Managua, La Habana. Noviembre 13 de 2008. (SDP) El huracán Paloma atravesó territorio cubano en la noche del sábado y la madrugada del domingo. Este es el tercer ciclón que nos “visita” en la actual temporada.
Las imágenes presentadas en la televisión nacional tienen similares características a las escenas dejadas por Gustav e Ike hace algo más de dos meses.
Paupérrimas viviendas destruidas y personas muy pobres que han perdido todo lo que poseían. Los primeros damnificados que contaron sus cuitas antes las cámaras de televisión, ni siquiera tenían dientes.
Hace 76 años, en noviembre de 1932, por el mismo sitio por donde Paloma con fuerza tres entró a la isla, Santa Cruz del Sur, en la provincia de Camaguey, penetró otro huracán.
Ese que era fuerza cinco, la mayor en la escala, elevó siete metros el nivel del mar, y el agua penetró con fuerza incontenible arrebatando, según se afirma, más de tres mil vidas.
El último ciclón que sesgó en Cuba una notable cantidad de vidas, más de mil, fue el Flora en 1963.
En la actualidad las muertes que ocasionan esos meteoros en la Mayor de las Antillas son pocas, y en algunos casos ninguna.
Eso obedece en primer orden a que el desarrollo de la meteorología es notable y puede ser establecido casi con meridiana precisión la hora y el sitio por donde el fenómeno atmosférico iniciará su embestida.
En Cuba las autoridades ordenan evacuar toda la zona en peligro, y de esa manera se salvan vidas. La medida en ese sentido es eficaz sobre todo porque la población no tiene las más mínimas condiciones materiales para enfrentar un huracán.
Arquitectos e ingenieros aseguran que las viviendas adecuadas para sostener el ímpetu de un meteoro son las de tecnología constructiva uno. Es decir las de paredes de mampostería y techo de hormigón (placa).
Y eso ha quedado demostrado hasta la saciedad porque los cientos de miles de viviendas que fueron dañadas seriamente o destruidas de manera total por la fuerza de los vientos de los últimos huracanes, no tenían esas características. La inmensa mayoría sólo podían ser calificadas como “casas” en Cuba.
Las políticas públicas del gobierno de La Habana han sido fallidas. La pobreza nos inunda de un extremo a otro del país. Las riquezas de la nación, que pertenecen a todos, han sido y son utilizadas sólo en la dirección que interesa al régimen.
Si bien es cierto que, tal y como se propagandiza de inmediato, las pérdidas de vidas humanas son prácticamente cero al paso de huracanes por Cuba, también es cierto que de forma casi permanente –y por cincuenta años- mueren cubanos en el mar tratando de huir del sistema político implantado en la isla. Y sólo en la guerra de Angola murieron más de diez mil cubanos.
Todas las penurias de la población el régimen se las endosa al bloqueo (embargo) estadounidense. Al mismo tiempo su propaganda permanente asegura la superioridad del socialismo (comunismo) sobre el capitalismo.
Pero a la vez, a toda voz, clama por créditos y financiamientos capitalistas. Entonces, ¿de quién es la superioridad?
De forma cierta, si los cubanos no nos decimos a cambiar el actual estado de cosas, dentro de un tiempo sólo existirán, como muestra de historia contemporánea, las barriadas donde residen los integrantes del grupo en el poder, sus familiares e incondicionales más cercanos, que dicho sea de paso fueron levantadas durante la época republicana (capitalista). Los demás entraremos de lleno a subsistir en la prehistoria.
fornarisjo@yahoo.com
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