jueves, 25 de septiembre de 2008

Aquel viejo escribidor de verbo fácil, Guillermo Fariñas Hernández.


Santa Clara, setiembre 25 de 2008, (SDP) Al anciano artista Don Severiano el periódico Vanguardia al fin lo homenajeó. En la edición semanal del día 6 de septiembre, el órgano oficial del Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba en Villa Clara, publicó un artículo titulado: “Severo Bernal ¿El declamador olvidado?, bajo la firma de Juana Rosa Vázquez Díaz.

Lo que la autora afirma en ese trabajo periodístico no está en desacuerdo, con las opiniones de los residentes del populoso y marginal barrio El Condado. En este lugar, el Viejo Severiano pasó los últimos días de su existencia y por sus características oratorias siempre fue respetado, a pesar del machismo allí predominante.

Con lo que no están conformes aquellos que conocieron a Severo Bernal, es precisamente con lo que no se dice en las páginas de Vanguardia, lo que se le oculta a la nueva generación de lectores. Que el declamador y escritor de piel negra fue discriminado doblemente, por ser un negro y sobre todo, por ser homosexual.

En sus declamaciones, hacía énfasis en la negritud dentro de la sociedad cubana. Los ideólogos extremistas del Partido Socialista Popular (PSD) y del Movimiento 26 de Julio, lo asociaron con las tesis de verdadera reivindicación a los negros. Por ello fue fichado como desafecto a la Revolución y esto trajo que lo vigilaran estrechamente.

El propio Arnaldo Milián Castro, quien fungía como primer secretario del Partido Comunista de Cuba en la antigua provincia de Las Villas, dio la orden de cesarlo como colaborador de la radio emisora CMHW, por ser un fragante desviado sexual. A partir de ese momento se creó un vacío alrededor del creador.

Su puesto tradicional de tipógrafo le fue quitado por no ser confiable políticamente en ese mismo periódico que hoy le dedica una reseña, por lo que se vio en la necesidad de mendigar trabajo en otros organismos que poseían imprentas. Hasta ser recogido, cual un apestado, por una rotativa del Consejo Nacional de Cultura.

Este puesto laboral a la postre también lo perdió, según le explicaron por ‘Desviaciones Ideológicas’. Todo por no abandonar a su pareja, a quien visitaba y con quien se solidarizaba, pues su joven compromiso amoroso permanecía encarcelado por el sólo hecho de ser persona inclinada a su mismo sexo.

Los viajes a la provincia de Camagüey se hicieron cotidianos y desgastadores para Severo con casi 50 años, debido a que su media naranja estaba en edad de pasar el Servicio Militar Obligatorio (SMO) y resultó llamado a filas. Pero por sus preferencias sexuales se le encarceló en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).

Un dúo de uniformados de la Seguridad del Estado se hizo legendario en aquella etapa por los hostigamientos a Severiano. Ellos fueron los ya fallecidos oficiales de la Seguridad del Estado, Luís Felipe Denis y Oscar Peña, quienes cumplían órdenes precisas del comandante Aníbal Vélaz, el delegado del Ministerio del Interior.

En el artículo nada se le comunica al lector respecto a estas tantas represiones sufridas por Severo Bernal. La articulista solo opta por una crítica entre líneas, como para evitar confrontaciones con los censores ideológicos. Por corta, reza así: “Olvidado en la década de los 60 por las autoridades culturales de la ciudad……”.

En el libro del ensayista y escritor Luís Machado Ordetx con el titulo “Coterráneos”, este le hace una entrevista a Severo Bernal, donde se tocan muy superficialmente las humillaciones y represiones que padeció. Cualquier observador de la realidad cubana comprende que para los censores es un tema tabú.

Un gran amigo y homólogo suyo entendió que la tragedia de Don Severiano era la de vivir en una ciudad provinciana como Santa Clara. Ese fue el todavía vivo Luís Carbonell, a quien nombran como declamador El Acuarelista de la Poesía Antillana, quien infructuosamente intentó convencerlo para que se trasladara a La Habana.

Severo se negó a esto durante toda su vida, pues deseaba brillar en su ciudad natal. Solo cuando el campo socialista europeo se desmoronaba, a la dirigencia política le dio oportunidad a algunos otrora por ella defenestrados. Don Severiano tuvo la dicha de estar entre esos pocos y recibió tardíos homenajes oficiales en su patria chica.

Su popularidad entre los jóvenes residentes de la marginal y violenta barriada del Condado se debió a la precariedad en que sobrevivía. Don Severiano daba clases oratorias a los adolescentes de cómo enamorar a una mujer. También enseñaba a redactar cartas de amor a los de menos edad, como los antiguos escribidores.

Este trabajo no constituye una crítica a los colegas Juana Rosa Vázquez Díaz o Luís Machado Ordetx. Su merito es que sacaron de lo ignoto a Severo Bernal, considerado una alimaña maligna para el surgimiento del Hombre Nuevo. Pero como ellos no pueden escribir con total libertad, por eso les completamos sus notas.

Ya Severo Bernal ha dejado de estar olvidado para sus paisanos. La publicación de este artículo, es su retardada victoria ante sus detractores. Siempre será recordado por todos sus vecinos en la pobrísima cuartería donde murió, allá en la calle Ciclón entre San Cristóbal y San Juan Bosco, aquel viejo escribidor de verbo fácil.
cocofari62@yahoo.es
Nota:
Si el lector desea consultar véase: http://www.vanguardia.co.cu/

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