jueves, 4 de septiembre de 2008

¡Solavaya compañero!, Juan González Febles


Lawton, La Habana, setiembre 4 de 2008, (SDP) Una nueva alternativa política, aparentemente diseñada y promovida por el ex diplomático y además ex policía o espía, Pedro Campos, ocupa el espacio de las comidillas políticas en La Habana. Se trata de una propuesta dirigida ‘los trabajadores y a los revolucionarios cubanos’, con miras al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.

Huele a nomenklatura y a privilegio el nuevo manifiesto. Parte de la primera condición exigida a cualquier persona natural o jurídica, por parte de la élite verdeolivo cubana, para no ser descalificada a priori: Sostiene posiciones anti norteamericanas.

En Cuba, desde la óptica oficial, para hablar de política y ser considerado ‘moderado’, es menester estar contra los Estados Unidos. Sólo desde que usted critique a USA, será considerado un eventual interlocutor válido, por la esfera de poder verdeolivo. El plan del compañero Campos, guarda semejanzas, con ópticas planteadas anteriormente por el Sr. Estefanía desde Suecia y en La Habana, por Manuel Cuesta Morúa y sus moderados seguidores.

La plataforma del Sr. Campos, respalda a la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) y legitima al gobernante Partido Comunista. No pide cuentas por el desastre en nombre de los intereses del pueblo, que alega defender.

No deja claro el punto de la responsabilidad. Tampoco se ha referido a la forma más simple y directa de escuchar la voluntad popular: Una amplia, libre y abierta consulta popular con todos los factores políticos presentes en la Isla, en una participación igualitaria. Una que deje claro, si el pueblo de Cuba quiere el socialismo que promueve o no. Así de sencillo.

Campos no habla claro. Esto invalida su discurso. Como se dice en Los Sitios y La Victoria, no se puede ser, ‘ambia del muerto y consorte del matador’. Esto es un viejo refrán yoruba, que expresa que no se puede ser amigo del asesinado y colaborador del asesino. Campos tiene que definirse sobre si apoya a la nomenklatura que destruyó el país, o al pueblo víctima del desastre.

Campos nos sirve como verdad absoluta una presunción que vista desde un punto de vista, es inaceptable y desde otro punto de vista, muy discutible. Es la versión modernizada del planteamiento del primer dictador de nuestra vida republicana: el también general Gerardo Machado Morales. Este vaticinó, que si caía, sobrevendría el diluvio o el desastre. Los arios verdeolivo, curiosamente sostienen una variable de esta peregrina tesis.

Para Campos, la nación cubana desaparecerá sin la presencia del Partido Comunista y de su vieja y gastada nomenklatura en la que el pueblo cubano, no cree. Aunque reconoce que los jóvenes no aceptan la revolución y por esta razón, emigran y se niegan a procrear, Campos no ve en esto un masivo rechazo. Prefiere recurrir al imperialismo, a su embargo y a la socorrida cuerda del anti americanismo.

En un interesante ejercicio de prestidigitación, Campos por una parte nos escamotea procedimientos y fines y por otra, los promueve. Rechaza al capitalismo de estado representado por el modelo chino, pero lo reconoce como forma válida de acceder a la riqueza. Como colocar gafas oscuras a alguien, para que nadie se percate que los ojos son oblicuos, verdes, azules o negros.

Campos quiere desarmar a la oposición interna que no cree en el Partido Comunista. Propone leyes represivas para que esta oposición se vea impedida de recibir ayuda externa proveniente de gobiernos amigos del restablecimiento de la democracia. Que quede inerme y a merced de sus antiguos colegas de la policía de Seguridad del Estado o de la incompetente y cruel burocracia del Partido Comunista, que para el caso es lo mismo.

Campos plantea la misma maldición gitana que lanza al mar a personas que temen menos a los tiburones del Estrecho, que a la presencia de la Seguridad del Estado en sus pobres viditas. Nos amenaza con otra vez el socialismo. Curiosamente preserva a la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, esa misma que el pueblo, a quien Campos no quiere o no puede escuchar, llama ‘chivatientes’.

Digamos que el Sr. Campos no ha hecho algo del otro jueves. Ha hecho un llamamiento para una minoría: el Partido Comunista y los ‘revolucionarios’. Trata de preservar los privilegios y la preeminencia de esa minoría, por ello recurre a algo que más que todo, cansa. Dios nos libre de seguir empantanados con eso del socialismo otra vez. ¡Solavaya, compañero!
jgonzafeb@yahoo.com

Véase en: http://www.kaosenlared.net/ Cuba necesita un socialismo participativo y democrático. Propuestas programáticas. Por: Pedro Campos

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