jueves, 4 de septiembre de 2008

¿El socialismo bueno?, Luís Cino





Arroyo Naranjo, La Habana, setiembre 4 de 2008, (SDP) En las alturas, o desde la cama, quien sabe, pusieron el freno. Por el momento, triunfó la mentalidad retranquera sobre el pragmatismo de los que aplaudían aquello de “cambiar lo que fuera preciso cambiar”. Por las reticencias en los cambios (que de cualquier forma eran a cuenta gotas) y alguna que otra reflexión del Compañero Fidel, el patinazo se veía venir.

¿Alguien creyó que allá arriba se tomaron en serio el parpadeo de los bombillos rojos? ¿Que hay decepción entre la población por las expectativas defraudadas? Los que puedan, que se hospeden en hoteles y disfruten sus telefonitos celulares. Los demás, que se conformen con que ya no montan camellos, sino en guaguas chinas y bielorrusas.

La elite geriátrica puede descansar de esfuerzos impropios a su edad y concentrarse en vivir la buena vida y los privilegios que se ganaron a tiros. Ya pueden dejar de desgastarse en anunciar (cual si fuera el cuento de la buena pipa) sus intenciones de perfeccionar el socialismo real que sobrevivió, vestido de verde olivo, al que hablaba en ruso y moraba en el Kremlin cuando no vacacionaba en el Mar Negro o en sus dachas de las afueras de Moscú.

La buena noticia para los comunistas que aspiran a poder salvar algo con el reciclaje, es que en Cuba aún quedan militantes del Partido Único con dos (y hasta tres) dedos de frente, capaces de preocuparse por “la rara especie de situación revolucionaria que podría desatarse imprevistamente y cuya evolución pudiera capitalizar el enemigo”.

Los comunistas sensatos, rara avis por acá en estos tiempos, están en sus casas, en el Plan Pijama, dándose sillón. Antes eran funcionarios o militares. Ahora dan charlas enjundiosas a los pocos que los visitan y a los menos que se atreven a escucharlos. Analizan lo que escriben los periodistas Luís Sexto cada viernes en Juventud Rebelde o Soledad Cruz en kaosenlared cuando se lo permiten, se lo orientan o ciertas fases de la Luna la hacen escribir sin bozal.

Algunos hasta redactan y firman programas de reformas en la mesa del comedor y luego, como Cuba Debate es el blog personal del Compañero Fidel, los envían para kaosenlared. Tal es el caso del ex tanque pensante Pedro Campos Santos, que propone un programa de 13 puntos para alcanzar “un socialismo democrático y participativo”.

Ante tanta crisis económica y escasez de alimentos como hay en el mundo, suena de lo más bonito esto del socialismo bueno, perfumado y con la carita lavada. El problema es que el socialismo, sin centralismo, razón de Estado, prohibiciones, cárceles ni policía política, es un cuento de hadas. No sé que diría Rosa Luxemburgo.

Escribió Luís Sexto el 29 de agosto en Juventud Rebelde: “Cuando corrijamos las distorsiones que retrasan el mecanismo de cambiar lo que debe ser cambiado, se extiendan fórmulas de participación socialista más efectivas, se trascienda la inoperancia del formalismo y las consignas se fundamenten en una socialización más palpable y ejecutable, el proyecto cubano de socialismo, con lo cristalizado y lo que aún queda por concretar, podrá ser una alternativa más racional a las aberraciones del capitalismo”.

Si Lázaro Barredo en lugar de ser el director de Granma tuviera ruedas, pudiera ser una bicicleta. No lo dudo. ¿Pero cuando el socialismo cubano sería eso que cuenta Luís Sexto? A juzgar por los frenazos y bandazos de la dirigencia histórica, será como lo sueña Sexto, el día que a la rana le salgan pelos.

Soledad Cruz, Pedro Campos Santos y sus compañeros con pijamas tan rayados como el bikini de Eva María, pasarán las de Caín para hacer entender (incluso a los que leen a Luís Sexto con emoción) la conveniencia de recrear el socialismo el día después del fracaso de pasado mañana. Aunque les hablen de libertades individuales, pequeña propiedad privada y democracia participativa, se mostrarán renuentes a oír “una muela socialista” a la vera de la fogata con la caldosa.

No lo digo por mí, que va y por nostalgia (o falta de costumbre), en las primeras elecciones libres que haya, capaz que me dé por votar por algún candidato social demócrata o neo socialista. Ya hay muchos suspicaces que creen adivinar en el documento del socialismo participativo, auto gestionario y democrático según Campos Santos, otra maniobra del régimen (o de un sector de él) para distraer y ganar más tiempo.

Los burócratas de la elite comunista son quienes debían, en vez de elucubrar planes represivos de emergencia y otras sandeces, prestar atención y promover, si no lo hacen ya a escondidas, la buena nueva del “socialismo bueno”. Después de todo, son ellos con su testarudez obcecada, los que corren el riesgo de quedar como el gallo de Morón, pero sin cacareo.

Los jerarcas pudieran quedar colgados de la brocha si confían demasiado en que siempre podrán contar con los encargados de la represión. Para los que sólo cumplían órdenes, hay vida después de la dictadura. Los militares no tienen nada que perder, siempre habrá un ejército para la defensa nacional. Los segurosos, por su parte, sólo tendrán que reacomodar su trabajo y en lugar de vigilar disidentes, dedicarse a combatir la droga y el delito. ¿Por qué van a echar su suerte entonces con la de una pandilla de parásitos e incapaces?

La previsora Izquierda Pijama, antes que el Partido Comunista lo pierda todo en la explosión, redactó (o le encargaron redactar) un programa para que algo se salve del naufragio. Los retranqueros del inmovilismo que no esperen morir de viejos en las próximas semanas, debían ser los más interesados y agradecidos por el salvavidas de los 13 puntos de Campos y sus compañeros.

Vuelvo a lo que escribió Luís Sexto el 29 de agosto: “El condicionamiento del miedo a perderlo todo puede cultivar una tendencia al inmovilismo como gesto defensivo. Y sentirse inmóvil es más incómodo e inútil que andar a pie”.Aunque eso, apunto yo, equivalga a apearse del Lada y hacer otros sacrificios.
luicino2004@yahoo.com

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