jueves, 4 de septiembre de 2008

Gustav, la posibilidad de actuar, José A. Fornaris.



Managua, La Habana, Septiembre 4 de 2008, (SDP) Hasta este último sábado sólo existía un país comunista donde el nombre Gustav había estado en los primeros planos del acontecer nacional: Checoslovaquia.

Los eslovacos y los checos tuvieron un líder “genial e insustituible” –todos los líderes comunistas en el poder tienen esas características-, con ese patronímico. Ahora los cubanos, tras el paso del huracán Gustav por parte del territorio occidental del país, también tenemos en nuestra historia ese nombre.

Gustav tocó tierra cubana en horas de la tarde por la Isla de la Juventud (de Pinos), y al anochecer entraba a la provincia de pinar del Río por el municipio Los Palacios.

Hasta momentos antes de su llegada los medios afirmaban que todo estaba listo para enfrentar al huracán. Se aseguraba que el Presidente de los Consejos de estado y de Ministros, el general Raúl Castro, estaba en contacto permanente con las provincias Matanzas y Pinar del Río y el municipio especial Isla de la Juventud.

La fanfarria acostumbrada les impedía percatarse de algo que saltaba a la vista: es imposible estar en permanente contacto con tres territorios diferentes al mismo tiempo.

Pero un rato después de Gustav haber pasado por la Isla de la Juventud –ese si fue un contacto, y por suerte momentáneo- el discurso cambió de manera radical y el término que comenzó a ser utilizado fue “desbastador”.

El domingo se vieron las primeras imágenes a través de la televisión. La destrucción, aseguran diferentes testigos, fue vasta. Las viviendas, humildes y frágiles, fueron incapaces de resistir un ciclón.

Los reportes hablan de decenas de miles de casas destruidas y otras varias miles dañadas. Innumerables familias han perdido los pocos recursos que poseían.

Jamás en Cuba se ha escuchado decir en casi medio siglo que un huracán ha dañado o destruido la casa de alguno unos de los dirigentes gubernamentales o partidistas. Esos fenómenos atmosféricos nunca pasan por las áreas donde esas personas residen, ¿o será que sus casas si están preparadas para proteger a sus familias y para enfrentar un huracán?

Siguiendo el mismo patrón institucionalizado de propaganda política, los medios comenzaron a afirmar que la “revolución no abandonará a nadie”.

Cuando se está obligado a residir en casas destartaladas o endebles, sin las condiciones necesarias de hábitat, y con las posibilidades de mejorar la calidad de la vida prácticamente anulada, no sólo se está abandonado, sino además asesinado día a día.

El mito de la revolución, desde la llamada ayuda a la liberación de pueblos oprimidos y de solidaridad internacional en otros sectores, incluyendo la educación y la salud pública “gratuitas” dentro de la isla, está sustentado en la dolorosa pobreza de la población cubana.

Gustav ha dejado una larga estela de destrucción. No necesita ser probado que las dificultades y la pobreza aumentarán para cientos de miles, o tal vez para millones, de ciudadanos.

Pero para el general en el poder, esta es una destacada oportunidad -se puede apostar a que será la última con esta envergadura- para alejarse de la retórica y saltar por encima de los elementos objetivos y subjetivos que impiden que el país comience a avanzar con la época. Puede demostrar un poco de eficiencia, tiene el rol en sus manos.
fornarisjo@yahoo.com

No hay comentarios: