jueves, 19 de febrero de 2009

MIRAR DESDE LEJOS, Juan González Febles


Lawton, La Habana, febrero 19 de 2009, (SDP) Alguien con mucha sabiduría dijo en memorable ocasión, que cuando se comparaban los despachos de los corresponsales extranjeros acreditados en Cuba, con los de la prensa nacional independiente, era como si reportaran desde países diferentes. Esa y no otra fue mi impresión cuando leí en el blog personal de Fernando Ravsberg, su trabajo “Perogrulladas” y en el, sus descargos contra Radio y Televisión Martí.

Cuando se mira la realidad nacional desde los espacios segregados para extranjeros o para la nomenklatura de gobierno, se mira desde lejos. Lo peor, se mira con cristales que distorsionan la realidad, con una óptica que favorece escandalosamente a una dictadura cincuentenaria. La misma que le brinda al Sr. Ravsberg la precaria hospitalidad de que disfruta.

Ravsberg se sumó al coro que demanda el fin de Radio Martí, aunque no lo hace directamente. Alega que Radio Martí carece de credibilidad, que no se oye y TV Martí, no se ve. Lo primero es bastante discutible, en cuanto a lo demás, es tan cierto como que en las prisiones cubanas se maltrata. Pero sobre prisiones, nuestro amigo Ravsberg jamás ha dicho una palabra.

Los múltiples desencuentros de Radio y Televisión Martí con la Isla madre y su realidad, son la otra cara de la misma moneda de desencuentros, entre el sector empoderado cubano americano y la realidad que les rebasó desde Cuba, tan cerca y para ellos tan lejos.
Radio Martí cambio para mal cuando salió de Washington. La politiquería local de Miami la carcomió. Dejó de ser lo que fue en tiempos de ‘La tremenda corte’ y ‘Ruthmini’. Se ausentó el patriotismo y el aliento de servicio público a Cuba de su origen.
A pesar de todo lo anterior, Radio Martí se oye muy mal y TV Martí no se ve. La dictadura ha hecho inversiones millonarias para bloquear a Radio y TV Martí. Lo consiguieron en toda la línea con TV Martí. No lo han logrado aún con Radio Martí. El propio Ravsberg lo reconoce a partir de su versión sobre el sonado incidente de la embajada de México en La Habana.
No pienso como asegura Ravsberg que en aquel momento, Radio Martí sacara de contexto las declaraciones del canciller Castañeda de México, para provocar una estampida migratoria en la capital en dirección a la sede diplomática mexicana. Fue algo mucho más sencillo: los radioyentes escucharon lo que querían escuchar. Por otra parte, aquel incidente puso de relieve otra perogrullada, Radio Martí se oye. Se oye mal, pero se oye… muy atentamente.

Sin entrar en consideraciones sobre el carácter oportuno o no del momento escogido por los líderes nacionales de la oposición interna, para cuestionar a Radio y TV Martí, cierto es que se impone la acuciante necesidad de hacer cambios. El principal de ellos, sería llevar la emisora de regreso a Washington. Unas cuantas renuncias y cambios en la programación completarían un paquete parcial de medidas emergentes.

Lo relacionado con las interferencias radioelectrónicas, entra en el reino de la voluntad política de Washington. Si se trata de un compromiso real con la libertad y la democratización de Cuba, se vencerá la bendita interferencia. Si no, otro burócrata del mismo Washington, conducirá a Radio Martí al mismo ‘cul de sac’, donde reposan en paz tantos millones de USD consagrados a fines bastante distanciados del provecho de la sociedad civil cubana y la libertad y la democratización de la Isla.

Para concluir con el Sr. Ravsberg, es una verdadera lástima que mire desde lejos. Esperaba más de un profesional avezado que conoce a “dos de los más importantes disidentes”, y a más de dos de los más importantes funcionarios del gobierno a cargo de disidentes y de la permanencia o no en Cuba de corresponsales acreditados. No importa si estos tienen o no familia y pareja cubana. Se trata de personas con amplia experiencia acumulada en el cincuentenario negocio de separar familias.
jgonzafeb@yahoo.com

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