Santa Clara, Villa Clara, febrero 12 de 2009, (SDP) Los valores sociales en la Cuba actual se dieron por perdidos hace ya mucho tiempo. Los principios seguidos por los hombres y mujeres residentes en la isla constituyen ejercicios retóricos en los cuales nadie cree. Una sociedad sin buenos valores se convierte en una selva donde el ser humano es su propio enemigo.
En esta vorágine objetiva pescan los inescrupulosos oficiales de los órganos de Inteligencia-Contrainteligencia del estado cubano. La falta de valía ética entre la ciudadanía es proverbial y notoria a cada paso. Entre los uniformados solo cuenta obtener resultados para recibir prebendas del gobierno.
Los siempre anónimos analistas de los Equipos Multi Disciplinarios (EMD) se ensañan con las debilidades de los adversarios políticos del régimen castrista. A través del dominio de sus ciencias respectivas, señalan a los oficiales operativos los mejores puntos en los cuales atacar.
La actitud normal ante la lucha pacífica de algunos opositores no violentos se ve mermada o cambiada radicalmente al ser extorsionados por los represores. Cuando sus compañeros de ideas se percatan del surgimiento de incoherencias inexplicables, es que ya las presiones de los punitivos comienzan a hacer su efecto.
Son puntos vulnerables entre aquellos que se enfrentan descarnadamente y sin ocultar su identidad a las autoridades gubernamentales cubanas los que pretenden exiliarse del país por los distintos programas de refugiados políticos ofrecidos por algunas sedes diplomáticas acreditadas en La Habana.
Así mismo, son considerados puntos frágiles de los disidentes los que tienen un familiar cercano como preso común o los que regentan cualquiera de los prolíficos negocios ilícitos a que obliga la caótica situación económica de la nación. El tener un trabajo por cuenta propia también aumenta esa vulnerabilidad.
Del mismo modo consideran los integrantes de los Equipos Multi Disciplinarios (EMD) que tener orientación homosexual hace a los adversarios débiles. Además a los que tienen adicciones como el consumo de drogas y el alcoholismo. Igualmente hace endeble el hecho de ser promiscuo en las relaciones heterosexuales.
Algo paradójico se puede apreciar en la psiquis de estos individuos convertidos por coacción en Agentes Chantajeados, según son denominados en la peculiar jerigonza de la oficialidad de la Seguridad del Estado cubana. La incongruencia es que estos agentes en sus fueros internos desprecian al sistema totalitario que los intimida.
Como seres humanos se desprecian a sí mismos por no tener el valor de asumir todas las pérdidas que conlleva ser opositor al fidelismo. Eso les acarrea marcados sufrimientos. La autoestima con que cuenta cada ser conciente sobre la tierra es algo que no se ve pero nadie puede prescindir de ella.
Una lucha silenciosa se desata incluso cuando ya viven en el exilio y en aparente libertad respecto a las garras de las fuerzas represivas. Es una liberación marcadamente relativa y hasta virtual, debido a que saben de la existencia de un expediente en algún lugar que contiene todo lo despreciable que un día hicieron cuando traicionaron sus ideales.
Estos traidores no públicos, que traicionaron en primer lugar a sus propias concepciones, pueden tener materialmente de todo en la diáspora. Pero bien conocen, a la vez, que temen de algo indispensable para vivir en paz y en armonía consigo mismo, que es poseer el alma limpia ante la vida y sus semejantes.
Quienes no se traicionan y tampoco abdican de sus principios, son seguidores fieles de José Martí y Pérez, el apóstol de la independencia cubana, quien dijo: “La libertad cuesta cara y acarrea muchos sinsabores y sacrificios, por lo que para tenerla es mejor sacrificarse o aprender a vivir sin ella”.
Aquellos opositores auténticamente libres, de cuerpo y espíritu, nunca cambian sus valores éticos por ceder a un chantaje represivo. Todo depende de las circunstancias y más allá de estas, de las convicciones de ser un verdadero agente del cambio hacia la civilización y la democracia contra la barbarie comunista.
El pastor bautista Homero Carbonell González, de la Primera Iglesia Bautista de Santa Clara “La Trinidad”, dice: “Tratar de hacer cambios políticos en una sociedad totalitaria como la nuestra es ante todo un acto de amor”. Ahí está la clave del asunto para no devenir en un agente del régimen. El amor a la libertad es el único antídoto.
cocofari62@yahoo.es
En esta vorágine objetiva pescan los inescrupulosos oficiales de los órganos de Inteligencia-Contrainteligencia del estado cubano. La falta de valía ética entre la ciudadanía es proverbial y notoria a cada paso. Entre los uniformados solo cuenta obtener resultados para recibir prebendas del gobierno.
Los siempre anónimos analistas de los Equipos Multi Disciplinarios (EMD) se ensañan con las debilidades de los adversarios políticos del régimen castrista. A través del dominio de sus ciencias respectivas, señalan a los oficiales operativos los mejores puntos en los cuales atacar.
La actitud normal ante la lucha pacífica de algunos opositores no violentos se ve mermada o cambiada radicalmente al ser extorsionados por los represores. Cuando sus compañeros de ideas se percatan del surgimiento de incoherencias inexplicables, es que ya las presiones de los punitivos comienzan a hacer su efecto.
Son puntos vulnerables entre aquellos que se enfrentan descarnadamente y sin ocultar su identidad a las autoridades gubernamentales cubanas los que pretenden exiliarse del país por los distintos programas de refugiados políticos ofrecidos por algunas sedes diplomáticas acreditadas en La Habana.
Así mismo, son considerados puntos frágiles de los disidentes los que tienen un familiar cercano como preso común o los que regentan cualquiera de los prolíficos negocios ilícitos a que obliga la caótica situación económica de la nación. El tener un trabajo por cuenta propia también aumenta esa vulnerabilidad.
Del mismo modo consideran los integrantes de los Equipos Multi Disciplinarios (EMD) que tener orientación homosexual hace a los adversarios débiles. Además a los que tienen adicciones como el consumo de drogas y el alcoholismo. Igualmente hace endeble el hecho de ser promiscuo en las relaciones heterosexuales.
Algo paradójico se puede apreciar en la psiquis de estos individuos convertidos por coacción en Agentes Chantajeados, según son denominados en la peculiar jerigonza de la oficialidad de la Seguridad del Estado cubana. La incongruencia es que estos agentes en sus fueros internos desprecian al sistema totalitario que los intimida.
Como seres humanos se desprecian a sí mismos por no tener el valor de asumir todas las pérdidas que conlleva ser opositor al fidelismo. Eso les acarrea marcados sufrimientos. La autoestima con que cuenta cada ser conciente sobre la tierra es algo que no se ve pero nadie puede prescindir de ella.
Una lucha silenciosa se desata incluso cuando ya viven en el exilio y en aparente libertad respecto a las garras de las fuerzas represivas. Es una liberación marcadamente relativa y hasta virtual, debido a que saben de la existencia de un expediente en algún lugar que contiene todo lo despreciable que un día hicieron cuando traicionaron sus ideales.
Estos traidores no públicos, que traicionaron en primer lugar a sus propias concepciones, pueden tener materialmente de todo en la diáspora. Pero bien conocen, a la vez, que temen de algo indispensable para vivir en paz y en armonía consigo mismo, que es poseer el alma limpia ante la vida y sus semejantes.
Quienes no se traicionan y tampoco abdican de sus principios, son seguidores fieles de José Martí y Pérez, el apóstol de la independencia cubana, quien dijo: “La libertad cuesta cara y acarrea muchos sinsabores y sacrificios, por lo que para tenerla es mejor sacrificarse o aprender a vivir sin ella”.
Aquellos opositores auténticamente libres, de cuerpo y espíritu, nunca cambian sus valores éticos por ceder a un chantaje represivo. Todo depende de las circunstancias y más allá de estas, de las convicciones de ser un verdadero agente del cambio hacia la civilización y la democracia contra la barbarie comunista.
El pastor bautista Homero Carbonell González, de la Primera Iglesia Bautista de Santa Clara “La Trinidad”, dice: “Tratar de hacer cambios políticos en una sociedad totalitaria como la nuestra es ante todo un acto de amor”. Ahí está la clave del asunto para no devenir en un agente del régimen. El amor a la libertad es el único antídoto.
cocofari62@yahoo.es
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