Managua, La Habana, febrero 26 de 2009. (SDP). La idea que tuvo el gobierno de Cuba, dentro de la llamarada Revolución Energética, de distribuir efectos electrodomésticos a todos los núcleos familiares de la isla, parece que no ha dado buenos resultados.
Apoyándose en los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), una organización creada por Fidel Castro pero que el régimen asegura que es no gubernamental, y los jóvenes trabajadores sociales, entregó tras la firma de compromisos de pagos de los beneficiarios, un módulo de utensilios domésticos, entre ellos una hornilla y dos cazuelas eléctricas. Pero tras su uso cotidiano, muchos de esos equipos se han roto y al escasear las piezas de recambio, se les puede ver amontonado en las esquinas interiores de cualquier taller de reparación.
De acuerdo con el comentario de uno de los técnicos que se ocupa de esos menesteres, los equipos rotos ya forman cementerios de trastes chinos. “El caso más crítico es el de las hornillas eléctricas porque no han resistido su uso diario y continuado y no tenemos forma de resolver ese problema en el taller”, aseguró mientras le decía a una señora descorazonada porque su pequeña cocina no tenía por el momento solución.
Sin embargo, las filas de personas para tratar de resolver las roturas de los equipos son un espectáculo de todos los días.
En lo que fue hasta hace muy poco la sede de la Asociación de Combatientes, en Managua, municipio Arroyo Naranjo, y donde ahora está el taller de reparación de esos artículos, en días recientes un oficial del Ministerio del Interior daba rienda suelta a su disgusto ante la rotura de la hornilla eléctrica de su hogar.
“Llevo dos días viniendo y no he resuelto nada. Ayer no vino el técnico, me dijeron que hoy y ya son más de la doce y todavía nada”, decía el oficial mientras se movía inquieto por todo el salón de espera. Tras entrar a unas de las áreas de reparación sin ser llamado y recibir la reprimenda de una empleada que le dijo que no podía encontrarse en ese lugar, replicó molesto: “Con este uniforme yo entro a donde me dé la gana”.
El incidente suscitó diferentes comentarios, entre ellos el de una señora de la segunda edad que trató de calmarlo manifestándole: “No se desespere que si la puede arreglar, después tiene que buscar lo que va a cocinar en ella”.
Lo destacado, y a veces trágico, de este asunto es que al entregársele sin otra opción a la población esos equipos eléctricos domésticos que han resultado de pésima factura, fue retirado el servicio de gas y anulada la venta de cualquier otro combustible para la cocción de los alimentos.
Dentro de todo ese contexto, al estilo de una broma cruel, comisiones del Partido Comunista están visitando los hogares de quienes no han cumplido con los pagos de los módulos para presionarlos, incluso con amenazas hasta de años de cárcel, para que abonen el precio señalado por esos artículos.
Al parecer, el Estado no se ha percatado de que nada más que en preocupaciones domésticas diarias, las familias cubanas ya han pagado con creces esos equipos electrodomésticos de pésima calidad.
amarilisrey@yahoo.com
Apoyándose en los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), una organización creada por Fidel Castro pero que el régimen asegura que es no gubernamental, y los jóvenes trabajadores sociales, entregó tras la firma de compromisos de pagos de los beneficiarios, un módulo de utensilios domésticos, entre ellos una hornilla y dos cazuelas eléctricas. Pero tras su uso cotidiano, muchos de esos equipos se han roto y al escasear las piezas de recambio, se les puede ver amontonado en las esquinas interiores de cualquier taller de reparación.
De acuerdo con el comentario de uno de los técnicos que se ocupa de esos menesteres, los equipos rotos ya forman cementerios de trastes chinos. “El caso más crítico es el de las hornillas eléctricas porque no han resistido su uso diario y continuado y no tenemos forma de resolver ese problema en el taller”, aseguró mientras le decía a una señora descorazonada porque su pequeña cocina no tenía por el momento solución.
Sin embargo, las filas de personas para tratar de resolver las roturas de los equipos son un espectáculo de todos los días.
En lo que fue hasta hace muy poco la sede de la Asociación de Combatientes, en Managua, municipio Arroyo Naranjo, y donde ahora está el taller de reparación de esos artículos, en días recientes un oficial del Ministerio del Interior daba rienda suelta a su disgusto ante la rotura de la hornilla eléctrica de su hogar.
“Llevo dos días viniendo y no he resuelto nada. Ayer no vino el técnico, me dijeron que hoy y ya son más de la doce y todavía nada”, decía el oficial mientras se movía inquieto por todo el salón de espera. Tras entrar a unas de las áreas de reparación sin ser llamado y recibir la reprimenda de una empleada que le dijo que no podía encontrarse en ese lugar, replicó molesto: “Con este uniforme yo entro a donde me dé la gana”.
El incidente suscitó diferentes comentarios, entre ellos el de una señora de la segunda edad que trató de calmarlo manifestándole: “No se desespere que si la puede arreglar, después tiene que buscar lo que va a cocinar en ella”.
Lo destacado, y a veces trágico, de este asunto es que al entregársele sin otra opción a la población esos equipos eléctricos domésticos que han resultado de pésima factura, fue retirado el servicio de gas y anulada la venta de cualquier otro combustible para la cocción de los alimentos.
Dentro de todo ese contexto, al estilo de una broma cruel, comisiones del Partido Comunista están visitando los hogares de quienes no han cumplido con los pagos de los módulos para presionarlos, incluso con amenazas hasta de años de cárcel, para que abonen el precio señalado por esos artículos.
Al parecer, el Estado no se ha percatado de que nada más que en preocupaciones domésticas diarias, las familias cubanas ya han pagado con creces esos equipos electrodomésticos de pésima calidad.
amarilisrey@yahoo.com
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