jueves, 30 de octubre de 2008

ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA, (Fragmento del libro: Italianos en Cuba ), Richard Roselló


La Habana, octubre 30 de 2008 (SDP) Emigrados italianos fundaron un pueblo en el occidente del país. Mantua le llamaron. ¿Cómo pudieron desafiar las leyes que impedían en el siglo XVII la permanencia de extranjeros? ¿Quién y por qué escogió tan apartado lugar?

En fecha tan remota como 1605-16l0, refiere una de las versiones, el navío Mantova, capitaneado por Antolli Fiorenzana, naufragó en las costas de la futura provincia de Pinar del Río. Los navegantes decidieron levantar un emplazamiento.

De acuerdo con la memoria oral del pueblo, aquellos marinos rescataron una imagen de la Virgen de las Nieves, patrona del velero, e hicieron lo mismo con el rótulo del barco, poco antes del hundimiento. Enseguida construyeron un oratorio de tablas de palma y guano en el embarcadero de los Arroyos, primer asentamiento de la villa.

Durante una centuria, sus descendientes sobrevivieron de modo precario, mientras la villa crecía lentamente gracias a la mezcla con españoles. Sobre la ermita del lugar figuraba el nombre de Mantova y los transeúntes comenzaron a llamarlo "el paso de Mantua", por su ubicación entre el pueblo de Guane y la costa.

Señala Enrique Partiera, historiador mantuano y autor del libro Mantua en Cuba, entre la historia y la leyenda, que el descubrimiento de ciertas minas de cobre y la fama que empezaron a adquirir sus vegas de tabaco, impulsaron la economía del pueblo hacia mediados del siglo XIX.

La parroquia de Mantua había sido erigida por el Obispo Dr. Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, en noviembre de 1795, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Nieves. Desde entonces los libros parroquiales registraban apellidos genoveses y venecianos. Algunos todavía perduran: Fiallo, Pitaluga, Fiorenzano, Fontanella...
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