jueves, 12 de febrero de 2009

APRENDER CON LOS MAESTROS RUSOS, Guillermo Fariñas Hernández



Santa Clara, Villa Clara, febrero 12 de 2009, (SDP) La mayoría de los analistas de la realidad cubana actual aún están sorprendidos por el destino de la segunda visita al extranjero del presidente Raúl Castro Ruz. Casi todos esperaban que el próximo periplo fuese a la República Bolivariana de Venezuela, por ser el presidente Hugo Chávez Frías el principal soporte económico de Cuba.

La pequeña estancia realizada en la tierra venezolana fue solo de paso hacia la Cumbre de San Salvador de Bahía, en el coloso del sur de América, Brasil, donde el estado cubano fue aceptado en varios mecanismos de concertación de la región. Muchos admiradores del Fidelismo en Venezuela esperan una visita larga.

Sin embargo, el actual presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba inició un largo y nuevo itinerario al mundo exterior pero la nación escogida resultó la Federación Rusa, su antiguo socio ideológico y también el otrora más importante abastecedor en bienes materiales y de consumo.

Esta actitud del general de ejército se hace demasiado sospechosa pues va contra el discurso oficial del equipo de gobierno Raulista, que plantea como tarea primordial la reinserción de la isla en el contexto latinoamericano. Los pasos supuestamente incoherentes en asuntos políticos siempre levantan suspicacias.

A partir del año 2004, se produjo la inclusión de la Cuba Castrista en la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), una iniciativa de corte populista promovida por el presidente venezolano Hugo Chávez. Su último capítulo se vio hace poco con la inserción del gobierno cubano en el Grupo de Río.

No pocos estudiantes latinoamericanos y fundamentalmente venezolanos que estudian en la central ciudad de Santa Clara, se sienten hasta traicionados por no haber tenido la primicia del estadista totalitario. Ellos consideran y no sin fundamentos que la Revolución Cubana se ha sostenido desde 1999 por el Chavismo.

Unos siempre solidarios latinoamericanos residentes temporalmente en Cuba aguardaban porque Raúl Castro agasajara con su presencia a los muy fieles mandatarios de Bolivia, Ecuador o Nicaragua. Se han quedado con un palmo de narices ante el viaje al gigante euroasiático del sustituto de Fidel.

Pero a los estudiosos de mayor veteranía respecto al castro-comunismo ya nada les sorprende, porque tienen la certeza que Raúl ha ido a hacer lo que mejor ha sabido hacer toda la vida: conspirar. La Revolución Cubana en realidad es una gran falacia que tomó el poder precisamente debido a una conspiración.

Los agraviados educandos izquierdistas son muy jóvenes todavía para comprender que en cuanto a política, primero se tienen intereses y solo después amigos.

La dinastía de los hermanos Castro necesita mantener el poder político para continuar con las ofertas de la subversiva solidaridad que los caracteriza.

El hecho de ser por Rusia el recorrido de la máxima figura del gobierno de Raulistas encaramados en el poder debe ser interpretado como que el camino escogido de los inminentes cambios será La Variable Rusa.

El lector debe percatarse de la composición oficial de la delegación, pero sobre todo de la no oficial. Dentro de esta, están dos personajes claves para el futuro del castro-comunismo, el coronel Alejandro Castro Espín y el doctor en medicina Antonio Castro Soto de Valle. Según los deseos de sus respectivos padres, Raúl y Fidel, ellos serán los responsables de dar continuidad al Proyecto Revolución Cubana.

Raúl y su comitiva fueron a mamar de la fuente original en los “cosméticos cambios democráticos” ocurridos en la tierra de León Tolstoi, manipulados por el aparato de inteligencia-contrainteligencia de la KGB. Mientras en público conversan con Dimitri Medvedev, en secreto se sentarán con Vladimir Putín y sus oficiales.

Ellos explicarán los métodos de inteligencia con que minimizaron al internacionalmente reconocido movimiento disidente ruso y así lograron que quienes dirigían en el comunismo soviético continuaran en el poder en el tránsito al capitalismo.

La neutralización de la oposición interna cubana es tarea prioritaria. Anular a la disidencia no violenta dentro de la isla sin necesidad de encarcelamientos o del uso de la violencia es lo que fueron a aprender. De cómo introducir a altos funcionarios gubernamentales o del partido único al lado de los oponentes auténticos más propensos a ser embaucados.

Nada sorprende por el estado desesperado en que se encuentra el poder del Castrismo en la Cuba de hoy, con su líder histórico en vísperas de la muerte y su sucesor demasiado enfermo en su ancianidad. Lo que se comenta tras las bambalinas del Fidelismo es que fueron a aprender a cambiar con los maestros rusos.
cocofari62@yahoo.es

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