El Vedado, La Habana, noviembre 20 de 2008, (SDP) Mi encuentro con Obama se produce en el momento en que él acababa de romper con todas las expectativas. Ya era el candidato presidencial, luego de ganar su nominación al vencer, contra todo pronóstico, a la Sra. Hillary Clinton.
A finales de abril, yo había salido de España y recién llegaba a Miami. Antes de regresar a Cuba, quería que Gisela se reencontrara con sus padres que residen allí. Un buen día, la Fundación Nacional Cubano Americana, eso que el gobierno cubano llama ‘la mafia de Miami’, me invita a una celebración muy apreciada por ellos, que es su fiesta por el 20 de mayo. La celebración es una tradición heredada de su primer presidente, el Sr. Jorge Más Canosa, con quien sostuve, desde Cuba, una relación muy especial.
Esa oportunidad, ellos decidieron trasladar su festejo para el 22 de mayo. El día 20, el presidente Bush sería el anfitrión de una ceremonia de encuentro con cubanos en la Casa Blanca, en Washington.
El 22, Gisela y yo asistimos invitados de forma especial a ese encuentro y recibí la primera gran sorpresa. Me encontré una Fundación bien distinta a como es descrita aquí en Cuba. No había tal ‘mafia’. Se trata de gente muy buena que evolucionó notablemente. Organizaron un encuentro en que participaron 1500 personas que pagaron un precio muy alto, pero aún así, quedaron más de 500 que no fue posible acoger. Un encuentro acogedor con un sabor patriótico muy alto. Fue en este marco privilegiado que se produce mi encuentro con Barack Obama.
Fue además la bienvenida de la Fundación Nacional Cubano Americana a Obama. Se produjo en un estado en que, se decía, quedaría decidida su elección y también, que era profundamente contrario a este candidato.
Obama es un hombre alto y delgado. Viste con sencillez y con una pulcritud acusada. Sabe mirar con intensidad y penetrar al interlocutor cuando lo hace. Parece cubano porque establece contacto físico con la persona con quien conversa, igual a como hacemos frecuentemente entre nosotros. Esto crea un clima de distensión y confianza entre sus interlocutores, que dejan de sentirse intimidados. Como si el político se hiciera más humano y más familiar, en una forma muy personal y despojada de cualquier afectación o falsedad impostada. Esta forma atrae mucho a los cubanos y en un contexto más amplio, al mundo.
Pero había algo que aun no comprendía: Fue el hecho de que Barack Obama era seguido por las personas de más bajos ingresos y por los jóvenes. Me hablaron de esto, siendo él un candidato joven y negro. Me enfrenté a esta realidad, luego de haber crecido y casi envejecido sin dejar de oír que en los Estados Unidos existía un racismo feroz. Esto cae por su propio peso como una gran falsedad. Pero lo más relevante, desde mi punto de vista, es su ascendente sobre la juventud. Quien tiene a los jóvenes tiene el futuro y quien tiene el futuro, lo tiene todo.
Obama habló allí del tema cubano. Lo hizo luego de haber sido asesorado poco antes. A Gisela y a mí nos tocó el privilegio de ser parte de aquel improvisado grupo asesor. En su pequeña intervención, dos cosas fueron prometidas en condición relevante por Obama.
La primera, retirar las restricciones a los viajes a Cuba. Es fácil darse cuenta de la importancia y la trascendencia que tendrá esta medida. Se dice mucho que los cubanos se abran al mundo, pues bien: no cuesta trabajo imaginar lo que será que los cubanos se abran entre si mismos. Nadie mejor que un cubano para comunicarse con otro. Es una oportunidad que no debe ser desdeñada. Es el encuentro entre compatriotas separados arbitrariamente. Se impone tener presente que más de un millón de cubanos vive fuera de Cuba.
La segunda, es que él considera que no deben limitarse las cantidades de dinero con que los cubanos que viven fuera de la Isla ayudarán a los suyos que residen en Cuba. Para citar ejemplos, México y Colombia reciben una considerable cantidad de ingresos extra, producto de estos envíos de remesas.
Pero esto por si sólo no bastaba. Le planteamos a Obama que había algo más que resolver. La otra cosa es que muchos cubanos que disponen de bienes y fortuna, principalmente en los Estados Unidos y que por las leyes vigentes en este país, no pueden ayudar a la disidencia interna en Cuba, tan privada de recursos, consigan hacerlo sin incurrir en violaciones a la ley norteamericana.
Nosotros tenemos una sociedad civil importante. Entonces, le hablé de los periodistas, de las Bibliotecas Independientes, de los sindicatos y de los partidos políticos. Para él, resultaba inconcebible que los cubanos se vieran privados de la posibilidad de ayudar a los suyos. Ese fue el momento que escogí para exponerle el cuarto problema.
Los Estados Unidos aportan casi 50 millones de USD como ayuda para el restablecimiento de la democracia en Cuba. Le expliqué como ese dinero jamás llega a Cuba. Obama quedó más asombrado todavía. “¡Como es posible que estafen al gobierno de los Estados Unidos!”-dijo. Se quedó muy preocupado y enojado por la forma en que habían sido estafados los contribuyentes norteamericanos.
Ciertamente, me aproveché de una circunstancia. Yo ya había expuesto ante los legisladores norteamericanos, estas y otras situaciones. Un hombre bien informado y mejor intencionado como Barack Obama, ya tenía las coordenadas, que le permitirían comprender. Su inteligencia fuera de lo común haría el resto. Otro detalle que conspiró a mi favor es que Obama quería disponer del testimonio fresco de un cubano de la Isla y todas estas circunstancias confluyeron de una forma casi mágica. Yo era el cubano acabado de llegar de Cuba y que se aprestaba para regresar.
Lo que me convenció que hablaba con un hombre fuera de serie, fueron sus preguntas sobre la transición en Cuba y su afirmación acerca de que este proceso debía comenzar desde la gente. Para resumir, puedo decir que encontré al hombre que yo quería encontrar en los Estados Unidos. Un hombre sencillo que contradice a la propaganda que divulgan las dictaduras fascisto-comunistas. Un hombre que vive de su trabajo y que no es millonario. Un hombre negro, inteligente, dotado con una alta sensibilidad y con mucho amor por los hombres, a los que se dispone a servir.
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