jueves, 16 de octubre de 2008

SIN DERECHO A SOÑAR, Guillermo Fariñas Hernández


Santa Clara, Villa Clara, octubre 16 de 2008, (SDP) Bárbara Conyedo Riego vive con su hijo y un hermano de crianza en una casa del reparto Virginia, en la ciudad de Santa Clara. En ese lugar, la pobreza forma parte de la existencia de esta familia cubana. Quien mira la vivienda de la señora Conyedo Riego, se da cuenta que los beneficios de la Revolución Castrista nunca llegaron a ellos.

Conyedo tiene solo 44 años de edad, o sea, nació después de la Revolución Cubana de 1959. Bárbara está dentro de aquel concepto dicho por Ernesto Che Guevara, ella forma parte del Hombre Nuevo. Por el hecho de tratarse de una fémina, diríamos con permiso del señor Guevara, que es La Mujer Nueva.

Al domicilio de Bárbara le fue arrancado el techo en el año 2005, al pasar por las cercanías de donde reside el huracán Lily. A partir de ese instante, comenzó para ella y sus familiares una maldición, porque a los hombres o mujeres que debían resolverle su crítica situación, un huracán de indiferencia les extirpó los sentimientos.

Uno tras otro, llegaron funcionarios para evaluar la vivienda sin techado, ubicada en la calle Zapatero # 2002 (Interior) entre Caridad e INRA, en el corazón de la barriada Virginia. Los evaluadores del Instituto Nacional de la Vivienda (INV) decidieron que no había las condiciones mínimas para vivir allí y la enviaron a un albergue.

El albergue se encuentra en el Politécnico de Zootecnia “Victoria de Santa Clara”, a unos 7 kilómetros de la ciudad. En ese sitio se puede ver de todo lo peor, desde un robo hasta un intento de violación. Por ello, en el 2006, Bárbara regresó con los suyos, a su destruido e inhabitable hogar.

Pidió ayuda a los Trabajadores Sociales en el marco de la Batalla de Ideas. Su caso resultó reevaluado. Se le asignaron los materiales constructivos necesarios para poder levantar las paredes y el techo. Conyedo Riego llegó a ilusionarse con, de verdad, poseer una casa como Dios manda.

Pero la vida le volvió a jugar otra mala pasada a Bárbara. En el 2006 se supo que el Dr. Fidel Castro Ruz estaba muy enfermo. Los Trabajadores Sociales que tanto la ayudaron al principio, con la enfermedad del líder histórico de la Revolución, perdieron poder sobre su caso.

El problema de Bárbara fue a parar a manos de los burócratas de la Unidad Municipal de Inversiones de la Vivienda (UMIV). Estos funcionarios empezaron a engañarla en cuanto a las entregas de los mismos, porque los usan para venderlos a altos precios y también para favorecer a familiares o amigos en gestiones constructivas.

Así llegamos al paso por Cuba de los meteoros Gustav e Ike, entre los meses de agosto y septiembre del 2008. Las lonas y tejas de fibrocemento volaron por los aires, al igual que las esperanzas de Conyedo y familia. Todos tuvieron que aprender a dormir bajo la luna, pues la total indigencia estaba de regreso en esta familia.

Cuando Bárbara, obstinada con su perra vida, contactó vía telefónica con la Agencia Cubanacán Press para que la prensa independiente denunciara al mundo su precariedad, enseguida fue visitada por el capitán Osmany Balmaceda, jefe de la Tercera Unidad de la Policía Nacional Revolucionaria de la ciudad. Este oficial de la Policía Criminal solo hizo el papel de mensajero de la Policía Política. La Seguridad del Estado en la provincia de Villa Clara trataba de evitar que tanto la opinión pública internacional como la nacional conociese de las desventuras de la familia Conyedo.

El represor de oficio la engañó inescrupulosamente al prometerle una pronta solución el día 12 de septiembre del 2008. Ya estamos en el mes de octubre y la indigencia continúa instalada en ese humilde hogar cubano. Por eso Bárbara Conyedo se siente timada por otro funcionario estatal, como ya es costumbre.

Nadie tiene en cuenta que la señora Bárbara es una mujer enferma, que padece de varias enfermedades certificadas por médicos. Es portadora de una Sinovitis Crónica en ambas Rodillas, de Hipertiroidismo Crónico y Osteoporosis en sus sufridos huesos. A pesar de ser relativamente joven, tiene demasiado enfermo su soma.

A quienes corresponde solucionar las penurias de estos cubanos, tampoco valoran el hecho demostrado de que el hijo de Bárbara, el adolescente 21 años Valentín Zamora Conyedo, es portador de un Soplo Funcional Crónico Cardiológico. Debido a ello, tiene falta constante de aire y casi siempre debe estar acostado o sentado.

Algunos prefieren relegar de su memoria al hermano de crianza de la señora Conyedo, el internacionalista Antonio Vera Agüero, de 54 años, a quien no dudaron en enviar a la guerra de Angola y quien como constructor en Jamaica perdió los dedos de la mano izquierda. Está diagnosticado por los galenos que Antonio Vera Agüero, además de su Incapacidad Física, posee Retraso Mental Moderado e Hipertensión Arterial. Ahora a nadie le importa su precaria situación personal, pero antes si se preocuparon para que fuera carne de cañón en África.

Todo hace creer a Bárbara Conyedo Riego, que a su casa todavía no ha llegado la Revolución Cubana. Eso a pesar que forma parte de la generación nacida con la Revolución Castrista. Todo le iba a ser otorgado, bastaba con solo sacrificarse. Pero la realidad la golpea a cada paso, porque ella y los suyos se quedaron sin derecho a soñar.
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