Marianao, La Habana, febrero 19 de 2009, (SDP) Vuelve a la carga el achaparrado Teniente Coronel en Jefe de Venezuela. No le ha bastado con la anterior derrota y busca otra en su humilde aspiración a convertirse en arrendatario perpetuo del Palacio de Miraflores. Por supuesto, que para el bienestar perpetuo del pueblo venezolano, entidad a la que el pequeño caudillo está dispuesto a servir por el resto de sus años. Por muchos que estos sean, saben de muy buena fuente que sólo él será capaz de hacerlo. En resumen, señores, Chávez es el hombre.
Admirable síntesis de Fulgencio Batista, a quien se da cierto aire, Juan Domingo Perón, de quien hereda el uniforme y el populismo, y de su Gran Padre político, cuyo ejemplar record de años mandándolo todo pretende igualar. Actualmente agrega a su imitación, el rasgo de recurrir a la pluma para defenderse a sí mismo a través de sus “líneas de Chávez”. Si por el momento, no consigue la reproducción incesante de las mismas en absolutamente todos los medios de (in)comunicación del país, no importa. O no tiene este morocho quien le escriba, o su autoestima llega al Pico del Ávila.
Si no procura asegurarse la Reelección Perpetua, va por la lezamiana Posibilidad Infinita de ser reelecto,- y que me perdone el gran poeta por meterlo en este rollo, pero el autor de sus días también fue militar, y él mismo nació en el Campamento de Columbia.
En nuestros países sabemos que es costumbre electoral que el Partido de Gobierno gane, acaso por aquello de malo conocido, y en esto hay que reconocerle la excepción a Batista en el 1944. Eso, mientras gana tiempo para aburrir de continuismo lo mismo a opositores que a seguidores y así convencerlos para quitarse de encima esa costosa ceremonia, que habrá sido ya degradada de electoral a electorera.
No obstante, es justo considerar que ha preguntado formalmente en varias ocasiones a los venezolanos si están mayoritariamente de acuerdo con sus modestas ambiciones políticas, alternativa esta que los ilustres hijos del pequeño Birán han ignorado. Como revolucionarios, se autoerigen sin exhibicionismo público de ninguna clase. Para implantar el sui géneris sistema del monopartidismo y el monopropietariado, tampoco recurrieron a esas farsas electorales ridículas, tan peligrosas para el bienestar perpetuo del pueblo, felizmente subordinado a sus Zaratustras.
Recuerdo en aquella larga noche de abril del 2002, la imagen televisiva de un Chávez recién liberado, mucho más delgado y menos jactancioso, empuñando el librito de su nueva Constitución como si fuese una Biblia, mientras juraba a Cristo obedecerla estrictamente. Hoy sabemos la brevísima vigencia de estos juramentos políticos.
Si por fin este pequeño hombre vuelve a perder, como quiera Dios que así sea, aún le quedarán otros 4 años para volver por la picada. ¿Como era que llamaban sus alabarderos a ese precursor olvidado que se llamó Gerardo Machado y Morales? ¿Sería El Egregio?
primaveradigital@gmail.com
Admirable síntesis de Fulgencio Batista, a quien se da cierto aire, Juan Domingo Perón, de quien hereda el uniforme y el populismo, y de su Gran Padre político, cuyo ejemplar record de años mandándolo todo pretende igualar. Actualmente agrega a su imitación, el rasgo de recurrir a la pluma para defenderse a sí mismo a través de sus “líneas de Chávez”. Si por el momento, no consigue la reproducción incesante de las mismas en absolutamente todos los medios de (in)comunicación del país, no importa. O no tiene este morocho quien le escriba, o su autoestima llega al Pico del Ávila.
Si no procura asegurarse la Reelección Perpetua, va por la lezamiana Posibilidad Infinita de ser reelecto,- y que me perdone el gran poeta por meterlo en este rollo, pero el autor de sus días también fue militar, y él mismo nació en el Campamento de Columbia.
En nuestros países sabemos que es costumbre electoral que el Partido de Gobierno gane, acaso por aquello de malo conocido, y en esto hay que reconocerle la excepción a Batista en el 1944. Eso, mientras gana tiempo para aburrir de continuismo lo mismo a opositores que a seguidores y así convencerlos para quitarse de encima esa costosa ceremonia, que habrá sido ya degradada de electoral a electorera.
No obstante, es justo considerar que ha preguntado formalmente en varias ocasiones a los venezolanos si están mayoritariamente de acuerdo con sus modestas ambiciones políticas, alternativa esta que los ilustres hijos del pequeño Birán han ignorado. Como revolucionarios, se autoerigen sin exhibicionismo público de ninguna clase. Para implantar el sui géneris sistema del monopartidismo y el monopropietariado, tampoco recurrieron a esas farsas electorales ridículas, tan peligrosas para el bienestar perpetuo del pueblo, felizmente subordinado a sus Zaratustras.
Recuerdo en aquella larga noche de abril del 2002, la imagen televisiva de un Chávez recién liberado, mucho más delgado y menos jactancioso, empuñando el librito de su nueva Constitución como si fuese una Biblia, mientras juraba a Cristo obedecerla estrictamente. Hoy sabemos la brevísima vigencia de estos juramentos políticos.
Si por fin este pequeño hombre vuelve a perder, como quiera Dios que así sea, aún le quedarán otros 4 años para volver por la picada. ¿Como era que llamaban sus alabarderos a ese precursor olvidado que se llamó Gerardo Machado y Morales? ¿Sería El Egregio?
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