jueves, 18 de septiembre de 2008

Otros damnificados,Amarilis C Rey


La Habana septiembre 18 2008 (SDP) Los ciclones se han convertido en el tema de conversación más popular y obligado entre los cubanos de la isla, después que el Gustav y el Ike dejaran su reciente estela de destrucción en casi todo el país.

A los históricos diálogos, entre familiares, amigos y vecinos, sobre la carencia en el país de alimentos, medicamentos y todo lo demás, ahora se le agrega otra frase: “que miseria tenemos”.

Y es natural que un fenómeno meteorológico de esa índole deje tras su paso muchos lamentos, sólo que estos dos últimos que azotaron a la isla han sacado a flote la calamitosa subsistencia de miles de sus ciudadanos.

Los reportes de los medios dejan constancia de cientos de miles de evacuados, mientras las imágenes televisivas continúan mostrando un fondo habitacional destruido. El común denominador es la pobreza. .

Incertidumbre fue el sentimiento más experimentado cuando los partes meteorológicos auguraban la posible trayectoria de Ike, el segundo meteoro en sólo ocho días, a lo largo del país. Como alumbrarse si no hay keroseno. Las pocas velas que venden son por divisa. Las panaderías se llenaron de personas haciendo filas para “asegurar algo”, según comentaban.

No hay clavos, ni sogas ni nada para asegurar puertas y ventanas. Las tensiones crecían, mientras los noticieros de televisión mostraban imágenes de reuniones entre miembros del ejército, la Defensa Civil y el Poder Popular, donde afirmaban que todas las medidas estaban tomadas.

Maritza, no quiso evacuarse, temía dejar su casa, que el viento le llevara el techo y no estar allí para cuidar sus pertenencias. Pero no tenía velas ni “chavitos” para comprarlas, por lo que se puso muy contenta cuando una amiga le dio un poquito de keroseno. Buscando en un armario viejo, encontró un mechón. Así la sorprendieron los primeros vientos acomodando el pedazo de soga que dentro del pomo hacia función de mecha.

Ya estaba tranquila, ella y su pequeña niña, no estarán a oscuras mientras pase la tormenta y repongan la electricidad. También le había dado tiempo a ponerle unos cartones al hueco de la ventana del baño.”Con un poco de suerte y la ayuda de Dios todo saldría bien”.

Maritza, no fue un caso aislado. Aunque la orientación era albergarse, muchos prefirieron quedar semiclandestinos en casa y esperar los acontecimientos cualquiera que fuesen. Y dentro de la desgracia la buena suerte fue que ninguno de los dos huracanes pasó por la capital donde la hay casi dos y medio millones de habitantes y la mayoría de las viviendas están en regular o mal estado.

“- Es verdad que aquí el gobierno se ocupa de que todos preserven su vida, pero ¿y después?, cuando todo pase tienes que seguir en la angustia de inventar para poder comer, para vestir y para seguir subsistiendo”- comentaba un médico con algunos amigos, mientras observaban las imágenes de los albergues que mostraban los noticieros de televisión.

“-En esos albergues dicen que todo esta garantizado, pero se de muchas personas que prefieren acudir a casas de familiares o amigos por que piensan lo contrario”, Agregaban.


El meteoro culminó su paso arrasador con su trillada trayectoria, por el occidente de Cuba. Los damnificados pasan del millón y la catástrofe saca a flor de piel las dudas que muchos han guardado durante años.

“Para que se gastaron tantos recursos construyendo túneles para cuando nos atacaran los americanos, si eso se hubiera empleado en hacer casas muchos hoy no estuvieran afectados.¿ A que ninguna de las residencias de los que dirigen este país se quedó sin techo, ni ellos perdieron sus muebles o sus ropas?

Que abran las casas que tienen de sedes del Partido (comunista), de los CDR Municipales, y de todas las organizaciones que existen en este país para que vean como se puede resolver a mucha gente que hoy perdieron sus techos.

Esas casas que se llevó el ciclón, no eran casas, eran chozas, aquí hay mucha gente viviendo como miserables”.

Así se escuchan unas tras otras las opiniones, de quienes se expresan ya no en marcos tan estrechos, ya no a tan baja voz, ya no con tanto miedo como en otros tiempos. Quizás sea que también ellos se sienten damnificados. Damnificados en sus principios, en lo que creyeron, o en lo que esperaron.
amarilisrey@yahoo.com

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