jueves, 12 de febrero de 2009

UN JUEGO DIFÍCIL Editorial Nro. 55

Puede decirse que a la oposición interna cubana le toca pasar por la más difícil de las pruebas a que ha estado sometida. O lucha por el poder político con seriedad y determinación, o se suicida de forma pública ante la conciencia ciudadana de la nación.

Hemos escuchado con alarma los ecos sobre movimientos de carácter político, orientados al exterior, que van más dirigidos a la bachata mediática extranjera que al interés nacional que sustenta el pueblo cubano en la Isla. Hemos sabido de esfuerzos dirigidos desde el exterior con el propósito de duplicar organizaciones políticas y de la sociedad civil, radicadas en la Isla y con todo un aval de trabajo ampliamente reconocido. Hay quien en su delirio, pretende etiquetar la patente de un esfuerzo ciudadano, como si se tratara de la receta de un frasco de pastillas o de un refresco de su pertenencia.

Otra cuestión emergente tiene que ver con el dictador que llevamos dentro. Sobre todos los cubanos, pesa un lastre de 50 años de voluntarismo y de arbitrariedades institucionales. La mayoría de nuestros líderes, procede del aparato
político-administrativo del régimen que hoy combaten. Esto implica que atravesaron un doloroso proceso que les llevó de la disensión a la oposición. Algunos de los mejores, no logran discernir aun qué no estar con ellos, no es estar contra ellos. Falta tolerancia y falta madurez. En fin, todo este accionar estúpido, irresponsable o simplemente mal intencionado, debe cesar.

En otro orden de cosas, el ‘hombre-muerto-que-reflexiona’, la emprendió contra el mandatario norteamericano, Barack Obama, en alguno de sus últimos trabajos. Los descargos guardan sospechosas semejanzas con afirmaciones hechas por el presidente iraní, Ahmadinejad (perdonen la ortografía) en relación con el discurso de Obama y el ramo de oliva tendido desde Washington.

Resulta evidente la necesidad de tensiones y confrontación que emparenta a los malvados con barbas y poder. En el plano interno, se sabía con anticipación que de poco servirían los gestos del presidente Obama frente a la élite verdeolivo. Pero todo esto es intrascendente, nuestra libertad no la firmará ningún presidente norteamericano. Depende del pueblo cubano y de la inteligencia y el tesón de su vanguardia política.
SDP

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