jueves, 27 de noviembre de 2008

SECUNDUN QUID, Félix Dixi

Santos Suárez, La Habana, noviembre 27 de 2008, (SDP) Por cualquier calle de Cuba se puede dar el caso un día de ver un borracho caminando, enseguida ver otro y pasado un rato ver a otro más. Usted, si es un cubano, razona “Bueno, debe haber algún bar cerca o tal vez una fiesta , pero si es un extranjero es un 80% probable que declare : ¨los cubanos son unos borrachos.¨

Me viene a la mente un libro escrito por dos franceses ( que parecen haber olvidado la historia de su propio país y del mundo) donde generalizaron y nos pusieron a los cubanos todos la etiqueta de impredecibles y otras lindezas más.

Otro ejemplo: un religioso español que vino a ofrecer una conferencia en una parroquia católica, coincidiendo la misma con uno de los clásicos aguaceros que caen en esta Isla: consternado el visitante porque habían asistido sólo 7 personas, declaró. _ Ya me habían dicho que los cubanos son apáticos cada vez que aparece alguna dificultad._ Por supuesto él había llegado en un auto y él que le sopló el estigma seguramente también. Que prueben ambos a cruzar una calle o a transitar por la acera después de uno de esos chaparrones, que lo menos que puede sucederle es que se le despeguen las suelas de los zapatos made in China o empaparse los pies: lo más probable es que aterrice en un hueco y se rompa cualquiera de los 200 huesos que estructuran el cuerpo humano.

Harto ya de estas etiquetas, tanto negativas como positivas, que nos regalan estos magistrales conferencistas, que con sólo permanecer algunos días entre nosotros ya se creen expertos en sociología cubana, cuando, de pura casualidad, leyendo unas viejas revistas Bohemia, doy con el latinajo que encabeza este artículo. Me entero ahí que Aristóteles ( 322 años ADC) Ya había llamado a esto ¨Razonar a base de pocos ejemplos¨. Los romanos, a su vez, le llamaban Secundun Quid.

¡ Así que hace ya 2330 años que el género humano sabe esto y sin embargo sigue cayendo en el mismo error! ¿Cuántos disparates no habrá entonces en la historia universal y en muchos libros cuándo se ha ignorado este axioma fundamental?

Regresemos a estos tiempos que corren. Hoy se disfraza esta idea del Griego con varios nombres, sin analizar a fondo su tesis. Voy a escoger uno de los más frecuentes, tan simple como significativo: la palabra etiqueta.

En este mundo globalizado ya hay etiquetas para todo, desde las que prestigian los artículos de vestir hasta las que se le aplican a los seres humanos. Todos sabemos que en cualquier lugar del mundo se paga una cantidad desmesurada de dinero por una camisa o un pantalón con tal que tenga el nombre de una marca afamada.

Los falsificadores llevan décadas haciendo su agosto, pues lo mismo falsean una prenda de vestir que un reloj pulsera, simplemente porque el ser humano parece incapaz de razonar que la etiqueta (el nombre) no es lo que vale, sino la calidad del producto, llámese este Leví Straus o Periquito Pérez.

Otro tipo de etiquetas son las palabras empleadas, como Problemática, Temática. Control, Trayectoria, Rigor. Magistral, Tecnología de punta. Potenciar, Raíces. Etc. etc.
Tal parece que no sólo en Cuba sino en todo el mundo de habla castellana las palabras se han quedado petrificadas,

¡ Ah. Y la palabrita raíces! Ahora todo el mundo pertenece al reino vegetal, Fue Guillermo Cabrera Infante, el primero que se reviró contra esta etiqueta cuando declaró _ Yo no tengo raíces, tengo zapatos_ Si este escritor, Premio Cervantes, viviera todavía y viese como una parte del pueblo de Cuba está buscando unas etiquetadas raíces ( y otras cosas más) haciéndose ciudadanos españoles, franceses, italianos, portugueses, israelitas, ingleses y hasta de los Estados Unidos de América, pienso que afirmaría que Cuba cuenta con una gran reserva forestal.

Sumados los extranjeros reales que viven en Cuba, los ¨nacionales-extranjeros¨ y los que residen hasta en la lejana Australia, me he preguntado ¿ Cuántos cubanos verdaderos quedamos?

Encontrarse con un amigo de la infancia y enterarse que ahora es italiano o descubrir que Carmelina la vecina se ha hecho ciudadana británica se ha vuelto tan común como tomarse un buche de café,

No estoy razonando a partir de pocos ejemplos. Esta es una realidad con la que uno tropieza a diario dondequiera. Sin embargo, parece que nadie la toma en consideración, ni la razona por lo azaroso del vivir en nuestro país. Debería, sin embargo, preguntarse uno los motivos que impulsan a una parte del pueblo a actuar así, a vestir ropajes típicos de otros países: a imitar costumbres de pueblos asiáticos, a tatuarse como los rockeros anglosajones. ¿ Dónde está la cubanidad 100% de la que tanto se presume?
Pienso que si se hiciese una encuesta confiable, resultaría que un gran porcentaje de la población, tanto jóvenes como viejos, encajarían en lo descrito, y convencido estoy también que no sería Secundun Quid.
primaveradigital@gmail.com

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