jueves, 4 de septiembre de 2008

LA TESTOSTERONA DEL JEFE, Luis Tornés Aguililla. Agosto de 2008.


Con mucha sorna y durante dos días, tanto por teléfono como viniendo a casa so pretexto de saludarme, mis amigos franceses me echaron en cara la agresión física de un atleta cubano contra un árbitro en los últimos juegos olímpicos.
Tuve que cargar con aquello y no me quedó más remedio porque explicarles las razones profundas de tales actos hubiese sido hundirme en un lodazal. En Francia, el medioevo civil hace rato que quedó para los libros de historia, de modo que los franceses no nos entienden porque no saben de nuestra miseria nacional.
Esta gente buena de Francia ignora que el público, en los cines cubanos, se llenaba de orgullo y se sentía " machote de verdad " cuando ciertos actores se revolcaban en guiones constelados de palabras groseras envueltas en la testosterona del comediante en jefe y lo mismo ocurre hoy con esa literatura de solar que los arrebatados del postguevarismo europeo nos quieren vender como la expresión de " lo más auténticamente cubano ". ¡ Vaya tropilla !.
EN EL FONDO DE NASA.
A decir verdad, ese hatajillo que se agita entre salones y cocteles no pasa de ser el eruto póstumo del castrofascismo pero, en mi modesta opinión, ellos no tienen ninguna culpa de lo que son.
En este asunto de la violencia visible, tanto la del atleta como la del escribidor prosaico o la del bufón del Ministerio de Relaciones Exteriores hay que denunciar el fondo del problema, el cual fue y es, el cálculo alevoso por parte de los infames iluminados destructores de nuestro país.
Los europeos no saben que una de las líneas directrices del control psicológico de la " masa revolucionaria " fue siempre en Cuba la apología de la violencia en todas sus versiones como necesidad de Estado.
Flojo, desviado y mucho más era aquel o aquella que no pensara y actuara con la necesaria dosis de virilidad que " la Revolución " reclamaba y, ¡ ay del que pronunciara una " s " final !. Había que hablar " macho " y sin nunca dar señas de querer imitar la jerga de los burgueses al servicio del capitalismo internacional.
El escándalo del atleta pateador es una breve expresión, un detalle en la triste realidad de Cuba.
De ese atascadero sólo podremos salir cuando los liberticidas dejen para siempre el poder y que los cubanos puedan sentarse a pensar por qué parte empezar a zurcir el trapo.
¡ Dios y ayuda !.

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