Santa Clara, Villa Clara octubre 9 de 2008 (CP) En este mes de septiembre, se iniciaron en los centros laborales de todo el país las asambleas para la discusión del Anteproyecto de Ley de Seguridad Social. Este contiene las modificaciones efectuadas en lo relativo a la edad de jubilación y los años de servicios necesarios para acogerse a ella.
El anteproyecto, después de discutido por los trabajadores, será aprobado en forma definitiva por la Asamblea Nacional del Poder Popular para convertirlo en Ley a partir del año 2009. Su objetivo principal es alargar la vida laboral al incrementar la edad de servicio para ambos sexos en 5 años.
Otro de los aspectos contemplados en el proyecto es la contribución especial de todos los trabajadores a la Seguridad Social y que los jubilados puedan incorporarse al trabajo y devengar el salario del cargo que pasen a ocupar. Además se incorpora un régimen especial para los trabajadores por cuenta propia.
Se esperaba con toda razón que la discusión de este documento en el sector tabacalero, él más politizado dentro de la clase obrera, iba a marcar la pauta del futuro desarrollo de estas reuniones, al desatar los grilletes que atenazan a los trabajadores y les impiden expresarse libremente sin temor a represalias.
El Partido Comunista de Cuba, junto a los sindicatos oficialistas, que son sus poleas transmisoras, se dieron a la tarea de crear las condiciones subjetivas necesarias para que este documento fuera aprobado por unanimidad, sin entrar a considerar el descontento reinante en algunos sectores.
Lograr a toda costa la aprobación del Proyecto de Ley es la tarea central hacia la cual va dirigido todo el trabajo del único partido, así como de los sindicatos y las administraciones. Los consejos de dirección de las empresas se reunían con los dirigentes sindicales y administrativos para lograr un consenso o criterio unánime.
Nos contaba una torcedora que en el taller donde labora, antes de la celebración de la asamblea, se reunió el Consejo de Dirección del que forma parte, para preparar a sus miembros para enfrentar las opiniones discrepantes. En ese lugar fue obtenida la unanimidad acostumbrada.
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Múltiples y variados han sido los criterios expuestos en éstas asambleas, donde exigían que todo lo planteado fuera tomado en acta. Dijeron que no existen condiciones para que la mujer labore hasta los 60 años por las dificultades con la alimentación y la vivienda. Hubo rechazo total a la propuesta de los 30 años de servicio, que se exige para la jubilación.
Fundamentalmente en los sectores de la construcción y la agricultura, los obreros de estas ramas, alegaron las duras condiciones en que realizan su trabajo por las jornadas intensivas, extenuantes y sin una alimentación balanceada.
En las asambleas que se efectuaron en las tabaquerías, los tabaqueros como era de esperar, profundizaron en el tema. Unos hablaron de la desigualdad de los ingresos, que provoca la baja estabilidad laboral. Otros de la disminución de la productividad y del aumento de la delincuencia entre los jóvenes.
Otros que hablaron allí refirieron que no era solo la desigualdad con la distribución de productos, sino también en cuanto a las bajas pensiones, ya que estas son la mitad o la cuarta parte de lo que se necesita para subsistir. El pensionado es el grupo poblacional que sufre las peores condiciones de existencia en Cuba.
En estas asambleas, los trabajadores debatieron el anteproyecto de la Ley de Seguridad Social a pesar de la asfixiante atmósfera antidemocrática que reina dentro del movimiento sindical cubano. Pronto veremos que ninguno de los criterios contrarios será tenido en cuenta.
Cuando se abre un espacio en que el obrero pueda emitir sus opiniones sin el temor a represalias, al instante se pone al desnudo el rechazo a cualquier engendro que afecte sus intereses salariales o de condiciones de trabajo. Solo que quienes debieran escuchar, son dirigentes totalitarios concientemente sordos.
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