jueves, 5 de febrero de 2009

LOS 7 SACRAMENTOS Y LOS 7 PROBLEMAS DE CUBA, Paulino Alfonso



Lawton, La Habana, febrero 5 de 2009, (SDP) Esta será la última crónica que abarque 50 años de fracasos en la satisfacción de las más urgentes necesidades del pueblo y también de polémica fraternal con todos aquellos que fijan en un hombre todas las esperanzas y decepciones.

Hago esto ya que los demás aspectos han sido debidamente tratados desde diversos prismas y con bastante acierto por otros colegas.

¿Por qué la crisis de la vivienda? Esto ha dado pie a infinitos planes y proyectos de los burrocratas (sic) y expertos en barbacoas (invento oriental).

Hasta 1970 la situación de la vivienda era preocupante, pero la densidad poblacional se mantenía tolerable. Fue a partir del fracaso de la Zafra de los 10 millones y de las condiciones infrahumanas en que se sumió el Oriente cubano, en que comenzó un éxodo, lento al principio, incontenible después, de cerca 1 millón de orientales que cayeron sobre una infraestructura concebida para 750, 000 habitantes y que con 1,2 millones, acusaba un 38% de sobrecarga, por ende, de los servicos derivados.

Los arquitectos Gina Rey, Josefina Rebellon, Levi Farah y Miguel Coyula, entre otros, advirtieron al Máximo Líder del fenómeno que se aproximaba y sus nefastas consecuencias.

Este sacó otros números: “Hum, 1 millón de orientales, aquí tengo la Materia Prima para llenar la plaza y para cualquier otra cosa que se me ocurra “.

Mientras, para entretener, dio permiso a los ilusos para que comenzaran a elaborar planes de desarrollo de las capacidades constructivas. Se crearon 4 MINISTERIOS de la construcción, bajo la supervisión del incombustible Cdte. Ramiro Valdés, quien desde la casita de 21 y 4, junto con los gorditos Ludovico y Elías, se dedicaba a regular e impedir que se materializara cualquier cosa que pudiera incomodar a alguien que estaba entregado a una cosa tan altruista como la liberación del África.

Los burrócratas (sic), al cabo de 3 años de “arduos “trabajos, llegaron a la importante conclusión de que para resolver el problema de la vivienda en Cuba, era necesario construir anualmente 100,000 viviendas , con toda la infraestructura y reparar igual cifra, mediante el mantenimiento constructivo, además de rehabilitar al menos las redes de acueductos y alcantarillados de Ciudad de la Habana y Santiago de Cuba ,por ser los mas afectados. Esto tomaría no menos de una década, siempre que se cumplieran en un rango del 90%.

¡El paraíso terrenal!, como diría, Levi Farah y cito: “ni la RDA va a poder emular con nosotros en el 83”. Pero como dijo Máximo Gómez, (sic):” los cubanos no llegan o se pasan “.

Lo único que se logró, fueron los desastres de San Agustín, Alamar y Altahabana, construidos solamente con el 50 % de los servicios de infraestructura necesarios. Un ejemplo de esto fue San Agustín, donde se edificaron 20 edificios, sin calles ni alcantarillado. Eso era lo de menos, había que cumplir con el Jefe.

En 1993, al cabo de 20 años, de la frase optimista del ya para entonces defenestrado Levi Farah, no existían los ilusos, ni los ministerios, ni siquiera Ramiro Valdés, como Jefe del Sector de la Construcción. Para entonces, Ramiro Valdés se encontraba al frente del Grupo de la Electrónica dedicado a convertir al central Toledo en la Maquiladora Informática de Cuba. El material de construcción para las viviendas se había empleado en los túneles con los que venceríamos a los yanquis.

Comenzaba el Periodo Especial, la época del multiarado, de los bueyes, del cuy (un pequeño roedor parecido al curiel) y las lombrices como aportes alimentarios a la dieta de los cubanos. Claro, no para los dirigentes, que se sacrificaban con la gota y el colesterol por la dieta de carne roja que como penitencia se impusieron.

En cuanto a los planes de Viviendas, se rebajaron, al parecer durante un juego de cubilete entre el secretario y el anciano líder. El número acordado fue de 50,000. Ni hablar del mantenimiento constructivo, ni de las redes de acueducto y alcantarillado. El turno en la lotería, le tocaría, 14 años después, a Santiago de Cuba que tuvo que esperar , según el actual Presidente y cito: “100 años y dentro de 5 resolverá su problema para los siguientes 100”.

Desde que prometieron las 50,000, han pasado 5 años y todavía ni siquiera se ha llegado a 30, 000, incluso con las “casas hornos” del teniente coronel Chávez.

La “suerte” para el gobierno es que anualmente las cubanas paren menos, emigran 50,000 personas, la mayoría jóvenes y se mueren 28,800. Con ese drenaje, se puede seguir jugando a las casitas, hasta que se “retire” el último anciano histórico. A lo mejor para entonces queden 4 millones de personas en Cuba y al fin se cumplan los planes de vivienda de la “Revolución”. ¡Dios nos ampare!
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