jueves, 16 de octubre de 2008

NO COGER LUCHA, Oscar Mario González


Playa, La Habana, octubre 16 de 2008, (SDP) Los sociólogos y sicólogos conceden gran importancia al habla popular como identificación y distintivo del sentir de una comunidad determinada en un momento dado de su vida y su historia. Concuerdan en que los dichos o las frases famosas esconden un sentir colectivo y reflejan una realidad social.

Este es el caso de las frases “No coger lucha” y “No hay más ná”, que no sólo han signado una época, sino que han reflejado el estado de ánimo de los cubanos en un momento dado, dentro del último medio siglo de historia. La primera de ellas, “no hay mas ná”, apareció en la década de 1970 tras el descalabro de la zafra de los diez millones, que iban a ir pero que nunca fueron.

Por aquel entonces iban quedando atrás las consignas de los primeros y años y ya parecían lejanos los días en que la gente ponía un letrerito en la casa o en el puesto de trabajo con aquello de que: “Si Fidel es comunista que me pongan en la lista, que estoy de acuerdo con él”.

Entonces, la población, saturada hasta los tuétanos de adoctrinamiento marxista, empezó a comprender que el comunismo era más rollo que película y que el socialismo, cual las motocicletas rusas marca “Bejobina”, era cosa de “mucho ruido y poco avance”.

Ello creó un estado de desaliento así como un sentimiento de frustración e impotencia en cuyo sustrato yacía la certeza de que aquello no había quien lo arreglara pero tampoco quien lo tumbara.

Era necesario convivir con aquel mal y aceptarlo como una maldición de los dioses malévolos. “No cojas lucha” pasó a ser la frase que reflejaba tal desánimo Así, cuando el obrero de la fábrica se afanaba por cumplir con los requisitos de la emulación socialista para ser vanguardia del trabajo, la propia mujer le sugería: “no cojas lucha mi amor, mira lo que le pasó al Che”.

También al jefe agrario de la cooperativa, cuando refunfuñaba con los estudiantes porque no regaban en el surco los bejucos de boniato ni los granos de maíz a la distancia indicada, los muchachos le respondían, “no coja lucha, compay Olegario, que cuando la mata va a nacer, no hay diablo que se lo impida”

El presidente del Comité de Defensa, que abrumaba a todos en la cuadra con incesantes tareas “voluntarias” para que sus cederistas fueran los más destacados de la zona, no era vuelto a proponer para el cargo por considerársele como un tipo que “cogía mucha lucha”.

Hasta a la mujer sufrida y aquejada por la ingratitud del marido que la había abandonado por irse tras una pelandusca, la amiga le recomendaba: “No cojas lucha y búscate otro, que los hombres son como las guaguas, se va uno y viene otro. Acuérdate que un clavo saca otro”.

Y llegó el momento en que nadie cogía lucha. Entonces se originó un descenso social que dio lugar a algo peor aún, caracterizado por la frase: “No hay más ná”.
osmagon@yahoo.com

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