Arroyo Naranjo, La Habana, octubre 9 de 2008 (SDP) Ha de suponerse que proveniente de Batabanó, El Cajío o Mayabeque, llegue a los barrios capitalinos gran parte del pescado de contrabando. Estratégicamente es fileteado y acomodado por los vendedores dentro de pequeñas bolsas caseras de nylon. El pregonero suele alertarnos que son los últimos filetes de pargo, cherna o ronco que le quedan. Garantizan así que esta vez sea el cliente quien muerda el anzuelo.
El problema empieza cuando abrimos la bolsa de filetes y nos damos cuenta que de “pargo” nada. Resulta ser una espinosa tenca, tilapia o un pez gato, este último conocido en Cuba como claria. Pero ya es tarde, no hay vuelta atrás: la mesa y sus comensales esperan por el plato fuerte.
Como decimos en buen cubano, los timadores “se la ganaron”. Ojos que te vieron por el barrio, jamás te verán volver.
Sobre la claria, muchas son las historias que se tejen. Algunas creíbles, otras tan amplificadas que suponen un nuevo capitulo de la entretenida serie “Supernatural”.
Dicen que vino de China o la India, y que su adaptación al trópico fue tal, que es capaz de aparecer por las alcantarillas de Centro Habana o la Habana Vieja. Que tiene algo de anguila, como el que no tiene de congo, tiene de carabalí. Dicen que es voraz. Lo cierto es que forma parte de nuestro ecosistema, y al igual que para sus cohabitantes, para la claria, el problema de la alimentación es de máxima prioridad. Su peor enemigo, es sin dudas el hambre del proletariado.
Científicamente, nuestra variante tropical se conoce como pez gato caminante o Clariasbatrachus, oriundo de la parte oriental de la India. Según la enciclopedia Encarta, esta especie se descubrió en 1968, cerca de Boca Ratón, en la Florida (EEUU) y fue importada por comerciantes de peces tropicales.
El pez gato caminante cuenta con una modificación en su arco branquial que le permite permanecer fuera del agua y desplazarse sobre terrenos pantanosos en busca de alimentos. En Cuba, puede camuflarse entre el lodo y la vegetación a la orilla de presas y ríos. Devora todo lo que encuentra a su paso, desde algas y reptiles hasta mamíferos pequeños.
Pero no nos dejemos engañar. La claria sabe usar su camuflaje hasta después de convertirse en presa. Puede encarnar el personaje de un pargo hecho filete, un picadillo de merluza o de una croqueta de pollo.
La cadena Mercomar- comercializadora de los productos del mar- desarrolla su línea de mejunjes a partir de la claria. Croquetas, hamburguesas, picadillo y otros, alivian la mesa del cubano de a pie.
Para beneplácito del cubano, en la isla existe sólo una variante comestible de pez gato de las 2 200 especies que habitan el globo terráqueo. Si existiesen otras, ¿Cuál sería el resultado del maridaje entre estos especimenes devoradores?
Gracias a nuestro sofisticado estómago y sus limitaciones, mantenemos el equilibrio biológico del gato caminante.
Nos preguntamos con cuál de los caminantes sería mejor lidiar, sí con el bigotudo acuático o el vendedor ambulante. Realmente hay que cogerle miedo al segundo. Dice venir de Batabanó o El Cajío con pescado fresco, cuando en verdad nos vende gato por liebre ¿Quién lo duda?
odelinalfonso@yahoo.com
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