Santa Clara, Villa Clara, febrero 19 de 2009, (CP-SDP) La política de segregación llevada a efecto en Sudáfrica se aplicó y aún se aplica en diferentes sectores de la economía cubana. Ese es el motivo por el que algunos colegas han catalogado de Apartheid la discriminación de los cubanos en esferas como el turismo o el transporte.
Reseñaré las diferencias y deficiencias en parte de la infraestructura de este último sector. El contexto de las disímiles terminales de ómnibus a lo largo y ancho del país. Son imputadas por su ministerio a la falta de financiamiento, según expresan algunos directivos y trabajadores.
Dentro del proceso de remodelación efectuado en diferentes instalaciones de ómnibus en la isla, encontramos las que brindan el servicio interprovincial perteneciente a la firma “Astro”. Estas gozan de privilegios por encima de otras, a pesar de que su objetivo de la generalidad es el mismo: atender y transportar pasajeros.
Dos ejemplos de ello lo constituyen las destinadas para el citado servicio en las provincias Ciudad de la Habana y Santa Clara. Instalaciones totalmente pintadas, con gran parte de sus áreas interiores climatizadas con equipos de aire acondicionado e incorporación de losas nuevas. Mantienen la limpieza en sus salas las 24 horas. Para el esparcimiento de los viajeros, los salones de espera cuentan con televisores marca PANDA o Haier de factura China. La oferta de productos en las cafeterías y tiendas, tanto en moneda nacional como en pesos convertibles, es calificada de asequible por los clientes.
Lo contrario ocurre en la terminal situada frente a la bahía habanera, en el municipio capitalino Habana Vieja. La lista de espera “La Coubre” es el lugar de tránsito utilizado por los pasajeros que no poseen boleto de retorno hacia el centro u oriente del país. El caminar se dificulta por los cientos de personas que acumulan en su interior. En horario de la madrugada, se emplea un único baño para hombres, mujeres y niños. Eventualmente se ofertan alimentos en horas de la noche.
Durante el período invernal, el frío azota fuertemente a los transeúntes. La instalación, de unos cien metros de largo por 20 de ancho y unos seis de alto, posee numerosas aberturas en sus paredes laterales de mampostería, que simulan ventanales. Enrejadas con cabillas de acero de unos tres metros cuadrados aproximadamente, facilitan que el aire penetre.
Por la insuficiencia de asientos, viajeros de diferentes edades y sexos duermen sobre el piso. Emplean sabanas y colchas para taparse. Del mismo modo, decenas de mendigos mugrientos que pernoctan en el lugar, cubren sus cuerpos con cajas de cartón o con nylon. Por esos motivos, a la terminal la apodan “el asentamiento árabe”.
En las terminales que priorizan el traslado entre municipalidades, como ocurre en el poblado villaclareño de Ranchuelo, existe desequilibrio entre el monto de la inversión realizada en el inmueble y la oferta que brinda a los pasajeros. Es deficitaria en numerosas ocasiones por la falta de transporte.
La totalidad de estos locales cierran sus puertas alrededor de las 11 p.m., producto del temor de ser asaltados por jóvenes frustrados que utilizan el robo como medio de subsistencia Ello origina que los viajeros se vean obligados a pernoctar en sus áreas exteriores durante la madrugada. Por lo poco funcionales, las llaman museos.
Un último escalón lo ocupan las terminales intermunicipales, como la ubicada en la ciudad de Santa Clara, capital de Villa Clara. El traslado de pasajeros se realiza generalmente a través de camiones de diferentes procedencias, modelos y marcas. La falta de vehículos en horas de la tarde invade la soledad tanto en el área del andén como en su interior. El servicio de alimentos es intermitente.
Debido a la carencia de bombillas, la zona de embarque en la instalación, la más longeva de su tipo del centro del país, es oscura en horario nocturno. Debido a las numerosas filtraciones, el piso se transforma en un río cuando ocurren precipitaciones. Las paredes están sucias y un 80 % del falso techo sin restaurar. Su forma semicircular simula una carpa circense.
primaveradigital@gmail.com
Reseñaré las diferencias y deficiencias en parte de la infraestructura de este último sector. El contexto de las disímiles terminales de ómnibus a lo largo y ancho del país. Son imputadas por su ministerio a la falta de financiamiento, según expresan algunos directivos y trabajadores.
Dentro del proceso de remodelación efectuado en diferentes instalaciones de ómnibus en la isla, encontramos las que brindan el servicio interprovincial perteneciente a la firma “Astro”. Estas gozan de privilegios por encima de otras, a pesar de que su objetivo de la generalidad es el mismo: atender y transportar pasajeros.
Dos ejemplos de ello lo constituyen las destinadas para el citado servicio en las provincias Ciudad de la Habana y Santa Clara. Instalaciones totalmente pintadas, con gran parte de sus áreas interiores climatizadas con equipos de aire acondicionado e incorporación de losas nuevas. Mantienen la limpieza en sus salas las 24 horas. Para el esparcimiento de los viajeros, los salones de espera cuentan con televisores marca PANDA o Haier de factura China. La oferta de productos en las cafeterías y tiendas, tanto en moneda nacional como en pesos convertibles, es calificada de asequible por los clientes.
Lo contrario ocurre en la terminal situada frente a la bahía habanera, en el municipio capitalino Habana Vieja. La lista de espera “La Coubre” es el lugar de tránsito utilizado por los pasajeros que no poseen boleto de retorno hacia el centro u oriente del país. El caminar se dificulta por los cientos de personas que acumulan en su interior. En horario de la madrugada, se emplea un único baño para hombres, mujeres y niños. Eventualmente se ofertan alimentos en horas de la noche.
Durante el período invernal, el frío azota fuertemente a los transeúntes. La instalación, de unos cien metros de largo por 20 de ancho y unos seis de alto, posee numerosas aberturas en sus paredes laterales de mampostería, que simulan ventanales. Enrejadas con cabillas de acero de unos tres metros cuadrados aproximadamente, facilitan que el aire penetre.
Por la insuficiencia de asientos, viajeros de diferentes edades y sexos duermen sobre el piso. Emplean sabanas y colchas para taparse. Del mismo modo, decenas de mendigos mugrientos que pernoctan en el lugar, cubren sus cuerpos con cajas de cartón o con nylon. Por esos motivos, a la terminal la apodan “el asentamiento árabe”.
En las terminales que priorizan el traslado entre municipalidades, como ocurre en el poblado villaclareño de Ranchuelo, existe desequilibrio entre el monto de la inversión realizada en el inmueble y la oferta que brinda a los pasajeros. Es deficitaria en numerosas ocasiones por la falta de transporte.
La totalidad de estos locales cierran sus puertas alrededor de las 11 p.m., producto del temor de ser asaltados por jóvenes frustrados que utilizan el robo como medio de subsistencia Ello origina que los viajeros se vean obligados a pernoctar en sus áreas exteriores durante la madrugada. Por lo poco funcionales, las llaman museos.
Un último escalón lo ocupan las terminales intermunicipales, como la ubicada en la ciudad de Santa Clara, capital de Villa Clara. El traslado de pasajeros se realiza generalmente a través de camiones de diferentes procedencias, modelos y marcas. La falta de vehículos en horas de la tarde invade la soledad tanto en el área del andén como en su interior. El servicio de alimentos es intermitente.
Debido a la carencia de bombillas, la zona de embarque en la instalación, la más longeva de su tipo del centro del país, es oscura en horario nocturno. Debido a las numerosas filtraciones, el piso se transforma en un río cuando ocurren precipitaciones. Las paredes están sucias y un 80 % del falso techo sin restaurar. Su forma semicircular simula una carpa circense.
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