Habana Vieja, La Habana, noviembre 20 de 2008, (SDP) Un 28 de septiembre salí de mi casa con el desacostumbrado propósito de comprar el diario Granma. La noche anterior, casualmente había estado releyendo el "Panorama Histórico de la Literatura Cubana", y me había detenido en la pag. 291, tomo 1, donde Max Henriquez Ureña nos dice:
"Zenea era amigo del impresor y periodista Eduardo Facciolo, que en junio de 1852, asociado a Juan Bellido de Luna, inicio la publicación de un periódico clandestino: La Voz del Pueblo Cubano: Órgano de la Independencia. Cuando estaba listo para entrar en prensa el cuarto número, fue denunciado Facciolo. Reducido a prisión, se le siguió un proceso sumarísimo y fue ajusticiado el 28 de septiembre de 1852".
De manera que tuve la peregrina idea de querer saber si el diario Granma: Organo del Partido Comunista de Cuba, se hacía eco de este acontecimiento histórico. Pero en la edición del pasado 28 de septiembre ninguna línea Granma le dedico al 147 aniversario de la ejecución del joven de 23 años nacido en el ultramarino pueblo de Regla. Ni siquiera lo reseñaron en la última página que en su parte superior derecha tiene la sección fija "Hoy en la Historia", donde, de un modo telegráfico, se anotan los hechos históricos nacionales e internacionales de relevancia, y dignos de ser recordados.
La muerte ha sido y siempre será uno de los acontecimientos ante el cual los seres humanos, desde el más humilde hasta el más encumbrado, inclinaran la cabeza en señal de respeto.
Eduardo Facciolo ha sido el primer y único tipógrafo cubano que ha subido las gradas de un patíbulo por el delito de defender la santa causa de la libertad. El pueblito de Regla lo honra con el nombre de una de sus calles, y en la fachada de la única casa que tuvo en vida se lee en una tarja:
Sabed
que nació aquí
Eduardo Facciolo y Alba
el 7 de Febrero de 1829.
Mártir desde 1852.Homenaje del Ayuntamiento
Octubre 13 1929
Se sabe que cierta prensa norteamericana de la época tildó al pueblo cubano de pusilánime y sin bríos para conquistar su libertad política. Y para desmentir semejante cotilleo nada fue más decisivo que la publicación y reparto, en plena capital de la colonia, de una hoja volante que reflejara la libre opinión de los cubanos.
El 13 de junio de 1852, Facciolo entregaba los primeros mil ejemplares del primer papel subversivo estampado en la Isla. Ante este hecho sin precedente la ciudad estaba tan alarmada y sobrecogida, que tal parecía que a la Isla había llegado una epidemia de cólera. El Diario de la Marina la emprendió contra los "atrevidos". Pero los cubanos aprendieron rápidamente a darse gusto con la hoja subversiva que se imprimía sin el permiso de la censura colonial.
Con la salida del primer número las autoridades españolas enloquecieron tratando de averiguar dónde se ocultaba la imprenta. Y cuenta la Historia que Facciolo la tenía oculta en un sarcófago con el que se paseaba por las calles de La Habana.
! Que vergüenza! !Que se dirá de mí en España! - exclamaba el general Valentín Cañedo, mirando que amenazó con fusilar a media ciudad y a la policía por delante si no se descubría la imprenta clandestina.
A Eduardo Facciolo finalmente lo detuvieron por una delación. Lo encerraron en el Castillo de la Punta y fue sometido a Consejo de Guerra ante un tribunal que lo sancionó a muerte. La sentencia fue ejecutada en garrote vil. Asesinato ocurrido un 28 de septiembre de 1852.
Refiere el novelista cubano Cirilo Villaverde, en el capítulo Vlll, de la primera parte de la novela "Cecilia Valdés", donde de paso, menciona la muerte de Facciolo, la fama que se había ganado la justicia española de aquellos tiempos, cuando eran capaces de llevar su saña hasta el sepulcro de los condenados. Pues una vez que el supuesto criminal era ejecutado, el cadáver no se lo entregaban a los familiares. Para tal efecto existía una institución religiosa conocida como los hermanos de la Caridad y de la Fe, compuesta exclusivamente de gente negra "que se ocupaban de asistir a los enfermos y moribundos y enterrar a los muertos, principalmente los cadáveres de los ajusticiados".
En calle Eduardo Facciolo numero 167, esquina Maceo, perteneciente al municipio de Regla, aun perdura como la casa de un mártir por la libertad de expresión pública. Más que una simple casa colonial de principio del siglo XlX, es un monumento ante el cual todo visitante debiera quitarse el sombrero. Sin embargo, todos sabemos que en nuestro tiempo ya no se usan sombreros.
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