La Habana, setiembre 11 de 2008, (SDP) Un panorama caracterizado como de mucha propaganda y pocas soluciones caracterizó la última saga del paso de los huracanes Gustav e Ike.
Con un intercambio de poco más o menos diez días, Cuba se vio azotada por dos huracanes que impusieron la alerta ciclónica en más de diez de sus catorce provincias. Aunque en La Habana el daño fue mínimo, Pinar del Río, Isla de la Juventud y localidades de la zona oriental, sufrieron el mayor rigor de los fenómenos meteorológicos.
Con más de 140 mil viviendas destruidas y serias carencias y desabastecimientos, la tragedia ha puesto de manifiesto fallas estructurales que colocan al gobierno cubano en la categoría de los estados fallidos. A pesar de esto, el gobierno cubano rechazó las ofertas de ayuda hechas por el gobierno de los Estados Unidos y la Unión Europea.
Programas de importancia estratégica nacional como el de la llamada ‘Revolución Energética’, demostraron de forma fehaciente su inviabilidad. Resulta obvio que una Isla sometida secularmente a la furia de ciclones y tormentas tropicales, no podía confiar de forma exclusiva en la energía eléctrica para cocinar. Los grupos electrógenos de reciente creación, han sido incapaces de producir electricidad en circunstancias extraordinarias.
Los miles de damnificados por el paso de los dos huracanes, no tienen esperanzas ni expectativas lógicas de recuperarse de las pérdidas sufridas.
SDP
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