Quizás no hayamos olvidado que a principios de año, un devastador ciclón azoto la República de Miammar (antigua Birmania) dejando un saldo de uno 300 mil muertos y desaparecidos. El régimen dictatorial que gobierna esa nación prefirió que los sobrevivientes de la tragedia se murieran de hambre, sumidos en un total desamparo, antes que autorizar la presencia de ONGs extranjeras en su territorio. Ni la presión ejercida por el Secretario General de la ONU los conmovió para que cedieran en su proceder criminal ante un desastre humanitario de incalculable s magnitudes.
En la información aparecida en el periódico Granma, el l6 de septiembre de 2008, el gobierno cubano reconoce por primera vez que el país ha sido devastado en su infraestructura económica, social y habitacional como nunca antes. Esta conclusión es el resultado de los inventarios preliminares de los daños ocasionados por los feroces vientos y las inundaciones provocadas por los ciclones Gustav y Ike que nos azotaron con una diferencia de 10 días.
No entendemos por que el gobierno cubano se ha negado declarar zona de desastre a las regiones seriamente afectadas y ha dado la espalda a los organismos internacionales de socorro, para que, como están ayudando en Haití, hubiesen acudido con todos sus recursos y experiencias a prestar auxilio al necesitado pueblo cubano.
Estamos seguros que el régimen no será capaz de socorrer a los más de 200 mil cubanos que quedaron sin casas y continúan a la espera de que se les resuelvan sus más urgentes problemas.
Todo indica que lo único que no se llevaron los dos meteoros fueron las sogas y los alambres, con los cuales la dictadura volvió a amarrar a la sociedad civil y a las fuerzas prodemocráticas con el solo propósito de que no actúen y salgan en ayuda de los miles de cubanos que están pidiendo asistencia de cualquier tipo.
En estos 50 años, la burocracia comunista literalmente hundió al país. Lo que hicieron los dos ciclones fue darle el empujón que faltaba para que cayera en el abismo. Será muy difícil que salgamos de él.
Los dirigentes más reaccionarios, sin que nadie le haya dado ningún mandato, pisoteando el artículo 3 de la constitución, se han atribuido la facultad de hablar a nombre del pueblo. Parece que la nación es propiedad particular de ellos, cuando anuncian que no pueden aceptar una donación del gobierno que nos bloquea.
Lo primero que hay que aclarar es que el primer bloqueador en estas circunstancias, en que el país esta prácticamente devastado, es el gobierno cubano, porque mantiene total silencio ante la acción humanitaria de las organizaciones del exilio. La mayoría de ellas, superando sus diferencias y enfrentamientos históricos con el régimen llamó a ayudar a sus hermanos cuando más lo necesitan.
Ahí están los millones de dólares y las cientos de toneladas de vituallas recogidas. Están a la espera de que las autoridades cubanas autoricen para ser enviadas a los miles dannificados que lo necesitan de manera urgente. Eso nada tiene que ver con las campañas antiembargo, ni con la retórica que mantienen los dos gobiernos desde hace décadas.
Como los generales de Miammar, ante circunstancias parecidas de devastación generalizada y desamparo, se comportan los gobernantes cubanos. Su acostumbrada altanería y prepotencia nada tiene que ver con la modestia y naturalidad del sufrido pueblo cubano. A ellos no les importa que miles de cubanos se encuentren hacinados en albergues, clamando desesperadamente por ayuda, venga de donde venga,
Realmente esta negativa de la dictadura y sus prohijados burócratas, es una cortina de humo, con el propósito de ocultar todas sus deficiencias, mala administración, descontrol, corrupción generalizada e infinitos vicios. Fueron engendrados en estos cincuenta años y amenazan conducir al hundimiento definitivo de la Nación.
ramsetgandhi@yahoo.com
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