sabría como subsistir junto a su anciana madre. Dijo que su salario es de 560 pesos al mes, unos veintiocho dólares.

“La deserción masiva de profesionales hacia funciones y empleos diferentes de sus profesiones técnicas y académicas significa una cuantiosa pérdida para el país, agravando la crisis económicas que enfrentamos”. Dijo Enrique un licenciado en economía que hace varios años trabaja como portero en un hotel cuatro estrellas.

Los empleos en hoteles y centros turísticos, son una gran atracción para ingenieros, médicos, maestros y economistas, entre otros profesionales que no se sienten realizados con el fruto de sus conocimientos.

A pesar de esta situación, el gobierno continúa hablando de un gran caudal de capital humano, asegurando que existen más de ochocientos mil graduados por la revolución en disímiles carreras universitarias.
primaveradigital@gmail.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, imagínate, a pesar de todas las penurias económicas también se las pasan echándole en cara a todos esos "profesionales" que lo son gracias a la Roboinvolución. Si no hubiera sido por nosotros, hoy serías una guajira de Remanganagua, te jodimos la vida y estás obligada a agradecerlo...