jueves, 7 de agosto de 2008

SOCIEDAD, Vivir para comer o comer para morir, Yoel Espinosa Medrano, Cubanacán Press






Santa Clara, agosto 7 de 2008, (SDP) El mundo es complejo. Aunque existan semejanzas entre los habitantes de diferentes naciones, todos tienen idiosincrasia y hábitos culturales específicos. Tales hechos se muestran en la forma de vestir, el idioma, las tradiciones folklóricas, de cultos religiosos y alimenticios.

A la inversa del resto de las culturas que persisten en el globo terráqueo, en Cuba, la isla del Caribe, el arroz congrí, la carne de cerdo y la yuca con mojito de ajo, manteca y limón, constituyen la comida más apetecida en determinadas fechas. En estas ocasiones, las familias residentes dentro o fuera del territorio, recuerdan las más variadas fechas de reunión tradicional de fines de año, Navidad o inicios de un aniversario determinado. Lo hacen con una cena que tiene como centro, el menú apuntado al principio.

En la actualidad, más que algo enraizado, la realización de ese tipo de comida, para una cena o almuerzo, representa un lujo económico en la mayoría de los hogares de la Mayor de las Antillas. Esto está dado fundamentalmente por los desembolsos monetarios que deben ejecutar quienes decidan enfrentar ese reto en la reunión familiar.

Los cubanos, para sobrevivir, cambian, de una forma forzosa o no, los hábitos alimenticios. Aseguro que esto ha provocado trastornos de salud en gran parte de la población, incluso la infantil.

Entidades de Salud Pública, en sus informes, refieren alarmas por trastornos relacionados con bruscos cambios en la presión arterial desde edades tempranas. También por lesiones cardiovasculares, cerebro vasculares y óseos, entre otros diagnósticos. Se presenta además, mal funcionamiento de los diferentes órganos y sistemas fisiológicos que tienden a deteriorar el cuerpo humano.

En la década de los 90, el Viceministro de Salud Pública, al frente de Higiene y Epidemiología, de apellido Terry, expresó que la neuropatía que padecían los cubanos estaba motivada por desnutrición. Ese análisis, sacado por conclusiones científicas, le costó la destitución del cargo ministerial, más sanción de un año en “Plan Pijama” (permanecer en la vivienda hasta decisión de las autoridades). Posteriormente, lo ubicaron de director en un hogar de ancianos en Ciudad de La Habana.

Lo cierto es que, el especialista, no estaba lejos de la verdad, pues la escasa alimentación actual de los cubanos, con marcadas fluctuaciones en kilocalorías diarias, está basada en carbohidratos, grasa animal y otros comestibles que aceleran el deterioro del organismo.

Desde que el actual gobierno se instauró en el poder, a mediados del siglo XX, apareció la libreta de racionamiento (un mecanismo único en el mundo para lograr la igualdad alimenticia en las familias cubanas). Fue una idea concebida, tal vez con buenas intenciones, pero fallida en toda su ejecutoria.

La carne roja, más conocida como aquella perteneciente al ganado vacuno, sólo está al alcance de la minoría de la población. La que puede adquirirla en las denominadas tiendas de recaudación de divisas a abultados precios.
Cierto es que, por control y racionamiento, también ese alimento se vende a personas enfermas, avaladas por prescripción médica, y a algunos niños menores de 7 años, a ración de 8 y 6 onzas mensuales. Pero sólo con observar las cifras de consumo se saca un cálculo somero de los pocos que la consumen: Una parte ínfima de la población cubana.

El resto de los habitantes, exceptuando la cúpula gubernamental y los que reciben remesas del exterior, está obligado a olvidar ese alimento. Algunos se aventuran a adquirirlo en el mercado negro, con riesgo de ser encarcelados y cumplir condenas de hasta 20 años.

Irónicamente el Estado creó recientemente un sistema de venta de carne liberada en carnicerías que operan en moneda nacional, pero sólo ofertan producciones de cerdo, sus derivados embutidos o ahumados, muy dañinos a la salud humana por los grados de grasa animal, empleos de sal de nitro y otras sustancias nocivas.

Como es conocido, las frutas son un alimento saludable, pero para degustarlas hay que tener mucho cuidado debido a que la alta demanda y la poca oferta, origina que, vendedores particulares o estatales, recurran a componentes químicos para acelerar el proceso de maduración artificial.

En Villa Clara, al centro del país, los estudios realizados por especialistas de Salud Pública, demostraron que la violación de las normas técnicas en la elaboración de los alimentos, la mala conservación y manipulación, provocaron 46 brotes de intoxicación masiva durante el primer semestre del presente año. Producto de ello, 299 personas residentes en la localidad fueron hospitalizadas, incluidos 47 niños.

Nada amigo lector, para la mayoría de los habitantes del “Verde Caimán”, existen solamente dos caminos: saborear la comida tradicional, esa del cerdo asado, frito o en fricasé, ahí justo cuando se pueda. Esto es: vivir para comer o comer para morir en cualquier momento. Todo a causa de los malos hábitos alimenticios que provoca la carestía de la vida, así como las privaciones en el consumo balanceado de proteínas y otros nutrientes necesarios en el correcto funcionamiento fisiológico del organismo humano.
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