Habana Vieja, La Habana, noviembre 27 de 2008, (SDP) Durante los últimos años, 800 médicos que han salido a diferentes países del mundo a practicar el ‘internacionalismo’, en ayuda a países pobres donde la salud pública no existe o es deficiente, a diferencia del resto de sus colegas que continúan en su tarea, han desertado y elegido la opción de acogerse al asilo político que brindan los Estados Unidos.
Como periodista, apoyo a los galenos que en cualquier lugar del mundo llevan a vías de hecho su humana labor. Pero no puedo cuestionar la decisión individual de aquellos que han preferido abandonar las filas del ejército médico. No puedo cuestionar a los desertores porque entonces tendría que hacerme una pregunta: ¿los médicos cubanos son hombres libres o esclavos modernos?
Ahora corre la noticia de que estos 800 desertores, que también son padres y madres, intentan sacar sus hijos de la Isla y el gobierno de La Habana se niega a otorgarles a estos niños que son más de mil, el permiso de salida, a pesar de que Washington está dispuesto a otorgarles el visado.
Cuando el niño Elián González Brotons fue reclamado por su padre que viajó a los Estados Unidos a reclamar ante el Servicio de Inmigración norteamericano la devolución de su hijo, yo lo apoyé, porque los hijos, entre otras muchas cosas, deben estar con sus padres. Lo apoyé y me uní a las voces que pidieron cordura y la devolución del niño a su padre. Finalmente, el gobierno de Washington hubo de ceder, a pesar de la oposición de los cubanos de Miami. Ordenó un aparatoso operativo en la casa de los tíos de Elián donde permanecía el niño.
Sabía que el niño sería entregado a su padre. Así fue, porque por encima de cualquier credo religioso o político, la actual comunidad internacional, más allá de cualquier discrepancia, está de acuerdo en que los lazos madre-padre-hijo, son sagrados. Que no colaborar en que padres e hijos se unan va en contra de los más sagrados derechos humanos, donde no caben discursos demagógicos y propaganda política.
Ahora los papeles han cambiado. Ahora el gobierno de La Habana pretende retener, no a un niño, sino a miles de ellos. Apuesto a que esos niños, tarde o temprano, se unirán a sus padres y que el gobierno de La Habana no tendrá ningún argumento para retenerlos.
El gobierno cubano podrá alegar muchas razones. Quizás, que los niños cubanos están en mejores condiciones educacionales que cualquier niño en los Estados Unidos. Porque allí en las escuelas norteamericanas, los niños de la enseñanza media llevan a sus aulas armas de fuego y drogas, mientras que eso no ocurre en Cuba. Es cierto, pero concurre que los padres de estos niños, decidieron desertar. Consideraron que el modo de vida en el mundo libre es mejor que el modo socialista de la Isla y en este punto, el gobierno cubano carece de autoridad moral sobre los niños de los galenos, por muy equivocados que estos estén acerca del futuro de sus hijos. Especialmente si el gobierno cubano acepta que sus médicos internacionalistas son hombres libres y no esclavos modernos.
Tengo entendido que los servicios de inteligencia hitlerianos, cuando enviaban a un agente fuera de Alemania, la familia del agente quedaba bajo la custodia de la GESTAPO nazi y el agente sabía, que en caso de traicionar, toda su familia sería pasada por las armas
Aunque en Cuba no se practican semejantes atrocidades, viene a ser lo mismo para el médico que se envía al extranjero, en conocimiento de que si deserta, renunciará a la posibilidad de ver a sus hijos crecer.
Ahora le toca al gobierno de La Habana demostrar su altruismo, no sólo mediante la ayuda a los pobres del mundo en la salud y la educación, sino al permitir que esos niños se unan a sus padres. Con esto demostrarán, que el ejército de médicos cubanos internacionalistas está compuesto por hombres y mujeres libres. No de personas bajo la presión del chantaje. Que los que no desertan y se quedan afirmados en el cumplimiento de su misión, lo hacen por una soberana decisión de sacrificio y servicio a los más necesitados.
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