Santa Clara, Villa Clara, noviembre 27 de 2008, (SDP) Algunos cubanos exiliados existen políticamente porque viven de las pateaduras a sus compatriotas dentro de Cuba.
Ellos se dedican a hacer dos cosas fundamentalmente. La primera azuzar constantemente a los disidentes no violentos a que tomen las calles. La segunda cuestión que llevan a cabo, es recorrer el mundo a costilla de los pateados, para después enarbolar estas golpizas y a los golpeados como banderas propias y así recibir dinero en los países civilizados.
Han llegado a desarrollar tales dotes histriónicas que parecen graduados del famoso Actor Studio, pero pueden ser perfectamente reconocibles por los hombres y mujeres de las naciones democráticas, que por lo general, se solidarizan con el oprimido pueblo cubano.
Para su identificación poseen dos características comunes. La primera es haber salido de esta tierra en la adolescencia o la niñez. Es la segunda de las particularidades de estos exiliados, la que más choca a los humildes luchadores contra el totalitarismo castrista. Ninguno de ellos ha estado nunca preso en Cuba o en lugar alguno. Ni tan siquiera por unos pocos minutos han sido detenidos por intentar lograr la libertad de su patria.
Pudieron enfrentar al monstruo de 1000 cabezas que ha sido durante casi 50 años el comunismo cubano. Más no lo hicieron nunca, ni de niños y mucho menos de jóvenes. Ante el sacrificio, prefirieron poner tierra y agua por medio. Por eso debieran avergonzarse, cuando infantes hoy reciben golpes por hacer oposición.
Su tarea es lograr la división de la oposición interna a través de la concesión de estímulos materiales o financieros de modo arbitrario. Siempre tratan de crear supuestos líderes manipulables, quienes por intereses mezquinos, le dicen las respuestas que ellos precisamente necesitan oír.
Aquí es donde entra a jugar la policía de Seguridad del Estado, que les proporciona material humano a la carta. Los agentes se convierten en expertos aduladores de estos dirigentes del exilio, que caen en la trampa de los servicios especiales. Y de pronto, proyectan a figuras de última hora, que al final, los hacen quedar mal.
Podemos citar algunos ejemplos de agentes destapados, que por ser casos ilustrativos no dejan de ser sobretodo dolorosos. Tenemos a los agentes Aleida Godínez Soler, Alicia Labrada Zamora, Noel Ascanio Reyes y Yamila Pérez Reyes. Ellos y muchos otros fueron aupados por estos malos cubanos.
Se desesperan por no discutir y menos razonar con los anticastristas con criterio propio al interior de Cuba. Estos exiliados, con una marcada falta de escrúpulos, necesitan tener a alguien dispuesto a ser golpeado por los fidelistas para obtener ganancias de la solidaria, atenta y conmocionada opinión pública internacional.
Otras personalidades exiliadas como son Roberto Martín Pérez, Ángel De Fana, Hubert Matos o Jorge Valls, emiten criterios propios, sean considerados estos correctos o no por los opositores de dentro. Sin embargo, nunca ninguno de los mencionados dice a los del interior del país lo que deben hacer.
Estos vividores tratan de camuflarse dentro de un grupo de organizaciones de la diáspora, que cuentan con moral e historia en la lucha anticastrista porque sus dirigentes cumplieron largas condenas en las ergástulas fidelistas o debido a que un familiar muy cercano resultó fusilado por el dictador.
Todos los que se interesan en la causa cubana, saben quienes ellos son. Prefieren gastar altas sumas de dinero en viajar a Nepal, para “promover” el caso cubano, mientras se niegan a enviar ayuda financiera a una opositora en huelga de hambre. Después, defienden estas actitudes en la televisión, frente a Oscar Haza.
Cuba, como nación, es una sola. No podremos proclamar la libertad hasta que los patriotas de adentro, junto a los del exilio, se sincronicen. Es una cuestión vital que ambas partes se respeten y se den la mano. Por eso, los verdaderos patriotas cubanos que luchan en el destierro deben saber como separar a la paja del arroz.
cocofari62@yahoo.es
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