Managua, La Habana, octubre 16 de 2008, (SDP) Los Pocitos, es un barrio marginal, dentro de la Ciudad de la Habana. en el municipio de Marianao.
Las estructuras de sus casas son desde aceptables hasta deplorables. La pestilencia que emanan las aguas albañales al correr por una zanja al aire libre que cruza la barriada y los vertederos de basura en algunas esquinas, enrarecen el entorno. A su vez, los huecos que a corta distancia presenta la estrecha vía, dificultan el andar.
En este sitio, al final de la calle 136, a la bajada de la loma, en una de sus empotradas chozas, vive Vladimir Hernández Serrano, paciente de VIH-SIDA desde 1990 e impedido físico motor desde 1995.
Allí, su mamá Cristina Serrano, reafirmó lo que ya conocíamos por una carta que hace meses nos enviara este joven de 38 años de la raza negra. “Esto no tiene condiciones para que viva un ser humano y mucho menos enfermo”, expresó.
“Mi casa se está cayendo a pedazos, el piso es de tierra, no tengo servicio sanitario ni cama ni colchón donde dormir y tampoco un refrigerador para guardar los alimentos y medicamentos”, escribió Vladimir en su misiva.
Contó además que debido al gran número de cartas que envió a diferentes instancias del gobierno exponiendo su situación, hace varios años le fue abierto un expediente en la Dirección Municipal de la Vivienda, con el objetivo de asignarle un sitio mejor para su vida.
Pero en comunicación de esa entidad, fechada en febrero del 2006, se expresa: “En nuestra dirección, tenemos siempre cuatro casos de máxima gravedad por Consejo Popular (léase localidad), lamentablemente su expediente no consta entre los cuatro casos en poder de este departamento. Hasta tanto no se dé solución a uno de estos, no podemos valorar su expediente y decidir sobre el mismo.”
En el departamento municipal de Asistencia Social, comenta en su carta, desde el año 2003 tiene aprobada la entrega de una cama y un colchón. Pero a su vez, allí mismo le informan que en el municipio no hay esos artículos.
“Por toda respuesta, funcionarios del gobierno me han dicho que yo soy el único y total responsable de mi enfermedad, y que tengo que seguir esperando hasta que haya algo para darme”.
Como parte del programa gubernamental de internar los casos de SIDA, Vladimir vivió en el sanatorio Los Cocos, ubicado en las afueras de la ciudad.
De su estancia allí cuenta : “El nueve de julio del 2003 a las 9 de la mañana, doce policías montados en dos autos patrulleros, me esposaron junto a dos pacientes y nos llevaron para la prisión del SIDA, en San José de las Lajas, provincia de La Habana.
Dos días después un agente nos dijo que tendríamos juicio, por la causa de Peligrosidad Social. Fui juzgado y sancionado a tres años de privación de libertad.
Fui acusado de escapar del sanatorio y de amenazar con armas blancas a mis vecinos. Pero yo nunca hubiera podido escalar el muro de Los Cocos que tiene arriba hasta picos de botellas, y mucho menos agredir a nadie porque no puedo mantenerme de pie para una pelea. Desde mi prisión le escribí al Fiscal General, al Ministro de Salud Pública y a Fidel Castro, pero no hubo respuesta”.
La Ley de Peligrosidad Social se impone en Cuba a ciudadanos que presuntamente las autoridades consideren puedan cometer delito. Se aplican sanciones de uno a cuatro años de cárcel.
De la prisión especial del SIDA, que afirma es la única en el mundo, comenta: “Allí han muerto muchos pacientes de enfermedades curables, ya que cuando te sientes mal de salud con peligro para la vida, te trasladan al hospital del Combinado del Este para que te mueras allí, ya que el doctor Jorge Pérez Ávila sub. Director del IPK (Instituto de Medicina Tropical), no quiere a pacientes reclusos ingresados en ese instituto.
Salí en libertad al año, gracias a que mi familia hizo gestiones en Medicina Legal. Esa institución certificó que yo no podía ser mantenido en reclusión”
Después de quedar en libertad, Vladimir trató de solicitar una entrevista con el entonces mandatario Fidel Castro. Sobre ese episodio narra: “El 24 de octubre fui al Consejo de Estado, para pedir una entrevista con Fidel. Al llegar, agentes de la Seguridad del Estado me llevaron a las afueras del Teatro Nacional, que queda frente. Me acusaron de querer formar un show político y amenazaron con meterme preso.
Les dije que iría a la CNN a contar mi historia. Entonces vino quien dijo ser el jefe de atención a la población, René Montes de Oca Ruiz, y me preguntó que era lo que quería hablar con Fidel.
Le conté todo, me dijo que Fidel no recibía ni daba entrevistas, y me prometió mandar que me dieran la cama, el colchón y un refrigerador con la condición que no divulgara mi caso, púes eso sería una mala imagen para el gobierno.
Cuando le pregunte por qué, dijo que era un problema político, que si lo hacía público, me acusaría de contrarrevolucionario y él mismo me condenaría a 30 años.
Entonces le pregunté por mis derechos como ser humano y de mala forma respondió que “un sidoso” no tiene ningún derecho, que estuve preso y por tanto era un delincuente y un gusano para la sociedad”.
En noviembre del propio año, Vladimir se dirigió hacia la Sección de Intereses de Estados Unidos. Dice quería hablar con el funcionario para Derechos Humanos, pero no pudo llegar a él.
“Cerca del edificio, la policía me detuvo y me botó del lugar. Ante mi protesta por la arbitrariedad, me sacaron a la fuerza del sillón de ruedas y lo rompieron golpeándolo contra la calle”.
Este paciente de SIDA afirma ser el único en el mundo que debido a la enfermedad, tiene afectada la medula espinal, por lo que su locomoción es muy dificultosa.
En estos momentos, su sillón de ruedas está roto y no puede utilizarlo, pero de todas formas, la policlínica de la zona continúa cobrándole los cinco pesos mensuales de la renta.
Su mama, la sra. Serrano, aunque comentó que hasta el momento nadie había respondido a las peticiones de ayuda de su hijo, y afirmar que “Vive con nostalgia durmiendo en un sitio u otro, y eso es gracias a la bondad de amigos y familiares”, no permitió, al parecer por temor a represalias, que tomara fotos del joven.
En no pocas ocasiones, se exponen afiches en policlínicas, hospitales, farmacias y otros sitios públicos de la ciudad de La Habana, los que también destacan los medios, donde sobresale una frase: “En Cuba, el SIDA tiene rostro humano”.
amarilisrey@yahoo.com
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