jueves, 25 de septiembre de 2008

Pesos a ochenta centavos, José a. Fornaris



Managua, La Habana, septiembre 25 de 2008, (SDP) La Tremenda Corte, de acuerdo con la opinión mayoritaria de los que peinan canas, incluido especialistas del medio, ha sido el programa humorístico más popular de la historia de la radio en Cuba.

El personaje estelar era Tres Patines, siempre terminaba tras las rejas. Sus andanzas estaban llenas de “estafillas” tan peculiares y muchas veces tan contrastante con las posibilidades de alcanzar éxito en los objetivos que el le planteaba a sus “víctimas”, que las situaciones siempre causaban risa.

La diversión en ese programa estaba asegurada, pero “se acabó la diversión. Llegó el comandante y mandó a parar”, dijo el cantante Carlos Puebla en uno de sus números y eso resultó profético al ciento por ciento.

Hubo uno de esos libretos donde Tres Patines le planteó a Rudesindo, el inefable gallego, que invirtiera en un negocio donde se iban a obtener grandes ganancias.

El asunto era comprar pesetas (monedas de 20 centavos) a quince centavos. Durante el juicio, Tres Patines, que siempre era el acusado, alegó en su defensa que el negocio en verdad era bueno, lo único malo era que a la gente no le había interesado hacer ese tipo de transacción.

Todo es problema de circunstancias. Pues eso que quería hacer Tres Patines hace más de cincuenta años, y que en su momento parecía un absurdo, está más o menos ahora sucediendo en La habana.

Hay algunas personas, pocas hasta el momento, que están dando ochenta centavos por un peso, y la gente gustosa efectúa el cambio.

Esto sucede porque los nuevos ómnibus articulados no tienen cobrador. Han sido sustituidos por una alcancía donde se debe depositar el precio del pasaje que es de cuarenta centavos.

Como es difícil encontrar un comercio donde exista deseo de fraccionar los pesos, pues hay que echar el peso en la alcancía. Por lo tanto es mejor cambiarlo por ochenta centavos, porque de esa manera se pierde nada más que el 20 por ciento.

Claro, en eso piensan las personas respetuosas, otras suben al ómnibus por la puerta del medio y por las dos de atrás, y no pagan absolutamente nada.

Lo de las alcancías en los ómnibus se está convirtiendo en otra destacada manifestación de indisciplina social. Porque está sucediendo también- un diario oficialista se refirió al asunto hace pocas semanas- que algunos pasajeros depositan en las alcancías monedas sin valor en Cuba, pesos doblados y partidos a la mitad o cualquier otra cosa que sea pequeña y plana.

En los años ochenta del pasado siglo XX, también los ómnibus en la isla tuvieron alcancías. La diferencia con las actuales es que aquellas eran de factura artesanal, y las de ahora son adquiridas con los propios vehículos.

Aquello no dio ningún resultado, porque no sólo la gente echaba en las alcancías lo que se les ocurriera, sino que además, hubo chóferes procesados ante los tribunales por violentar esas vasijas y apoderarse del dinero recaudado.

Nadie sabe a ciencia cierta porque las alcancías regresaron. Tampoco parece eso sea una preocupación que le malogre el sueño a los habaneros.
Tres Patines sí hubiera estado preocupado porque esta no es una época de risas.
fornarisjo@yahoo.com

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