jueves, 20 de noviembre de 2008

CONTRA EL TRÁFICO Y SANGRANDO POR LA HERIDA, Osmar Laffita Rojas


Boyeros, La Habana, noviembre 20 de 2008 (SDP) El l5 de noviembre de 2008, Washington amaneció con sus calles y avenidas engalanadas para recibir a los mandatarios de los países que conforman el G-20.

Ese Foro informal de cooperación y consulta está conformado por las naciones integrantes del G-7 y un grupo de países emergentes entre los que sobresalen Brasil, China, Rusia, Sudáfrica, India y México considerados como las de mayor crecimiento económico y acumulación financiera. Este grupo, nacido en 1999 como respuesta a la crisis financiera de finales de los años 90, fue un reconocimiento al desempeño de los países emergentes en la búsqueda de soluciones globales.

El G-20 fue y es una solución inteligente, dado que se ha podido corroborar en la actual crisis financiera e inmobiliaria que se manifiesta con similar magnitud al crac de 1929, que las naciones emergentes representan un factor a tener en cuenta como actores dinámicos en la economía mundial. Su presencia en este cónclave posibilitará que se alcancen por primera vez propuestas justas y equilibradas encaminadas a reordenar el sistema económico mundial.

Es relevante que en este encuentro, recién concluido en la capital de los Estados Unidos, por primera vez los jefes de Estado de países ricos y emergentes, de manera concertada, buscan propuestas para reformar desde sus bases toda la arquitectura financiera a nivel global.

Esta reunión ha tenido un alto significado porque hace exactamente 64 años, en la reunión de Breton Woods, surgieron instituciones hoy seriamente cuestionadas como el Fondo Monetario Internacional y el Banco de Reconstrucción y Desarrollo, devenido en lo que hoy conocemos como Banco Mundial. La convocatoria y realización de esta reunión es la respuesta al fracaso manifiesto de estas instituciones en buscar una solución ante la crisis financiera.

Al leer las reflexiones del Dr. Fidel Castro publicadas en el periódico Granma el l5 de noviembre de 2008, con el titulo “La reunión de Washington”, me resulto paradójico el mensaje. Cuando terminé su lectura, contrario a lo que esperaba, percibí un aliento de reproche, de innecesarios enjuiciamientos.

Por motivos personales, obcecación, soberbia, por lo que fuese, sin razón alguna, Fidel Castro arremete contra el G-20. Es como si comenzara a sangrar por impotencia. Salió a flote su megalomanía enfermiza ante acontecimientos que le pasan por encima. Reafirma un superfluo discurso de descalificaciones. Como se dice en el lenguaje popular de aquellos que se oponen a la opinión de la mayoría, ¡está contra el tráfico!

A la reunión del G-20 concurrieron China, India, Rusia, Brasil, Sudáfrica, México, para citar los más estrechamente vinculados con el gobierno cubano. Me pregunto como reaccionaron los jefes de Estado de estas “naciones amigas” que recientemente depositaron sus votos en las Naciones Unidas condenando el embargo de los Estados Unidos contra Cuba y que después del azote de los tres ciclones le han estado brindando ayuda a las autoridades cubanas en la reconstrucción de las extensas zonas destruidas.

En su reflexión, el Dr. Castro la emprende contra los países emergentes. Fue extremadamente injusto cuando señaló “ninguno de los que participarán en la reunión ha dicho un palabra sobre la ausencia de 150 Estados con iguales o peores problemas que no tendrán derecho a decir una palabra sobre el orden financiero internacional”.

¿Y todo lo que ha hecho China en proporcionar a Cuba el parque automotriz para aliviar la aún no resulta crisis del trasporte? ¿Lo que Rusia hace para ampliar el comercio con Isla? ¿Los crecientes intercambios de todo tipo con la India y Sudáfrica?
¿La fructífera visita que recientemente realizó el Presidente de Brasil a La Habana y los acuerdos firmados, entre ellos lo que permitirán la exploración y explotación de petróleo en las aguas profundas en el Golfo de México? Tal parece que por su soberbia, ignoró totalmente esto en sus reflexiones.

Resulta risible que se plantee que un foro de 150 países pretenda resolver la crisis financiera en lugar de los países implicados en la turbulencia económica que generaron. Es más sensato que de forma concertada con los países emergentes, encuentren soluciones viables. Fue eso lo que ocurrió en la recién finalizada reunión del G-20 en Washington.

El Dr. Castro omitió en su texto que previo a la reunión de Washington, el gobierno chino anuncio que para aliviar la crisis, liberó decenas de miles millones de dólares de sus enormes reservas, con el propósito de activar el comercio y dar un respiro a las bolsas internacionales.

Hay algo que deliberadamente los dirigentes del gobierno cubano no mencionan y es que Estados Unidos es, en estos momentos, el quinto socio comercial de Cuba. En lo que va de año se le han comprado 480 millones de dólares en alimentos precisamente al país que las autoridades cubanas no se cansan de acusar de tener sometido al pueblo cubano a crueles sanciones económicas. Contradictoriamente es ese terrible enemigo el que garantiza en lo fundamental los diversos rubros de la canasta familiar de los cubanos.

La última reunión del G-20 no fue convocado para generar confrontaciones, ni convertirla en tribuna de culpables y víctimas. Se procedió como el mundo esperaba. Las mentes más inteligentes, racionales y pragmáticas asumen que esta reunión no producirá milagros efectistas ni propagandísticos. Necesariamente todas las economías del mundo tendrán que pasar por momentos difíciles en los próximos meses. No podemos esperar que la actual crisis se resuelva de inmediato, después de concluida la reunión de Washington.
ramsetgandhi@yahoo.com

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