jueves, 2 de octubre de 2008

FÓRMULAS DE SIEMPRE, Amarilis C. Rey


Managua, La Habana, octubre 2 de 2008, (SDP) Entre las promesas hechas a los cubanos por el gobierno de casi cinco décadas en el poder, está la de que nuestro país produciría más leche y más queso que Holanda.

Hoy, la realidad es muy inferior a las expectativas. Después de tantos años, los pobres en la isla, que son la mayoría, no pueden adquirir un pedazo de queso, que sólo se oferta en moneda convertible. La leche continúa normada por la libreta de racionamiento hasta los siete años de edad, y para ciertos casos que la requieren por delicados problemas de salud.

Nancy, de 51 años, residente en La Habana, recuerda lo que ocurrió cuando a los siete años le cancelaron la asignación de su litro de leche:

“Mi madre se angustió mucho, entonces comenzó a compartir conmigo la leche que aún le tocaba a mi hermana por ser cuatro años menor.

Cuando ella también llegó a la edad límite, nos quedó la abuela, que por aquel tiempo, tenía derecho a un litro de leche en días alternos. Así, compartiendo esa cuota, estuvimos algún tiempo. Hasta que la abuela murió, y entonces nos quedamos sin nada”.

Para muchas personas que no tienen asignación de leche, “resolverla” es una meta diaria. Deben pagarla a precio alto a quienes venden la cuota de sus hijos pequeños debido a su necesidad económica.

En este mercado ilegal, la leche es valorada en cincuenta pesos la bolsa de mil gramos, y en veinte pesos el litro, que el Estado vende, para dos días, en cincuenta centavos como leche concentrada.

La otra opción es comprarla en el mercado en divisas, pero un litro cuesta 2.35 CUC, es decir, unos cincuenta y nueve pesos.

Pero parece que en el siglo pasado no era así. Alberto, un campesino octogenario, afirma que en los años cincuenta, la leche en Cuba prácticamente se regalaba.

“Nosotros trabajábamos en una finca de 24 caballerías. Teníamos 140 reses que producían más de mil litros diarios. Se procesaba por un serpentín que la iba congelando, y salía directo a los pomos que después eran sellados. Luego montábamos la leche en el carro, y muy temprano en la mañana salíamos a venderla a veinte centavos el litro. En muchos casos a diez, y en ocasiones a cinco”.

En esa finca, nombrada Canta Rana, recuerda el anciano que eran nueve empleados: seis en la producción y atención al ganado, y tres en el carro de venta.

“En principio ganaba un peso diario, pero eso alcanzaba para ayudar en la casa y hasta para comprarme la ropa. Después vino el aumento a cuarenta y cinco pesos mensuales y luego a sesenta. Aunque aquello parece poco comparado que lo que se gana hoy, era una fortuna”.

Cuenta Alberto que para el ganado, además de los pastos, se sembraba maíz. En ocasiones, le agregaban pienso y soya al alimento.

“En la finca las vacas andaban sueltas por donde quiera, y no había quien se robara una”, recuerda Alberto.

También había miles de gallinas de guineas que se criaban solas en el monte. Pero todo eso desapareció cuando en 1960 el gobierno intervino la vaquería.

Hoy, Canta Rana está divida en dos secciones. En cada una hay cuarenta o cincuenta vacas que producen entre 90 y cien litros diarios de leche. Hay que cuidarlas bien porque “los ladrones no dan tregua”.

María Hernández, vecina del Cotorro, recuerda la época de oro de la leche durante el actual sistema.

“Fue por los años setenta, había comida y un litro de leche costaba un peso. También había yogurt, todo por la libre. Pero aquello se fue acabando, y todo se terminó cuando se derrumbó el campo socialista. Era como si todo aquello viniera de allá”.

Sin embargo, el gobierno de Raúl Castro ha retomado el tema de la leche, y aspira a que todos los cubanos puedan beber un vaso de leche cuando lo deseen.

Para esto, se ha organizado una nueva estructura que contempla a un Director Nacional de la Leche, nombrado Jorge Echemendía, que se encuentra al frente del ambicioso programa.

Según el rotativo Granma, órgano oficial del Partido Comunista, la experiencia piloto, como se denomina a la nueva forma de repartir la leche, se desarrolla en municipios del interior del país. Se trata de la comercialización directa, desde el productor hasta los mercados.

En la opinión de algunos beneficiados, reflejada en el diario, por este nuevo método de distribución, la leche llega con buena calidad, más pura y en un horario estable.También se afirma que de esta manera directa, se le ahorran al país cuantiosos recursos que incluyen el combustible de la transportación.

El periódico también recoge opiniones del campesino Roberto Guerra, quien tiene un rebaño de treinta vacas, y dice estar contento con su producción de 6,500 litros de leche al mes.

El vaquero agregó que ahora hay mejor atención para el ganadero, incluida la decisión estatal de pagar dos pesos cincuenta y tres centavos por litro: “Eso estimula, pero debo aclarar que yo acopio leche desde el año 84, cuando se pagaba a veintitrés centavos el litro”.

Todas esas medidas están dirigidas ahorrar la importación de leche, muy cara en el mercado internacional.

Sin embargo, otros ganaderos consultados opinan que lo fundamental para este propósito es desarrollar la masa ganadera, que en estos momentos es muy pobre. Comenzó a descender en 1959, cuando existía mas ganado que habitantes en el país. “Sin vacas no hay leche”, afirman.
amarilisrey@yahoo.com

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