jueves, 12 de febrero de 2009

DOS CAMINOS, UN MISMO DESTINO, Alejando Tur Valladares



Cienfuegos, febrero 12 de 2009, (Jagua Press-SDP) El hecho de que en la isla no se haya logrado articular una alternativa política con fuerza suficiente como para constituirse en agente de cambio, lleva a los analistas políticos, a imaginar la solución cubana a partir de la crisis generacional que ya se hace evidente.

Estos lanzan sus apuestas de cambio, afirmados en dos aspectos; la muerte de los octogenarios que hoy rigen nuestros destinos y las ansias de cambio que cada vez se hacen más visibles entre quienes se autodefinen como revolucionarios. Esta tesis es avalada por una serie de eventos atípicos, que en los últimos tiempos se verifican en la sociedad cubana.

Baste sólo citar algunos ejemplos: la protesta de los intelectuales ante los intentos de rehabilitar a antiguos censores dentro del Ministerio de Cultura. La intervención del joven Eliécer Ávila ante el Presidente del Parlamento, el Sr. Ricardo Alarcón de Quezada, y la confesión hecha por el primero, durante una entrevista, que refiere la disposición de sus compañeros para tomar partido a su lado. Está el documento programático que un grupo de comunistas ha elaborado, donde se pide se implementen cambios estructurales y que pretenden presentar en el sexto congreso del PCC, a celebrar probablemente durante el año en curso.

Recuérdese la naturaleza hipercrítica de muchos debates laborales realizados por trabajadores, en su inmensa mayoría jóvenes. A estos, se les dio luz verde para que patentizaran su sentir en cuanto a las nuevas normativas que el oficialismo pretende implementar en ese campo. Las muy significativas declaraciones hechas recientemente en España, a un diario local, por el cantautor cubano Pablo Milanes, reflejan de forma representativa -a través de quien era todo un símbolo del compromiso revolucionario- la desavenencia, con el actual régimen de un grupo significativo de artistas e intelectuales. Estas son algunas de las evidencias que demuestran, que se ha producido una ruptura entre la vieja ortodoxia comunista y el pensamiento reformista de los nuevos tiempos.

Por su parte, la oposición política interna tiene su propia visión de futuro. Sin dejar de reconocer que los esfuerzos desplegados hasta hoy, han sido tan heroicos como estériles. Estos han derivado en la obtención de espacios sociales muy limitados. Pero hay que tener en consideración que el camino recorrido y el precio pagado, no ha sido en balde. Este esfuerzo sostenido la ha dotado de una experiencia y un conocimiento único, que la convierte en el segmento social más apto para desmontar la maquinaria totalitaria.

El surgimiento de la organización Agenda para la Transición, abre nuevos senderos por los que la oposición política, seguramente intentará llegar al Dorado, que es la democracia. Agenda, una suerte de parlamento en el que militan muchas de las figuras reconocidas de la disidencia interna, pretende animar instituciones civiles que al margen del oficialismo funcionen como un gobierno paralelo, en el que la sociedad reconozca a un representante legítimo y en el que deposite su confianza y autoridad.

Si miramos a todo el espectro político isla adentro, descubrimos que se lleva a cabo un reordenamiento en el discurso y las ideas que otrora se propugnaban. En tal sentido pocos son los que sostienen la viabilidad de muchas políticas aceptadas y aplaudidas en el pasado. Ese es el caso de las medidas restrictivas impuestas por la saliente administración norteamericana que limita el envío de remesas y la frecuencia en los viajes de los cubanos americanos a la isla.

Hoy parece imponerse el criterio de que para el castrismo, resulta más nocivo el discurso conciliador, que el grito de guerra. Este le priva de la justificación histórica que expresa: “si no implementamos los cambios que reclama la comunidad mundial y nuestra propia sociedad es porque estamos siendo agredidos”.

Ambas opciones podrían potenciarse si tenemos en cuenta que el entorno internacional se presenta adverso para la dictadura. Por un lado la crisis económica y por el otro el retroceso de la extrema izquierda en América Latina. Esto presagia que el 2009 será un año decisivo para la consecución de la democracia. Y, aunque la sociedad cubana tenga ante sí, más de un camino que recorrer, lo importante es que converjan en un mismo destino de libertad y aperturas.
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