jueves, 18 de septiembre de 2008

El saludo de Goliat, José A. Fornaris


La Habana, Managua. Septiembre 18 de 2008. (SDP) Los ciclones Gustav e Ike en su paso por Cuba han dejado pérdidas estimadas –aún sin balance definitivo- entre tres mil y cuatro mil millones de dólares. Esa cifra, para una economía como la de la isla casi en bancarrota, es abismal.

Los daños han sido severos en la agricultura, el sistema electro energético, en todo tipo de comunicaciones, en almacenes, escuelas y en algunas industrias.

Aproximadamente medio millón de viviendas tuvieron algún tipo de daño. Más de doscientas mil sufrieron serias afectaciones, de ellas cerca de 68 mil 900 fueron destruidas.

Eran casas muy endebles, inapropiadas para residir en ellas y sin ninguna posibilidad de que pudieran resistir los fuertes vientos de un huracán. En ellas moraban familias pobres que no sólo perdieron sus inmuebles, sino además todas sus propiedades. No eran cosas valiosas, pero era lo único que poseían. En horas pasaron de un incómodo y bajo nivel de pobreza, a una situación de miseria agónica.

Fuentes independientes calculan que más de un millón de personas están directamente afectadas, y de manera indirecta casi toda la población del país.

Dentro de ese contexto, el gobierno de La Habana ha rechazado dos ofertas de ayuda humanitaria que ha ofrecido Estados Unidos.

El argumento esgrimido para el rechazo es el requisito de que un grupo de expertos de la nación donante valore en el terreno el monto de la ayuda y sus prioridades.

El gobierno de la isla asegura que esa diligencia no es necesaria porque ya los expertos cubanos realizaron esa tarea.

Sin embargo, permitió que una comisión encabezada por el ministro de defensa de Venezuela, el general Rangel Bariceño, cumpliera esa tipo de misión.

El propio general declaró que cumpliendo ordenes de su Presidente (Hugo Chávez) iba a efectuar “una inspección de las áreas para enviar apoyo”.

El diferendo entre La Habana y Washington es viejo y conocido por todo el planeta, pero ante la catástrofe nacional en la que de repente nos hemos visto sumergidos, los gobernantes de Cuba están obligados a dejar a un lado sus temores de casta.

En dos o tres ocasiones, el general Raúl Castro airó una ramita de olivo y le dio movimiento norte, pero parece que en la otra orilla, en ese momento, no había ningún vegetariano o era tan pequeña que no la vieron.

Ahora desean acercarse y es muy difícil decir que no sea por un buen motivo. Querer asumir siempre el papel de David es tonto, esa actuación carece de veracidad. Nadie puede ver en un régimen viejo y gastado la imagen de un mozalbete esgrimiendo una honda.

Aunque se acepte que la otra parte sea Goliat, a ese gigante no se le tumba con una pedrada. Este Goliat es infinitamente más fuerte que el bíblico. Las circunstancias y los tiempos indican que el saludo de Goliat debe ser aceptado. Además, es imposible calcular siquiera la cifra de conversaciones que han comenzado después de un saludo.
fornarisjo@yahoo.com

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