Arroyo Naranjo, La Habana, febrero 12 de 2009 (SDP) Hace tiempo me llama la atención ver por Tele Sur la expresión imperturbable de los generales venezolanos presentes cuando el presidente Hugo Chávez, en sus discursos, pronuncia los peores exabruptos y desatinos.
Recientemente leí que miembros de la Fuerza Armada Nacional de Venezuela que por razones obvias prefirieron mantener el anonimato, refieren que la inteligencia militar constantemente pone a prueba a los oficiales para establecer quienes actuarían a favor del gobierno chavista “en una situación de crisis máxima”.
La mayor parte de los 14 000 oficiales del ejército venezolano fueron formados dentro de moldes éticos, militares e ideológicos bien apartados de los que impulsan Hugo Chávez y sus asesores cubanos. Luego del golpe de estado de abril del 2002, cerca de mil altos oficiales han sido purgados por no mostrar suficiente fidelidad al gobierno chavista.
La vigilancia de la inteligencia militar chavista llega al extremo de grabar en video las reacciones que reflejan los rostros de los oficiales cuando el presidente Chávez pronuncia sus discursos más incendiarios, para buscar señales de desaprobación.
Según las mismas fuentes, “todos los oficiales han aprendido a controlar sus emociones para no dar el más mínimo indicio de lo que piensan o sienten.”
Para los que viven en una sociedad abierta, la supuesta vigilancia sobre los gestos de los oficiales venezolanos parecerá absurdamente kafkiana. O mejor, orwelliana. También parecían ridículas y exageradas las informaciones sobre los gulags y demás atrocidades de Stalin que leían en la prensa los cubanos antes de 1959. Después, ya no tuvieron prensa libre qué leer y se vieron bajo un régimen lo más parecido al estalinista.
Cualquier cubano sabe bien lo que es tener a alguien que nos vigile la expresión del rostro y el tono de la voz. Desde la enseñanza primaria hasta la tumba nos miden el entusiasmo y la lealtad. El policía de la esquina, el jefe de sector, el responsable de vigilancia del CDR, el director de la escuela, el administrador de la empresa, el custodio del almacén, el secretario del núcleo del Partido, los tipos de la brigada de respuesta rápida, el chivato del barrio. Todos prestos a hacernos pagar cara la mueca. Desgraciados los que no sabemos y no podemos disimular.
Los venezolanos corren ahora mismo ese riesgo. Sólo tienen que votar el 15 de febrero a favor de la enmienda a la Constitución Bolivariana que permita la reelección indefinida de Hugo Chávez. Entonces, el ex golpista y temperamental teniente coronel gobernará Venezuela como si fuera el Fuerte Tiuna. Y alguien, por si las dudas, vigilará las expresiones en los rostros de todas las venezolanas y los venezolanos. Como en Cuba.
luicino2004@yahoo.com
Recientemente leí que miembros de la Fuerza Armada Nacional de Venezuela que por razones obvias prefirieron mantener el anonimato, refieren que la inteligencia militar constantemente pone a prueba a los oficiales para establecer quienes actuarían a favor del gobierno chavista “en una situación de crisis máxima”.
La mayor parte de los 14 000 oficiales del ejército venezolano fueron formados dentro de moldes éticos, militares e ideológicos bien apartados de los que impulsan Hugo Chávez y sus asesores cubanos. Luego del golpe de estado de abril del 2002, cerca de mil altos oficiales han sido purgados por no mostrar suficiente fidelidad al gobierno chavista.
La vigilancia de la inteligencia militar chavista llega al extremo de grabar en video las reacciones que reflejan los rostros de los oficiales cuando el presidente Chávez pronuncia sus discursos más incendiarios, para buscar señales de desaprobación.
Según las mismas fuentes, “todos los oficiales han aprendido a controlar sus emociones para no dar el más mínimo indicio de lo que piensan o sienten.”
Para los que viven en una sociedad abierta, la supuesta vigilancia sobre los gestos de los oficiales venezolanos parecerá absurdamente kafkiana. O mejor, orwelliana. También parecían ridículas y exageradas las informaciones sobre los gulags y demás atrocidades de Stalin que leían en la prensa los cubanos antes de 1959. Después, ya no tuvieron prensa libre qué leer y se vieron bajo un régimen lo más parecido al estalinista.
Cualquier cubano sabe bien lo que es tener a alguien que nos vigile la expresión del rostro y el tono de la voz. Desde la enseñanza primaria hasta la tumba nos miden el entusiasmo y la lealtad. El policía de la esquina, el jefe de sector, el responsable de vigilancia del CDR, el director de la escuela, el administrador de la empresa, el custodio del almacén, el secretario del núcleo del Partido, los tipos de la brigada de respuesta rápida, el chivato del barrio. Todos prestos a hacernos pagar cara la mueca. Desgraciados los que no sabemos y no podemos disimular.
Los venezolanos corren ahora mismo ese riesgo. Sólo tienen que votar el 15 de febrero a favor de la enmienda a la Constitución Bolivariana que permita la reelección indefinida de Hugo Chávez. Entonces, el ex golpista y temperamental teniente coronel gobernará Venezuela como si fuera el Fuerte Tiuna. Y alguien, por si las dudas, vigilará las expresiones en los rostros de todas las venezolanas y los venezolanos. Como en Cuba.
luicino2004@yahoo.com
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